Hablemos de la Keará de Pésaj…
En la festividad de Pésaj, el pueblo judío conmemora uno de los episodios fundacionales de su historia: la salida de Egipto, la liberación de la esclavitud y el nacimiento como nación.
Durante la noche del Séder —la primera y, en la diáspora, también la segunda— se realiza una cena ritual cargada de simbolismo. En el centro de la mesa se encuentra la Keará de Pésaj, un plato ceremonial que condensa, en seis elementos, siglos de memoria, fe y tradición.
La Keará es mucho más que un objeto físico: es una narración comestible del Éxodo. Cada uno de sus componentes tiene una función pedagógica. No se trata solo de recordar lo ocurrido, sino de transmitirlo activamente a las nuevas generaciones.
Los seis elementos que conforman la Keará son:
Zeroa (hueso asado): Representa el sacrificio de Pésaj que se realizaba en el Templo de Jerusalén. También alude al «brazo poderoso» con el que Dios redimió a los israelitas. Aunque no se consume, simboliza la conexión con la historia y la espiritualidad del pueblo judío.
Beitzá (huevo duro): Asociado al sacrificio de Jagigá, también ofrecido en las festividades. El huevo, símbolo universal de vida, en este contexto representa duelo por la destrucción del Templo y esperanza en la redención futura.
Maror (hierba amarga): Generalmente rábano picante o lechuga. Evoca la dureza de la esclavitud egipcia. Se consume durante el Séder, a menudo acompañado por jaroset.
Jaroset: Mezcla dulce de manzana, nuez, vino y especias, con variantes según la tradición familiar. Su textura recuerda el barro de los ladrillos que los esclavos hebreos debían fabricar. Su dulzura simboliza la esperanza y la redención.

Karpas (vegetal fresco): Perejil, apio u otra hortaliza de temporada. Se sumerge en agua salada, que representa las lágrimas derramadas en Egipto. El karpas también alude a la primavera y el renacer.
Jazeret: Otra porción de hierba amarga, utilizada en algunas tradiciones para el korej —el «sándwich» ritual de matzá y maror que recuerda la costumbre de Hilel en tiempos del Templo.
Variantes entre comunidades
Aunque los elementos de la Keará son generalmente los mismos, hay pequeñas diferencias en cómo se preparan o disponen según la tradición. En comunidades ashkenazíes, por ejemplo, el maror suele ser rábano picante rallado, mientras que en comunidades sefaradíes se prefiere la lechuga romana. El jaroset también cambia: entre los sefaradíes suele llevar dátiles y canela, mientras que entre los ashkenazíes es más común a base de manzana y nuez.
Incluso la ubicación de los elementos en la Keará puede variar: algunos siguen el orden establecido por el Arizal (el cabalista de Safed del siglo XVI), otros usan disposiciones más simples.
Una lección viva
Más allá de sus diferencias, la Keará de Pésaj es una herramienta educativa y espiritual. Cada ingrediente invita a contar una parte del relato, a recordar no solo el sufrimiento, sino también la redención, la esperanza y la responsabilidad de transmitir la historia.
En tiempos en los que la memoria puede diluirse entre la velocidad de la información, rituales como el del Séder y elementos como la Keará nos devuelven al origen.
Nos recuerdan que la libertad no se da por sentada, y que cada generación debe verla como un regalo que merece ser contado, vivido y protegido.