Investigadores de la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI) y de la Universidad de Tel Aviv aseguran haber descubierto jarras de vino de fines del período del primer Gran Templo de Jerusalén con restos de vainilla, una especia originaria de América, que todavía no había sido «descubierta»
El hallazgo es impactante si se tiene en cuenta que se trata de vasijas que datan de la época de Sedequías, el último monarca de Judea antes de la destrucción del reino a manos de las hordas de Nabucodonosor II en el año 587 antes de la era cristiana.
La vainilla, coincide la mayoría de los expertos, es nativa de América Central y el Caribe. «Los primeros pueblos que lo cultivaron parecen haber sido los totonacas de la costa este de México», afirma el National Geographic.
Los aztecas, añade la revista, adquirieron la vainilla «cuando conquistaron a los totonacas en el siglo XV», mientras que los españoles la adoptaron cuando derrotaron a los aztecas y la introdujeron luego en Europa, adonde se convirtió en una sofisticada y codiciada especia.
Se trata, resume por su lado la Universidad Veracruzana, de una «exquisita aportación del mundo prehispánico al viejo mundo».

Para los investigadores israelíes, el descubrimiento de vainilla en Jerusalén estaría aparentemente relacionado con una ruta comercial internacional que atravesaba el Negev durante el siglo VII antes de la era cristiana.
«El vino, tal vez, no es una gran sorpresa, pero el hecho de que esté condimentado con vainilla es asombroso»
La ruta, añadieron, era gestionada inicialmente bajo los auspicios del Imperio Asirio y, más tarde, por sus herederos egipcios. «Y posiblemente incluso los babilonios».
También se habla de un posible camino de una variedad india de la vainilla que llegaba hasta el Medio Oriente.
En todo caso, las jarras fueron halladas durante dos excavaciones arqueológicas en Jerusalén: en un estacionamiento y en la ladera oriental de la colina de la Ciudad de David.
Según el reporte de la AAI, las dos construcciones descubiertas en las excavaciones fueron destruidas por los babilonios y las jarras estaban destrozadas en habitaciones bajo un edificio colapsado.

La historia se puso interesante cuando un nuevo estudio sobre estos restos arqueológicos, publicado en la revista científica PLOS One, reveló los resultados de una prueba química que identificó restos de moléculas conservadas en partes de las vasijas de cerámica.
Esa prueba se llevó a cabo sobre ocho de las jarras, y en todas ellas se encontraron «claras evidencias» de que fueron utilizadas para almacenar vino.
Pero lo que «realmente sorprendió a los investigadores», dijo la AAI, fueron los residuos orgánicos que indicaron que el vino estaba enriquecido con vainilla, «una especia exótica y valiosa» que «no era conocida en el Viejo Mundo antes de la llegada de Colón» al continente americano.
Una de las investigadoras, la estudiante de doctorado Ayala Amir, de la Universidad de Tel Aviv, dijo que la tecnología utilizada para identificar las moléculas en las jarras no estaba disponibles hasta hace unos años.
«El análisis molecular nos permite ampliar los límites del conocimiento y de la imaginación»
Ahora, afirmó, «tuvimos la oportunidad de combinar estudios científicos innovadores para analizar el contenido» de las vasijas, lo que «nos abrió una ventana para descubrir lo que comían y bebían en Jerusalén en vísperas de la destrucción» del primer Templo.

Un detalle importante del estudio es que en las asas de algunas de las jarras se encontraron impresiones de un sello en forma de roseta, lo que indica que esas vasijas y su contenido formaban parte de la administración del Reino de Judea.
La gran cantidad de jarras «y las impresiones en ellas, indica la importancia económica del vino, y la cultura de la bebida como una herramienta para la expresión de estatus y poder», indicaron los expertos.
El profesor Yuval Gadot, de la Universidad de Tel Aviv, y el doctor Yiftach Shalev, de la AAI, reconocieron que, «hasta la fecha, no habíamos tenido evidencia directa del uso que se hacía» de las jarras.
«Algunos sugerían que se usaban para vino o para aceite de oliva, pero no había pruebas» en las vasijas, señalaron. «El análisis molecular -continuaron- nos permite ampliar los límites del conocimiento y de la imaginación».
«Ahora comenzamos a reconstruir el rompecabezas de las jarras -dijeron Gadot y Shalev-. El vino, tal vez, no es una gran sorpresa, pero el hecho de que esté condimentado con vainilla es asombroso«, completaron.