Y fue un fotógrafo judío, con una bandera soviética «judía», quien retrató para siempre la caída de Berlín
Todo había comenzado en febrero de 1945 durante la cumbre de Yalta, en Crimea, donde Stalin comprendió que tanto el presidente de Estados Unidos, Franklin Roosevelt, como el primer ministro de Gran Bretaña, Winston Churchill, se habían resignado a que las tropas soviéticas serían las primeras en entrar en Berlín, el corazón del régimen nazi.
Stalin entonces pergeñó el famoso plan que puso a dos de sus principales jefes militares, los mariscales Georgy Zhukov e Ivan Konev, uno contra otro en la carrera hacia la ciudad donde se escondía Hitler.
Mientras se desarrolló la sangrienta competencia -que terminó «ganando» Zhukov, el general favorito de Stalin- en Moscú se decidió que la Unión Soviética debía retratar para la posteridad la toma de Berlín, preferentemente con una fotografía de la bandera roja con la hoz y el martillo flameando en el palacio parlamentario del Reichstag.
Después de un cruento combate para capturar el edificio -odiado por los soviéticos como símbolo del fascismo alemán, aun cuando había caído en desuso cuando los nazis subieron al poder, en 1933-, al lugar llegó el encargado de tomar la fotografía, Yevgeny Khaldei, un reportero gráfico de la agencia Tass.
Una primera bandera se había izado en la cúpula del Reichstag antes de su ocupación completa y desalojada por los soldados alemanes, a fines de abril. Cuando el ejército rojo tomó finalmente el edificio, Khaldei ordenó organizar una puesta en escena para volver a izar la enseña comunista.
No se trataba de un truco nuevo, ya que la otra famosa imagen de la Segunda Guerra Mundial protagonizada por una bandera, la estadounidense que se izó en Iwo Jima, también se realizó de manera poco espontánea.
Khaldei se inspiró en otra famosa foto: la bandera estadounidense izada en Iwo Jima
En efecto, la primera bandera que se colocó en la cima del monte Suribachi era muy pequeña, por lo que el fotógrafo Joe Rosenthal -quien también trabajaba para una agencia de noticias, en su caso la Associated Press, y también era judío, aunque se había convertido al cristianismo- pidió a un grupo de soldados volver a subir con una nueva bandera, más grande.
La imagen que capturó Rosenthal el 23 de febrero de 1945 dio la vuelta al mundo y quedó grabada en la historia para siempre. Y, según se supo tiempo después, fue una de las principales inspiraciones para Khaldei.
El 2 de mayo, el fotógrafo de Tass trepó a la cúpula junto a un grupo de soldados, uno de ellos (más adelante se conoció su nombre, Aleksei Kovalev, un recluta de 18 años de Kiev) colocó el mástil perpendicular, con la hoz y el martillo bien visible, y el resto es historia.
Al igual que ocurrió con la escena en Iwo Jima, la foto en Berlín estuvo plagada de controversias, incluyendo manipulaciones de los nombres de los soldados que subieron con Khaldei, y la propia identidad del reportero gráfico, que no se divulgó originalmente.
(La trágica historia de los soldados que izaron la bandera estadounidense en el monte Suribachi fue magníficamente relatada por el director Clint Eastwood en el filme «Flags Of Our Fathers», del 2006. Mucho antes, en 1961, Tony Curtis encarnó el drama de uno de esos jóvenes militares, Ira Hayes, quien murió congelado y alcoholizado en 1955, en «Outsider»).
Una bandera cosida por un judío y un fotógrafo judío, «un maravilloso acto de justicia poética»
¿Por qué se puede decir que la enseña roja que flameó en la altura del Reichstag era una bandera «judía»? Es que, cuando le ordenaron la misión, Khaldei le pidió a uno de sus tíos, también judío, que le preparara una para llevar hasta Berlín.
Según el investigador Michael Griffin, el tío del fotógrafo de Tass le cosió la bandera a partir de tres manteles rojos.
«Una bandera roja cosida por un judío flameando sobre el Reichstag y retratada por un fotógrafo judío, me parece un maravilloso acto de justicia poética» en el final del régimen que cometió el Holocausto, señala la profesora Reina Pennington, de la Universidad de Norwich, en el documental » WWII in Color: Road to Victory».
Khaldei había nacido el 23 de marzo de 1917 en la ciudad ucraniana de Yuzovka, en ese entonces parte del imperio ruso y ahora conocida como Donetsk. Según sus biógrafos, se «obsesionó» por la fotografía desde niño.
A los 19 años ya trabajaba para Tass, en aquel momento la principal agencia del estado soviético y todavía una de las más importantes del mundo. En 1941 se unió al Ejército Rojo como fotoperiodista de la agencia y tomó imágenes de la guerra de principio a fin y en varios frentes, desde Murmansk hasta Berlín.
A la capital alemana no llegó por casualidad: ya había construido una reputación como el mejor reportero gráfico de guerra soviético.
Además de las escenas de combate, en diciembre de 1941 Khaldei documentó los rastros de las matanzas nazis en la zona de Kerch, en Crimea, adonde los nazis asesinaron a cientos de judíos.
Algunas de sus fotografías fueron usadas como pruebas contra los nazis en los Juicios de Nuremberg
El fotógrafo viviría en carne propia las atrocidades de las tropas alemanas de ocupación, que mataron a su padre y a dos de sus hermanas.
Según los archivos de Yad Vashem, el museo del Holocausto, en Jerusalén, «las fotografías más poderosas de Khaldei que reflejan el aspecto judío de la guerra son del gueto de Budapest».
En enero de 1945, el reportero acompañaba al Ejército Rojo cuando entró en la capital húngara, y allí «visitó el gueto recién liberado, uno de los últimos de todo Europa, donde fotografió a los judíos que habían sobrevivido a la ocupación nazi», apunta el famoso museo israelí.
Sin embargo, las imágenes no fueron reproducidas por la prensa soviética, porque no estaban en sintonía con el mensaje triunfalista que se propagaba en ese momento desde Moscú. Además, estaban referidas a judíos.
Durante las purgas de fines de los ’40 y principios de los ’50, «muchos médicos, figuras culturales, intelectuales, periodistas y fotógrafos judíos fueron despedidos o incluso asesinados por haber sido ‘demasiado judíos’ durante la guerra», señala el informe de Yad Vashem.
Khaldei fue despedido de Tass en 1948, en medio de esas persecuciones impulsadas por Stalin. Fue recién después de la muerte del temido líder soviético que volvió a trabajar en un medio estatal, el diario Pravda.
El fotógrafo que resumió en una imagen la caída de Berlín falleció en Moscú en 1997, cuando la guerra era ya un recuerdo lejano.
Varios museos judíos exhibieron sus obras, entre ellos los de Viena, San Francisco y Nueva York. (Algunas de sus mejores fotos se pueden ver haciendo click aquí y también aquí).
Años antes, entre 1945 y 1946, se pudo dar un gran gusto: fotografiar escenas de los Juicios de Nuremberg contra varios jerarcas nazis. Durante el proceso, algunas de sus imágenes fueron usadas como pruebas de las brutalidades cometidas por las tropas alemanas invasoras.