En medio de la guerra con Hamas y de los cohetes que caen sobre el país desde la Franja de Gaza, el Líbano, Siria y hasta Yemen, los museos de Israel decidieron poner a salvo sus máximos tesoros.
«Desmontar una exposición es algo que normalmente no se hace, porque confiamos en el edificio, confiamos en la seguridad de las vitrinas», explicó Hagit Maoz, curadora del Heihal HaSefer, el Santuario del Libro en el Museo de Israel, en Jerusalén.
«Pero ésta es una situación diferente, por lo que tenemos que actuar en consecuencia», admitió la experta en diálogo con Reuters.
Muchos de los más valiosos artefactos histórico y religiosos en los museos de Israel están siendo llevados a búnkeres subterráneos para su protección ante posibles ataques con misiles, indicó el reporte de la agencia británica.
Entre esos invaluables elementos se encuentran los Rollos del Mar Muerto, los manuscritos preparados entre los años 250 antes de la era cristiana y el 66 de nuestra era, alojados en el Santuario del Libro y que representan el testimonio más antiguo de los textos bíblicos hasta ahora.

Al igual que otras instituciones educativas del país, el Museo de Israel activó sus protocolos de guerra apenas se supo de la magnitud del ataque terrorista del 7 de octubre, cuando militantes de Hamas mataron a 1200 personas en el sur del país y se llevaron decenas como rehenes a Gaza.
Friederike Beer, en el búnker
Cuando los expertos se pusieron a trabajar en las tareas de protección tuvieron que «elegir los artefactos más finos o más frágiles», reconoció con tristeza Nurith Goshen, otra de las curadoras del museo.
Es en esos momentos cuando «realmente entiendes el significado de lo que tenemos aquí y de lo que tenemos bajo nuestra custodia para Israel, pero también para el mundo», añadió Goshen.
Según el informe de Reuters, medidas similares se tomaron en el Museo de Arte de Tel Aviv. Allí, por ejemplo, el Porträt der Friederike Maria Beer, el retrato que Gustav Klimt pintó en 1916 de la joven musa austríaca judía, ya está «en un búnker subterráneo fortificado junto con otras obras».
Algunas de estas obras de arte, afirmó la directora del museo, Tania Coen-Uzzielli, «sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial». Ahora, declaró, «somos sus custodios por un tiempo y necesitamos protegerlas, para la posteridad y para la historia».