En estos días de Sucot se «revive» la «experiencia del desierto» que sobrellevaron los israelitas en su éxodo desde Egipto hacia la Tierra Prometida, y también se medita sobre la importancia de los milagros, de los extraordinarios y de los más cotidianos, como los frutos de la agricultura
Según explican los sabios de la religión judía, en Sucot se debe comer -algunos también duermen- en estas rudimentarias «cabañas» que recuerdan la fragilidad de aquella travesía de cuarenta años por el desierto.
«En cabañas morareis durante siete días, para que vuestras generaciones sepan que hice morar a los hijos de Israel en Sucot cuando los saqué de Egipto», dice la Torá en el libro del Levítico.
Las interpretaciones de las sagradas escrituras señalan que la Fiesta de las Cabañas tiene un claro significado histórico y religioso.
Pero también tiene otras enseñanzas: por ejemplo, que aquella travesía sirvió para enseñar a los israelitas que ya no deberían esperar «grandes» milagros como los que los ayudaron a salir de Egipto, y que estaba llegando el momento de valerse por sí mismos.
Los israelíes de hoy, creyentes y no tanto, refuerzan todos los años ese concepto, el valor del trabajo para alimentarse de la tierra y, de paso, construyen algunos pequeños «milagros» modernos.
Esos «milagros» se pueden ver en un simple recorrido por los campos y los kibutzim del país, donde crecen los mejores cítricos del mundo y una enorme variedad de frutos originarios e importados, muchos de los cuales se cosechan precisamente en estos días de Sucot.
Tan grande es la pasión de los israelíes por la agricultura que plantas exóticas como el banano florecen en el norte del país, y hasta en pleno desierto del Negev, en el sur, convirtiéndose en una de los productos más rentables de la agricultura local.
También crecen distintos tipos de hierbas, entre ellos el romero, este sí un vegetal presente en la región desde la antigüedad.
El romero se cultiva actualmente por sus obvios valores gastronómicos, pero también para ser utilizado en la industria de los perfumes.
¿Por qué hablamos del banano y del romero? Porque este artículo que comenta el continuo milagro de la agricultura en Israel está acompañado por las imágenes de nuestro fotógrafo León Szajman, quien retrató las plantaciones de banano y romero en su «lugar en el mundo», el kibutz Ein HaShlosha, en el Negev.
Desde IsraelEconómico les deseamos un Feliz Sucot, de cabañas, leche, miel, etrog… y romero.