La Basílica de la Anunciación, levantada en el lugar donde la tradición señala que el ángel Gabriel le anunció a María que iba a ser la madre de Jesús, es hoy uno de los puntos centrales de cualquier recorrido cristiano por la tierra de Israel
Mientras se espera que se sigan levantando las restricciones al turismo impuestas por la pandemia de coronavirus, el edificio está ya abierto al público y a aquellos visitantes que llegaron a Israel en los grupos autorizados por las autoridades sanitarias.
En Nazaret, lo que primero ven los fieles es la basílica que se terminó de construir en 1969, en el sitio donde su modesta predecesora fue demolida por completo en 1954.
De todas maneras, lo más importante está en el corazón de esta famosa iglesia: no solamente el lugar adonde llegó Gabriel sino también, en la planta baja, la Gruta de la Anunciación, considerada por el cristianismo como el espacio donde se levantaba la casa de la infancia de María.
Esa tradición se remonta al año 365 de la era cristiana, cuando Helena de Constantinopla, la emperatriz de Roma que luego se convertiría en Santa Elena para católicos, luteranos y ortodoxos, erigió un altar sobre la Gruta.
La versión más aceptada sobre la historia de la iglesia señalada que su construcción fue ordenada por Constantino I, hijo de Santa Elena, emperador romano entre el 306 y el 337 y primer gobernante que detuvo la persecución de los cristianos y les brindó libertad de culto.
Más adelante, la segunda estructura fue levantada sobre las ruinas de la iglesia de la era bizantina durante las Cruzadas, tras la conquista de Nazaret por parte del ítalo normando Tancredo -quien luego sería el príncipe de Galilea- en el año 1102.
Aquella iglesia fue destruida por el sultán mameluco Baibars durante su ataque del 1260 sobre Nazaret.
En los siglos siguientes el sitio fue custodiado, en la medida de lo posible, por los franciscanos, y en el 1730 se construyó una pequeña estructura, la que fue ampliada en 1877 y demolida en 1954.
Mientras se construía la bella basílica de la actualidad, fue nada menos que el papa Paulo VI quien llegó hasta Nazaret, en 1964, para celebrar allí una recordada misa.
Uno de sus sucesores, el papa Benedicto XVI, visitó también la iglesia, en el 2009, y allí llevo a cabo un oficio de Vísperas, durante el cual pidió a los católicos ser «instrumentos efectivos de la paz de Dios» y ayudar a «construir una reconciliación genuina entre los diferentes pueblos que reconocen a Abraham como su padre en la fe».
Hoy, la basílica es, además de un importante espacio de religión y espiritualidad, un vibrante centro de cultura en Nazaret, adonde se realizan conciertos y otros eventos, tal como se puede ver en una de las fotografías del artista israelí-argentino León Szajman que acompañan esta nota.