Para celebrar, con mucha prudencia, que el levantamiento gradual de las restricciones impuestas por la pandemia de coronavirus está permitiendo el acceso de pequeños grupos de fieles a los sitios sagrados de Jerusalén, les compartimos aquí siete fotos contemporáneas del Kotel, el Muro de los Lamentos
En efecto, a mediados de este mes de octubre el gobierno israelí anunció un «plan de salida» del aislamiento social decretado para enfrentar la expansión del COVID-19 y, entre los ocho puntos del programa, se incluyó una parcial reapertura tanto del Muro Occidental -como lo denominan los judíos-, el Santo Sepulcro y el Monte del Templo.
Según informaron las autoridades, «la plaza del Muro de los Lamentos y la Iglesia del Santo Sepulcro podrán abrirse a la oración según el formato que determine el Ministerio de Salud, el Ministerio de Seguridad Pública y el Consejo de Seguridad Nacional».
La normativa indica que se están permitiendo reuniones de hasta veinte personas en espacios abiertos y hasta diez en espacios cerrados. El plan continuará adelante, advirtió el gobierno, siempre y cuando sigan bajando los índices de contagio y morbilidad.
Se trata de una noticia alentadora que invita a pensar en planear -aunque por ahora sea imposible a causa de las restricciones y la reducción de vuelos comerciales- la soñada visita a los lugares sagrados que hacen a la capital de Israel tan especial.
En cuanto al Muro de los Lamentos o Muro Occidental (Hakotel Hamaaraví), no hace falta decir que es uno de los remanentes más significativos en Jerusalén de los días del Segundo Templo, destruido hace dos mil años aproximadamente.
Según recuerda la Fundación del Patrimonio del Muro de los Lamentos, la organización que cuida y mantiene la zona, el Kotel «se extiende a lo largo de casi medio kilómetro, pero actualmente la parte visible a todos en la Plaza es de apenas 70 metros».
Tras la victoria durante la Guerra de los Seis Días y la recuperación de la ciudad vieja de Jerusalén, en 1967, el Muro Occidental quedó bajo control israelí y al poco tiempo empezó a tomar la forma que tiene actualmente, con la gran plaza y la zona de plegarias adonde, en la actualidad, se realizan las plegarias y niños judíos de todo el mundo llegan a celebrar su bar-mitzvá.
La costumbre de colocar notas de papel con oraciones escritas a Dios en las grietas del Muro se remontaría a principios del siglo XVIII. Hoy, los fieles alrededor del planeta tiene la posibilidad de enviar sus notas de manera electrónica, para hacer llegar sus plegarias hasta Jerusalén.
Una de las opciones para enviar las «e-notas» es a través del website de la Fundación del Patrimonio del Muro de los Lamentos, en la página a la que se puede acceder haciendo click aquí.