Al anunciarse el martes de esta semana su fallecimiento, las notas de elogio y condolencias llegaron desde todo el mundo, incluso desde Jerusalén, pero la figura de Mijail Gorbachov es también uno de los grandes símbolos de las complicadas relaciones de Israel con la Unión Soviética, y ahora con Rusia
Gorbachov, dijo el presidente israelí, Itzjak Herzog, «fue una de las figuras más extraordinarias del siglo XX» además de «un líder valiente y visionario, que dio forma a nuestro mundo de maneras que antes se creían inimaginables».
En términos similares se expresó el primer ministro, Yair Lapid, según el cual el ex presidente soviético «fue un líder valiente y gran estadista, que contribuyó en gran medida a la rehabilitación de las relaciones entre su país e Israel».
Además, remarcó Lapid, Gorbachov «abrió las puertas de la Unión Soviética a la gran ola de inmigración judía a Israel en los ’90».
Ese fue, precisamente, el principal punto de los comentarios de las figuras y organizaciones israelíes y judías internacionales al momento de reaccionar a la noticia del fallecimiento del hombre que desencadenó el colapso de la URSS.
Por ejemplo, William Daroff, el director ejecutivo Conference of Presidents of Major American Jewish Organizations (el grupo que nuclea a los principales grupos judíos de Estados Unidos), destacó los «esfuerzos» de Gorbachov para «poner fin a la Guerra Fría».
Pero, especialmente, Daroff apuntó a la parte de esos esfuerzos que buscaron poner fin a «la persecución del gobierno (de Moscú) de millones de judíos soviéticos que no podían vivir abiertamente ni emigrar libremente».
Mikhail Gorbachev set out to reform the Soviet Union. But the social and economic forces he unleashed ended up destroying it.
— The New York Times (@nytimes) September 1, 2022
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El Congreso Judío Mundial (CJM), por su lado, dijo «lamentar» la muerte de Gorbachov, a quien señaló como «un defensor de la libertad y los derechos humanos».
«Fue un líder valiente y gran estadista, que contribuyó en gran medida a la rehabilitación de las relaciones entre su país e Israel»
El ex presidente, añadió desde Twitter el presidente del CJM, Ronald Lauder, fue «un verdadero amigo del pueblo judío que a través de sus acciones permitió que innumerables judíos soviéticos regresaran a su herencia».
«Mijail Gorbachov ha muerto -escribió Pinchas Goldschmidt, el rabino principal de Moscú desde 1993 hasta este año en un mensaje en Twitter-. Tres millones de judíos soviéticos le deben su libertad», afirmó.
Datos elaborados por el profesor Mark Tolts, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, señalan que, solamente entre 1989 y 1999, alrededor de 750.000 judíos soviéticos emigraron a Israel. Eso sin contar los que salieron a Estados Unidos y otros países y a los que emigraron en los años siguientes.
Las puertas a esa emigración fueron abiertas básicamente por Gorbachov y su política de «glasnot», la limitada apertura democrática con la que el presidente soviético buscó salvar la URSS y terminó hundiéndola.
«Su intención había sido mantener intactos el estado y el imperio soviéticos, pero aflojar las cosas lo suficiente como para socavar a los críticos de los abusos contra los derechos humanos», señaló el comentarista judío estadounidense Jonathan Tobin.
En una columna en el portal conservador Jewish News Syndicate, Tobin dijo que «adorado en el extranjero mientras era despreciado en casa, (Gorbachov) pensó que podría preservar el régimen comunista liberalizándolo».
«Su condición de héroe para Occidente y para los judíos -sentenció el comentarista- se basa en algo que a menudo se pierde en los tributos que se le rinden: fracasó«.
Después de abrir las fronteras a los judíos soviéticos, se lamento por la posible fuga de cerebros
Es que, para muchos, las reformas en el frente de los derechos humanos y la apertura de las fronteras para los judíos que querían salir del país fueron nada más que intentos de Gorbachov por mantener en pie un imperio que se estaba disolviendo lentamente desde adentro.
Cuando quedó en evidencia la magnitud de la emigración masiva, Gorbachov «lamentó el hecho de que tantos judíos soviéticos decidieran abandonar el país», porque creía que eso resultó en «una fuga de cerebros», señaló el diario Times of Israel.
Los temores estaban relacionados con la cantidad inesperadamente alta de judíos que eligieron salir del país una vez que el presidente les dio el visto bueno.
