El Talmud dice que a los padres se les otorga un elemento de profecía al nombrar a sus hijos, algo que es bueno recordar en estos tiempos difíciles cuando se trate de elegir nombres judíos (de origen hebreo, idish o ladino) para los bebés.
Como ejemplo de ese poder que radica en la forma en que nos llamamos, en la Torá y otros textos judíos «vemos que cuando las personas cambian su nombre –como Abram a Abraham, o Jacob a Israel– su identidad misma cambia», recordó un artículo del portal estadounidense Kveller.
«Mientras el pueblo judío de todo el mundo atraviesa colectivamente luto y crisis» por el ataque terrorista del 7 de octubre en Israel, «además de enfrentarse a oleadas de antisemitismo», los futuros padres pueden estar «buscando nombres que expresen orgullo» y «resiliencia», señaló la nota.
Las historias detrás de los nombres de figuras judías en la historia «siempre fueron significativas», remarcó la autora del artículo, Naomi Kaye Honova. Uno de los mejores ejemplos, apuntó, es el de Moisés (Moshe), que deriva del verbo «salvar» (leoshía): «salvado» de las aguas del Nilo.
«Hasta el día de hoy -dijo la periodista-, la implicación de un nombre puede ser un factor decisivo para muchas familias judías» o que prefieran los nombres de origen hebreo.
En algunas tradiciones judías, señaló Kaye Honova, incluso se cambiaban los nombres como una forma de engañar al Ángel de la Muerte durante una enfermedad.
Una tarea «seria y sagrada»
Por su parte, los judíos ashkenazi «a menudo ponen a sus hijos nombres de parientes fallecidos, y los judíos sefaradíes a veces nombran a sus hijos con el nombre de parientes vivos como tributo».

«Baste decir que, históricamente, la comunidad judía ha considerado siempre la elección» del nombre de un bebé «como una tarea seria y sagrada».
Kveller propone entonces una serie de nombres judíos para bebé que pueden ser representativos de los duros tiempos que corren, comenzando por Jaia, el nombre de mujer que significa «viva» (el femenino de «jai», que es el masculino para «vivo»).
La lista para las niñas sigue con Bina (una de las palabras hebreas para «sabiduría»), Emuna («fe»), Malka («reina»), Nejama («consuelo»), Tikvá («esperanza») y Tirzá («ella es mi alegría»).
También sugiere nombres de origen ladino, el lenguaje judeo-español, como Reina, Orovida y Fortuna.
Para los varones, los nombres adecuados para estos tiempos que sugiere el portal judío estadounidense incluyen Amitai (que deriva de «verdad»), Ariel (el «león de Dios»), Barak («rayo»), Gabriel («la fuerza de Dios») y Uri («mi luz»), entre otros.
Del idish llegan Zelig («bendecido») y Hezkel (un derivado del hebreo Iejezkel, el profeta Ezequiel, cuyo nombre significa «Dios es mi fortaleza»), mientras que el ladino aporta Maimon, cuyo sentido se puede traducir como «buena fortuna».