Es una de las esculturas más famosas de la historia, se encuentra en la iglesia mayor de la basílica de San Pietro in Vincoli, en Roma, fue concebida y preparada por Michelangelo Buonarroti y guarda un misterio: ¿por qué el genial artista le puso cuernos a la figura de Moisés?
La obra, originalmente llamada en italiano Mosè, le fue encargada a Michelangelo en el 1505 y la cinceló en mármol blanco entre 1513 y 1536. Se había pensado para formar parte de los adornos de la tumba del papa Julio II, el principal mecenas del escultor y quien, precisamente, le pidió al artista que preparara la estatua de tono bíblico.
Al final, el papa -que murió en febrero de 1513- fue enterrado junto a su tío Sixto IV en la Basílica de San Pedro, por lo que el ensamble de esculturas preparado por Miguel Ángel y sus colaboradores no funciona en realidad como una tumba.
Siglos después, eso poco importa, ya que la magnifica obra preparada por el genio nacido en la República de Florencia en 1475 cobró vida propia y es una de las obras artísticas más famosas del mundo.
Inspirada en la estética desarrollada por Rafael y Donatello, la escultura representa a un majestuoso Moisés sentado con las Tablas de la Ley bajo el brazo, mientras con la otra mano acaricia su larga barba.
Una escultura hecha «con pincel»
Según el reconocido pintor y biógrafo Giorgio Vasari, contemporáneo de Michelangelo, el Moisés fue tallado con tanta perfección que parece más una «obra de pincel que de cincel».
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Una guía turística italiana sostiene que el momento representado en esta obra «es el que sigue a la entrega de los Mandamientos en el Monte Sinaí, cuando Moisés encuentra a los israelitas decididos a adorar un becerro de oro, signo del culto a otros dioses».
«Moisés está enojado y parece estar a punto de levantarse y destruirlo todo -agrega la guía-. Un enfado que se expresa perfectamente en las venas hinchadas y los músculos tensos que parecen dar vida al mármol».
Pero existe otro detalle en la estatua que viene llamando la atención desde hace siglos y genera debates: los «cuernos» de Moisés. Al parecer, todo se debe a una incorrecta traducción de una palabra hebrea en la Biblia.
A finales del siglo IV, recuerda un artículo del National Geographic, San Jerónimo de Estridón, que luego sería santificado y es considerado uno de los padres de la iglesia cristiana, hizo un trabajo «monumental» traduciendo la Biblia desde el griego y el hebreo al latín.
¿Cuernos o rayos de luz?
Cuando Jerónimo tradujo Éxodo 34, 35 se encontró con una palabra compuesta por las letras k (kuf), r (reish) y n (nun) que -como en hebreo no se escriben las vocales y a menudo hace falta el contexto para traducir- se puede interpretar como keren (radiante, luminoso) o karan (cuerno).
Jerónimo eligió la segunda opción y tradujo: «Y los Hijos de Israel vieron entonces que cuernos emanaban de la tez del rostro de Moisés». Esa versión fue luego descartada y la que prevalece dice: «Y los Hijos de Israel vieron entonces que rayos de luz emanaban de la tez del rostro de Moisés».
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En un fascinante estudio publicado por la Biblioteca Nacional de Israel (BNI), el investigador Daniel Lipson señaló que el error de Jerónimo llegó a través de las traducciones griegas del Antiguo Testamento.
Una de ellas es conocida como Septuaginta y dice que el rostro de Moisés estaba «glorificado» o «glorioso», lo cual «es una traducción razonablemente precisa», apuntó Lipson. «Pero Jerónimo también hizo uso de la traducción griega realizada por Aquila de Sinope», recordó.
Aquila creció en lo que hoy es Turquía en el siglo II, se convirtió al judaísmo y algunos lo identifican con Onkelos, «a quien conocemos como el hombre que tradujo la Torá al arameo», señala el artículo de la BNI.
Las letras hebreas en la raíz del error del santo
Volviendo al tema del Moisés, Aquila tradujo la raíz hebrea k-r-n como «cuerno». Lipson dice que «puede que nos suene extraño, pero en la antigüedad los cuernos simbolizaban el poder, razón por la cual a veces se colocaban cuernos en los cascos de los guerreros».
«Para ser justos, Aquila tuvo cuidado de escribir que Moisés tenía la ‘apariencia’ de cuernos en lugar de cuernos físicos», destacó. El problema con Jerónimo es que «siguió a Aquila y usó la palabra cornutam/cornuta en latín, que significa cuernos de animales, no rayos de luz».
La traducción de Jerónimo, conocida como la Vulgata, es la versión con la que crecieron la generación de Miguel Ángel y sus predecesoras, por lo cual, a sus ojos, Moisés tenía «cuernos». Y así lo aplicó a la obra maestra que se luce en San Pietro in Vincoli.
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Lipson rescata en su artículo otra interpretación de los cuernos del Moisés, una que los judíos vienen escuchando desde hace siglos: se trata de una dimensión antisemita que la palabra cornuta agrega a la famosa escultura.
Tanto la Torá «como la fe cristiana en su conjunto atribuyen la presencia de cuernos a criaturas monstruosas e incluso al propio Satanás», escribió el investigador de la BNI.
«Aunque el Antiguo Testamento también es sagrado para los cristianos, podría ser que Moisés, como representante del pueblo judío, fuera descrito implícitamente como el líder de una nación malvada», y que los cuernos sirvieran así como un medio para demonizarlos, completó.
Libros alemanes
Para agregar más capas a este debate, la historiadora del arte Ruth Mellinkoff mostró en sus investigaciones que la asociación de los cuernos de animales con Moisés «era un tema común en muchas obras artísticas cristianas de la Edad Media, y no siempre de manera negativa».
En esas obras, el profeta aparecía a veces con un solo cuerno, un sombrero del que salían cuernos e incluso cabello en forma de dos cuernos. «Parecería que Miguel Ángel seguía una tradición artística bien establecida cuando decidió añadir sus cuernos», indicó Lipson.
Finalmente, otra historiadora del arte, Malka Rosenthal, escribió que Moisés también aparecía con cuernos en ilustraciones literarias judías, como algunos libros publicados en la ciudad alemana de Fürth entre 1741 y 1750.
En sus portadas se puede ver las figuras de Moisés y Aarón, con el profeta sosteniendo un bastón y tablillas… y con un par de cuernos en su cabeza.