La Policía de Israel mantuvo un alto nivel de alerta en estos días de abril en los que se combinaron las celebraciones de Pésaj, la Pascua cristiana y el Ramadán musulmán, con cientos de agentes desplegados desde Jerusalén al Mediterráneo
No es, obviamente, la primera vez que las fuerzas de seguridad israelíes deben afrontar esta tarea, pero en el 2022 las festividades de las tres grandes religiones que tienen lugares sagrados en Jerusalén coincidieron en sus fechas, generando un desafío de logística.
Así, por ejemplo, se pudo ver a numerosos agentes custodiando la celebración de la fiesta del Fuego Sagrado en el Santo Sepulcro, que desde hace siglos llevan a cabo en la ciudad los representantes del cristianismo ortodoxo.
Policías israelíes estuvieron dentro del recinto de la iglesia para garantizar la seguridad de las miles de personas que se acercaron para celebrar este rito por primera vez de manera masiva tras la pandemia de coronavirus.
También estuvieron en los alrededores de la basílica, para organizar las filas de entrada, asistir a los fieles y distribuir agua a quienes llegaron para visitar el lugar donde, según la tradición cristiana, fue enterrado y resucitó Jesús.
Ya el 20 de abril, los voceros de la fuerza habían anunciado el despliegue de «cientos de policías y guardias fronterizos» en el área de la Ciudad Vieja de la capital israelí para «mantener el orden y la seguridad pública de los fieles».
Al mismo tiempo se dispuso la presencia de numerosos agentes en los alrededores de la mezquita de Al-Aqsa, el tercer lugar más sagrado para la religión musulmana.
Lamentablemente, una serie de disturbios provocado por militantes radicales en la zona del Monte del Templo terminaron en enfrentamientos con la policía.
A pesar de la violencia, y en sintonía con los jefes policiales, el primer ministro de Israel, Naftali Bennett, aseguró en ese momento que su gobierno mantendría «nuestra capital, Jerusalén, abierta a todos».
«Esta es la verdad -aseveró Bennett-: Israel está haciendo todo lo posible para que todos los pueblos, como siempre, puedan celebrar las fiestas de forma segura: judíos, musulmanes y cristianos».