Números citados por la Jewish Telegraphic Agency (JTA) muestran que el número de judíos a los que se permitió emigrar en 1985 (Gorbachov asumiría la presidencia en marzo de 1990) fue de apenas 1.140 personas, y descendió todavía en 1986, cuando emigraron 914 judíos soviéticos.
כולנו עוד זוכרים את החיפושים בחפצים האישיים בגבול, את ההשפלה שבויתור כפוי על האזרחות, את הפקידים העוינים שאיחלו לנו שנמות מרעב "שם". ועדיין - אנחנו אסירי תודה למיכאיל גורבצ'וב על כך שאפשר לנו לעזוב. על כך מאמר דעה שלי בהארץhttps://t.co/kdhPYpdWoz
— Ksenia Svetlova كسنيا سفطلوفا (@KseniaSvetlova) September 1, 2022
Luego llegó la avalancha de emigrados: un proceso que asombró al mundo y, además, cambió para siempre la fisonomía de Israel, donde solamente los judíos rusos forman una comunidad de más de 900.000 personas en un país de apenas 9,6 millones de habitantes.
Si bien lamentó la «fuga de cerebros», Gorbachov entendía perfectamente las razones de la masiva salida de judíos de la URSS al exterior.
En 1991, recordó Times of Israel, «reconoció públicamente lo que se sabía desde hacía mucho tiempo: la Unión Soviética tenía un problema de antisemitismo».
También denunció los «brotes venenosos» de antisemitismo en la URSS
«Los brotes venenosos del antisemitismo surgieron incluso en suelo soviético», escribió en un discurso que pronunció uno de sus asistentes en 1991 en Babi Yar, en Ucrania, lugar en 1941 de una de las peores matanzas de judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
(Sugestivamente, Babi Yar volvió a ser noticia a principios de este año, cuando cohetes de las tropas rusas que invadieron Ucrania alcanzaron partes del memorial que recuerda la masacre).
Las relaciones entre Israel, los judíos y la Unión Soviética siempre fueron complejas. Moscú reconoció rápidamente a Israel tras la declaración de la Independencia de 1948 y nada menos que Golda Meir, nacida en Kiev, fue la primera embajadora del flamante país medioriental.
Pero poco después la posición del gobierno soviético se inclinó hacia las naciones árabes y, tras la Guerra de los Seis Días, las relaciones diplomáticas se suspendieron. A esa altura, la URSS ya era la principal proveedora de armas que Egipto y Siria utilizarían en la Guerra de Iom Kipur.
Ni con el «glasnot» o la «perestroika» Gorbachov logró frenar la decadencia política y económica de la Unión Soviética, que terminó por romperse en diciembre de 1991. El último presidente de la URSS se retiró entonces como un fracaso en su país pero una celebridad en el exterior.
Los nostálgicos del comunismo lo despreciaban, pero era una celebridad en el exterior
Pocos meses después, en junio de 1992, Gorbachov hizo una visita a Israel: pasó por el Muro de los Lamentos y fue cálidamente celebrado por todo el país con una bienvenida reservada solamente para los héroes.
«Recibió premios, títulos honoríficos y, para su sorpresa, una nueva variedad de papas que lleva su nombre», rememoró el columnista Ron Kampeas en el website de la JTA.
En el marco de aquella visita, Gorbachov revisitó el tema del antisemitismo en la Unión Soviética, que fue, aseguró, «oficialmente negado en la política pero alentado en la práctica».
https://twitter.com/ParkerMolloy/status/1564715287802527744
«En los días de Stalin, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, el antisemitismo se introdujo en la política interior y exterior», señalaba el ya ex presidente soviético en 1992.
«Incluso después de la muerte de Stalin -completó Gorbachov durante su paso por Israel-, este estado de cosas continuó, pero no en formas abiertamente represivas».
Después de la visita a Jerusalén, el último líder soviético siguió disfrutando del reconocimiento internacional desde Moscú, adonde recibió a numerosas figuras que llegaban a Rusia, entre ellas Shimon Peres.
Los lazos entre Rusia y los judíos en los siglos pasados, y de Moscú con Israel desde 1948 fueron siempre controvertidos.
Incluso actualmente, con la invasión de Ucrania y la presencia militar rusa en Siria, las relaciones son altamente complejas. Pero esa es ya otra historia.