Investigadores de cuatro universidades de Israel desarrollaron en conjunto un nuevo sistema que aplica de manera novedosa conceptos de la ciencia para confirmar historias relatadas en la Biblia.
En su primer estudio, el sistema corroboró científicamente un evento descrito en el Segundo Libro de los Reyes: la conquista de la ciudad filistea de Gat por Hazael, rey de Aram.
El método, explicaron los investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén, de Tel Aviv, la Bar-Ilan y la de Ariel, se basa en medir el campo magnético registrado en ladrillos calcinados.
«Nuestros hallazgos resultaron importantes para determinar la intensidad del incendio y el alcance de la destrucción en Gat, la ciudad más grande y poderosa del país en ese momento, y también para comprender las prácticas de construcción en la región», señalaron.
También destacaron que, a diferencia de métodos anteriores, la nueva técnica puede determinar si un determinado artículo (como un ladrillo de barro) se sometió a un proceso de fuego incluso a temperaturas relativamente bajas, desde 200 centígrados y más.
¿Con qué se construía en la Tierra de Israel?
Esta información provista por la ciencia, aseguraron, puede ser crucial para interpretar correctamente los hallazgos arqueológicos, en este caso relacionados con la Biblia.
Según el profesor Oded Lipschits, de la Universidad de Tel Aviv y parte del equipo encabezado por el doctor Yoav Vaknin, «a lo largo de las edades del Bronce y del Hierro, el principal material de construcción en la mayor parte de la Tierra de Israel fueron los ladrillos de barro».
Ese material, barato y fácilmente disponible, se utilizó «para construir muros en la mayoría de los edificios, a veces sobre cimientos de piedra -continuó-. Por eso es tan importante comprender la tecnología utilizada para fabricarlos».
Durante la misma época, aportó Vaknin, académico de las universidades de Jerusalén y de Tel Aviv, «los habitantes de otras tierras, como la Mesopotamia, donde era difícil conseguir piedra, cocían ladrillos de barro en hornos para aumentar su resistencia y durabilidad».
Esa técnica, recordó el investigador, incluso se menciona en la historia de la Torre de Babel en el Libro del Génesis, pero la mayoría de los expertos «cree que no llegó a la Tierra de Israel hasta mucho más tarde, con la conquista romana».
Hasta entonces, los habitantes de la Tierra de Israel utilizaban ladrillos de barro secados al sol. «Por lo tanto, cuando se encuentran ladrillos en una excavación arqueológica, se deben plantear varias preguntas», señaló Vaknin.
Respuestas «concluyentes»
«En primer lugar, ¿se cocieron los ladrillos y, de ser así, en un horno antes de la construcción o in situ, en un evento de conflagración destructiva? Nuestro método puede proporcionar respuestas concluyentes«, afirmó.
Este nuevo método se basa en medir el campo magnético registrado y «bloqueado» en el ladrillo mientras se quemó y se enfrió. «La arcilla con la que se fabricaron los ladrillos -dijo Vaknin- contiene millones de partículas ferromagnéticas, minerales con propiedades magnéticas que se comportan como pequeñas ‘brújulas’ o imanes».
Cuando se trata de un ladrillo de barro secado al sol, la orientación de esos imanes es casi aleatoria, de modo que se anulan entre sí. Por lo tanto, la señal magnética general del ladrillo es débil y no uniforme.
Pero cuando se calentaron a 200 grados centígrados o más, como ocurre en un incendio, se liberan las señales magnéticas de estas partículas y, estadísticamente, tienden a alinearse con el campo magnético terrestre en ese momento y lugar específico.
Al momento de enfriarse, las señales magnéticas permanecen fijas en su nueva posición y el ladrillo alcanza un campo magnético fuerte y uniformemente orientado, que puede medirse con un magnetómetro.
Se trata de una clara indicación de que el ladrillo, de hecho, pasó por un incendio, un detalle que se hace muy valioso en manos de un arqueólogo, dijeron los responsables del estudio, que se publicó en la revista especializada PLOS ONE.
Campos magnéticos
En la segunda etapa del procedimiento, los investigadores «borran» gradualmente el campo magnético del ladrillo, mediante un proceso llamado desmagnetización térmica. Lo calientan en un horno especial en un laboratorio paleomagnético, que lo neutraliza.
De esta manera, el calor libera las señales magnéticas, que una vez más se organizan aleatoriamente, anulándose entre sí, y la señal total se debilita y pierde su orientación.
«Realizamos el proceso gradualmente -elaboró Vaknin-. Al principio calentamos la muestra a una temperatura de 100 grados, lo que libera las señales de sólo un pequeño porcentaje de los minerales magnéticos».
Luego, continuó, «la enfriamos y medimos la señal magnética restante». En los siguientes pasos se repite el procedimiento a temperaturas de 150, 200 grados, etcétera, «procediendo en pequeños pasos hasta llegar a los 700».
Vaknin dijo que, de esa manera, el campo magnético del ladrillo se va borrando gradualmente. La temperatura a la que se «desbloquea» la señal es aproximadamente la misma en la que se «bloqueó» inicialmente y, al final, la temperatura a la que se borra completamente el campo magnético es la que se alcanzó durante el incendio original».
Después de demostrar la validez del método en el laboratorio, los investigadores israelíes lo aplicaron a una disputa arqueológica específica sobre una estructura de ladrillo específica en Tell es-Safi, identificada como la ciudad filistea de Gath, hogar de Goliat.
¿Precocidos o quemados en un incendio?
¿Estaba construida con ladrillos precocidos o fueron quemados en el lugar?
La hipótesis predominante, basada en el Antiguo Testamento de la Biblia, fuentes históricas y de la ciencia, como la datación por carbono 14, atribuye la destrucción de la estructura a la devastación de Gat por Hazael, rey de Aram Damasco, alrededor del 830 antes de la era cristiana.
Sin embargo, una investigación anterior proponía que el edificio no se había quemado, sino que se había derrumbado durante décadas, y que los ladrillos encontrados en la estructura habían sido cocidos en un horno antes de la construcción.
Si esa hipótesis era correcta, este sería el primer ejemplo de tecnología de cocción de ladrillos descubierto en la Tierra de Israel.
Para resolver la disputa, el equipo de Vaknin aplicó el nuevo método a muestras del muro de Tell es-Safi y a los escombros derrumbados. Los resultados fueron concluyentes: todos los campos magnéticos mostraban la misma orientación, norte y abajo.
Las pruebas demostraron que los ladrillos «se quemaron y enfriaron justo donde fueron encontrados, es decir, en un incendio en la propia estructura, que se derrumbó en unas pocas horas», resaltó Vaknin.
Si los ladrillos se hubieran cocido en un horno y luego colocados en la pared, sus orientaciones magnéticas habrían sido aleatorias. Y si la estructura se hubiera derrumbado con el tiempo y no en un incendio, también los escombros mostrarían orientaciones magnéticas aleatorias.