El embajador de Argentina en Israel, Sergio Urribarri, calificó de «impresionante» el desarrollo y la cultura económica de los kibutzim, y se propuso tomarlo de ejemplo para la industrialización del campo en su país
«Todos conocemos el desarrollo de los kibutzim en Israel, pero verlo de cerca es impresionante», afirmó el diplomático argentino en su muro de Facebook, pocos días después de haber visitado Ein HaShlosha, en el sur de Israel, a principios de este mes.

Ein HaShlosha, un kibutz en cuya fundación participaron numerosos inmigrantes latinoamericanos, entre ellos muchos argentinos, se encuentra en el desierto del Negev, en la frontera con Gaza.
Urribarri dijo que, tras la visita al kibutz, volvió a Tel Aviv «con la idea de que es posible el ‘tierra, techo y trabajo’ que nos propone el papa Francisco«.
«Me mostraron el tambo con 300 vacas y un rinde muy superior a los nuestros, recorrí la producción de bananas, maní, vino, cerveza», relató el representante argentino.
«Todo está hecho con enorme esfuerzo, en medio del desierto y con recursos naturales escasos», destacó.

También se declaró «impactado» por «el nivel de organización, equidad, educación y el rol central de las mujeres en esta comunidad», en referencia al sistema del kibutz, las colonias agrícolas colectivas que comenzaron a surgir a principios del siglo pasado y que actualmente son una de las claves de la economía israelí.
«Hay más de 200 kibutzim en Israel y voy a ir a todos los que pueda», prometió Urribarri.
El diplomático precisó que no se tratará de visitas de «turismo», sino para «conocer en profundidad este estilo de vida y trabajo para detectar qué nos puede servir para industrializar la ruralidad en Argentina y avanzar en planes de desarrollo humano y cooperativo» en la nación sudamericana.