Actualmente parte del parque nacional que lleva su nombre, las ruinas de la necrópolis de Bet She’arim conservan partes de un fascinante cementerio que, en el 2015, fue declarado patrimonio histórico mundial por la UNESCO
Casi ochenta años antes, en 1936, el rabino Samuel Klein, uno de los grandes cartógrafos históricos de la Tierra Santa, había identificado el lugar como el Bet She’arim del que se habla en el Talmud.
Tanto el Talmud de Jerusalén como el de Babilonia señalan a este sitio como el lugar donde fue enterrado Yehuda HaNasi, el rabino que estuvo a cargo de la edición final de la Mishná, conocida también como la Torá oral.
Según los historiadores, el hecho de que semejante figura de la tradición hebrea fuera llevado a descansar en este lugar confirma la gran importancia del cementerio en aquella época, alrededor del año 217 de la era cristiana.
Precisamente, Bet She’arim se había convertido en el principal cementerio judío fuera de Jerusalén después del fracaso de la segunda rebelión contra la dominación de Roma.
«Uno de los cementerios judíos más grandes que se conservan de la antigüedad»
Como testigos quedaron las numerosas tumbas y cuevas funerarias con maravillosas decoraciones en piedra, algunas de las cuales fueron capturadas para IsraelEconomico.com por el fotógrafo israelí-argentino León Szajman.
La Autoridad de la Naturaleza y Parques de Israel destaca que la necrópolis de Bet She’arim «es uno de los cementerios judíos más grandes que se conservan de la antigüedad».
Además, señala desde su website, «es de primordial importancia para la historia judía en el período posterior a la destrucción del Segundo Templo».
Los complejos de tumbas en las cuevas, explican, son «evidencia de las costumbres funerarias que prevalecieron desde el período helenístico hasta el final del período bizantino».
Se trata de espacios «espléndidamente construidos y decorados por manos expertas con raras obras de arte».
Bet She’arim, resumen, «es un ejemplo del encuentro ideológico, humano, tradicional y cultural que se produjo en aquella época entre el mundo romano clásico y el mundo judío».
El arqueólogo Adi Erlich, de la Universidad de Haifa, remarcó en un artículo publicado por la American Society of Overseas Research (ASOR) que, si bien es más conocido por sus catacumbas y tumbas, «Beit She’arim era mucho más que un cementerio».
«Este es el lugar de sepultura de Teodosia, también llamada Sara, de Tiro»
En efecto, nuevas excavaciones -algunas de las cuales son dirigidas por Erlich- están mostrando «por primera vez» otra «dimensión viva» del lugar, que está ayudando a los arqueólogos a «refinar nuestra comprensión de la Galilea judía en su conjunto», indicó el experto.
Por ejemplo, allí se encontraron restos no solamente del periodo romano sino también del bizantino. Y un horno redondo que producía cerámica en el siglo IV de la era cristiana.
También se pueden ver una sinagoga, una prensa de aceite de oliva, una gran cisterna que antes había sido una cueva funeraria y una tumba con la inscripción «Este es el lugar de sepultura de Teodosia, también llamada Sara, de Tiro».
La inscripción no es una sorpresa, ya que, bajo la influencia de la cultura helenística, los judíos en el exilio -en este caso la histórica Tiro, en territorio libanés- solían tener un nombre griego además del hebreo.
Bet She’arim, como tantos otros sitios milenarios de la tierra de Israel, es un laberinto multicultural que resume la historia del Medio Oriente. Y que hoy se puede visitar haciendo una simple reserva online, cliqueando aquí.