Este humilde bocadillo característico de la cocina judía ashkenazí merecía un reconocimiento, que finalmente organizaron los habitantes de una pequeña localidad del centro de la Argentina: así llegó un posible Día Internacional del Knishe.
Conocido también como knish, se trata de un snack que se puede comer al paso o como aperitivo en una cena o almuerzo. Se prepara con un relleno variable de papas y cebollas, envuelto en una apetitosa masa que se hornea (o que, muy raramente, como se vió en este caso, se fríe en aceite).
Los residentes de Colonia Lapin, un localidad en el centro-oeste de la provincia de Buenos Aires, en las famosas pampas argentinas, escenario del establecimiento de inmigrantes judíos en el siglo XX, apostaron al 11 de noviembre para lanzar su primer Festival del Knishe.
La iniciativa fue comentada por medios nacionales y ahora la fecha espera poder convertirse en un verdadero Día Internacional del Knishe. «Los gauchos judíos que fundaron un pueblo centenario y crearon una fiesta popular para celebrar al knishe», señaló, por ejemplo, el portal Infobae.
Por lo pronto, el primer festival se llevó a cabo el 11 de noviembre del 2023, impulsado por el centro cultural de Colonia Lapin con puestos de knishes donde también se contaba su historia y su forma de preparación, cocina en vivo y hasta un grupo de música klezmer.

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«Sentíamos la necesidad de contar con un evento anual» que «represente la alegría cada vez que nos reunimos, un espacio y un momento para que la gente disfrute, que se mantenga viva nuestra historia», le dijo a Infobae una de las organizadoras, que se presentó solamente como Laura.
Una «empanada con forma redonda»
«Y como la colonia es de origen ruso judía, la comida típica son los knishes», añadió para explicar por qué ese bocadillo está en el centro de las celebraciones.
Hablando con el periódico de la ciudad de Buenos Aires, Laura describió los knishes como una especie de «empanada con forma redonda» cuyo relleno tradicional es el puré de papas con cebolla.
«Aunque la composición de ingredientes parece sencilla, harina, papas y cebolla, hay muchos secretos para lograr un resultado similar al de las abuelas, que hacían magia con las manos -aportó la autora del artículo, Cindy Damestoy-. Podría decirse que existen tantas recetas como familias, porque cada una le pone su toque especial».
Laura, por su lado, aportó que «algunos usan agua en la masa, otros un poquito de vinagre, otros huevo, y se guardan con recelo esos detalles». El amasado, coincidieron, «es otro de los puntos a considerar, porque la textura cambia según la cantidad de tiempo que se le dedique».
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Aunque parezca increíble, este modesto bocadillo tiene muchos secretos «y cada quien tiene su método -aseguró la residente de Colonia Lapin-. Lo mismo para el armado, que sale cada vez mejor con la práctica».
La versión frita, «una sensación»
También hay amables polémicas sobre su cocción. «Generalmente se hacen al horno, pero a algunas de las chicas que se encargaron de la mega producción para el festival se le ocurrió hacerlos fritos, para ofrecer otra versión», recordó Laura.
La organizadora reconoció que «se pueden hornear o freír, pero en Argentina no mucha gente los conoce fritos, incluso nosotros no los habíamos comido nunca así, y fueron una sensación (en el festival), a todos les encantaron».
Muchos detalles del encuentro quedaron inmortalizados en un video que preparó un youtuber argentino, Pablo Levinton Fruchtengarten, conocido por su canal influencer Topo por El Mundo.
En el video «El exótico festival judío del knishe en los campos argentinos» se pueden ver los puestos de comidas y el orgullo de los residentes. Hablando con Levinton, dos de las organizadoras revelaron que, para el encuentro, se prepararon… ¡cien docenas de knishes!, incluyendo los fritos.
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Al llegar al lugar, donde también se montaron escenarios y otros espacios para compartir la diversión en público, el Topo por el Mundo no se pudo contener y exclamó: «esto parece un Woodstock judío».
Un guardián de recetas familiares
El knish, se escucha decir desde ese escenario a una de las organizadoras, antes del concierto del grupo Shleper Klezmer, «es un portador de historias, un guardián de recetas familiares y un vínculo con las generaciones que nos precedieron».
Para los habitantes de Colonia Lapin, esas generaciones son las de los inmigrantes judíos que se mudaron a la Argentina para escapar de los pogroms y la pobreza en Europa oriental.
Al llegar al país sudamericano, se encontraron con que su destino eran colonias agrícolas financiadas por célebre filántropos como el barón Moritz von Hirsch, director de la Jewish Colonization Association.
En los cientos de hectáreas que Hirsch adquirió en Argentina se instalaron miles de inmigranes que rápidamente fueron bautizados por sus nuevos compatriotas como «los rusos», o los «gauchos judíos». La gran mayoría terminó mudándose a las grandes ciudades, en especial Buenos Aires.
Sin embargo, muchos también permanecen en localidades como Colonia Lupin, donde se gestó el posible Día Internacional del Knishe.