Lady Montefiore fue la esposa, pero más que nada compañera y socia de uno de los más grandes héroes de la construcción de las primeras bases de la moderna Israel, Moses Montefiore. Pero también tuvo tiempo para publicar un libro sobre cómo preparar comida judía como una verdadera dama
Nacida Judith Barent Cohen el 20 de febrero de 1784 en Londres, la futura «lady» fue una mujer adelantada a su época.
Aunque es injustamente conocida más que nada por haber sido la esposa de sir Moses, Judith fue una destacada lingüista y escritora de viajes.
«Aunque sir Moses generalmente recibió la mayor parte de la gloria, Lady Judith fue una socia plena e igualitaria en todas sus actividades y decisiones», remarcó un artículo de la Biblioteca Nacional de Israel que celebró su figura.
A mediados del siglo XIX, Judith «recibió mucho más crédito» que en la actualidad, «no solamente de parte de la comunidad judía en la Tierra de Israel, sino en todo el mundo», añadió la nota de la investigadora Karen Haber.
La autora centró el homenaje a Lady Judith en el singular libro «The Jewish Manual: Practical Information in Jewish and Modern Cookery (With a Collection of Valuable Recipes & Hints Relating to the Toilette)», una guía general para preparar cocina judía más algunos «tips» de etiqueta.
Publicado en la capital británica en 1846, el volumen apareció originalmente con la misteriosa firma «edited by a lady» (editado por una dama). Sin embargo, los expertos coinciden que fue Judith quien estuvo detrás del proyecto.
El libro se puede conseguir incluso en ediciones contemporáneas en cualquiera de los grandes websites comerciales internacionales, publicado con la autoría de Lady Judith Cohen Montefiore.
El libro ofrece recetas austeras y concisas, además de consejos de etiqueta y cuidado de la higiene personal
En la introducción, apunta Haber, el editor anónimo «señala que el libro está escrito para mujeres jóvenes como una guía para manejar una mesa rica y diversa, la base de una familia feliz y de interacciones sociales exitosas».
Pero la lectora o el lector no deben esperar encontrar en las páginas del libro -una de cuyas ediciones originales se encuentra en la Biblioteca– recetas muy detalladas y con comentarios divertidos como aparecen en los libros actuales de cocina.
Como era de esperar de una dama de la época, la obra es concisa y directa, y las recetas escuetas y al grano.
Por ejemplo, si el lector o la lectora quiere preparar un budín de Pésaj al estilo de la Londres de los tiempos de los Montefiore debe mezclar «cantidades iguales de polvo de galleta y grasa rallada, la mitad de la cantidad de grosellas y pasas, un poco de especias y azúcar, con una onza de cáscaras confitadas y huevos finos bien batidos».
Luego «conviértalos en una masa firme, hiérvalos bien y sírvalos con una salsa dulce». Según la editora del libro, «este budín es excelente horneado en un molde de lata».
Judith estaba «fascinada» con la Tierra de Israel, que visitó nada menos que cinco veces
Después de las simples recetas y de las indicaciones para preparar carnes, pescado, salsas y algunos postres, el libro ofrece «algunos consejos para la anfitriona sofisticada» (comenta Haber) y sobre higiene y cuidado del cuerpo.
Haber reconoce que «no hay pruebas concluyentes de que Judith Montefiore sea la misteriosa ‘dama’ detrás del libro, pero creemos que lo es«.
Moses y Judith, recordó, financiaron la renovación de la Tumba de Raquel en las afueras de Belén. Y, después de la muerte de su amada esposa en 1862, sir Montefiore construyó en su propiedad en Kent una tumba siguiendo el modelo de la de Raquel.
A su muerte, Moses fue enterrado allí junto a ella.
Existe, además, otra «prueba» de que Judith preparó el libro (que se puede leer, en inglés, haciendo click aquí).
En efecto, entre sus páginas aparece una «sopa palestina» que, en aquella época, podía ser conocida solamente por alguien que visitó Tierra Santa.
Judith Montefiore visitó la Tierra de Israel a mediados del siglo XIX no menos de cinco veces mientras acompañaba a su esposo.
«Quedó cautivada por el encanto de Tierra Santa e incluso aprendió árabe, además de hebreo y cuatro o cinco idiomas más que ya conocía», concluyó la investigadora de la biblioteca nacional.