Cuando Yehudit Galili fue enviada por la Agencia Judía a Marruecos en 1954, la joven maestra israelí no podía imaginar que el jardín de infantes que abriría en la ciudad de Casablanca iba a convertirse también en una base del Mossad.
Galili tenía apenas 24 años y trabajaba en un centro de acogida para nuevos inmigrantes cuando un amigo le comentó que la Agencia Judía estaba buscando maestros para enviar a Marruecos. Audaz y aventurera, no lo pensó dos veces, se postuló y al poco tiempo tenía los pasajes y el puesto.
Su misión era instalar un jardín de infantes para los niños y las niñas judías de Casablanca y un Ulpan de enseñanza de hebreo para adultos. Pero detrás de ese encargo había otro objetivo: acercar la idea sionista a la comunidad judía local… por si acaso.
Es que la creación del estado de Israel, en 1948, había resultado en una oleada de acciones antisemitas en la mayoría de los países árabes de la región y en Irán, desde donde terminaron escapando decenas de miles de refugiados.
Al tiempo que llegaban a Israel las familias que huían de Yemen, Irak, Irán o Egipto, en Marruecos la situación permanecía en relativa calma porque el país se encontraba todavía bajo el control colonial de Francia.
Sin embargo, los líderes israelíes sabían que esa situación podía cambiar de un día para el otro con la independencia marroquí, que finalmente se estableció en 1956.
Llegan los agentes del Mossad
Yehudit no perdió el tiempo y rápidamente inauguró el jardín de infantes y el Ulpan. Pero eso no era suficiente: desde Israel se despacharon hacia Marruecos agentes del Mossad, los servicios de inteligencia externos, para evaluar la situación y prepararse para el peor escenario.
Los espías que aterrizaron en Casablanca no encontraron mejor lugar para instalar la base del Mossad que el jardín de infantes, adonde llegaron mientras Yehudit disfrutaba unas breves vacaciones.
Cuando retornó al trabajo, Galili encontró a varios hombres hablando hebreo en la villa francesa que servía de base para la escuela de infantes y donde también estaba su apartamento.
El jefe de la unidad, Shlomo Yehezkeli, comenzó a interrogarla. «Al principio, respondí cortésmente a todas las preguntas, pero luego se me acabó la paciencia», recordó Yehudit en el libro de memorias sobre aquellos años, Shlihut Goralit (Misión fatídica), que publicó en el 2022.
«Enojada -continuó Galili-, le dije: ‘¿Qué pasa con todas estas preguntas? ¿Quién eres? ¿Quién te autorizó a entrar al jardín de infantes? ¡Vivo aquí y este es mi jardín!».
Una misión de amor
Shlomo comprendió que Yehudit tenía el carácter adecuado para la situación y le explicó los detalles de la misión: acercarse a los 200.000 judíos que permanecían en Marruecos -y estaban muy asimilados al estilo de vida francés local- y abrirles las puertas de Israel.
Además de la misión de espionaje, para Shlomo fue también una misión de amor, ya que terminaría casándose con Yehudit, la madre de sus tres hijos.
Pero antes del romántico final feliz, la maestra jardinera y el agente del Mossad, junto a sus subordinados, tenían que poner manos a la obra, seducir a los judíos marroquíes, reclutar activistas locales y recolectar armas.
Nada de esto inquietaba a Galili, quien había pertenecido a las filas del Palmaj en los años de la lucha por la independencia e incluso resultó herida en combate en Haifa en 1948.
Finalmente, a principios de junio de 1956, «las autoridades marroquíes decidieron limitar la actividad sionista en el país», apunta un artículo sobre la aventura de Yehudit y Shlomo que publicó la Biblioteca Nacional de Israel.
Marsella-París-África-Israel
El jardín de infancia de Yehudit «siguió funcionando a plena capacidad y sirvió como centro de trabajo de la clandestinidad hasta que finalmente se cerró», agrega la nota del investigador Shir Aharon Bram.
La joven maestra siguió trabajando de manera clandestina con emigrantes en los alrededores de Casablanca y luego fue transferida a Marsella, desde donde siguió trabajando con la comunidad judía de Marruecos y de la ciudad francesa.
Algunos años después, la pareja se mudó a París, donde continuaron cumpliendo labores de seguridad e inteligencia para el gobierno de Israel desde 1960 a 1964.
«Más tarde -completó Bram-, también ocuparon puestos oficiales en África antes de regresar finalmente a Israel, donde criaron a sus tres hijos».
A esa altura de las cosas, el jardín de infantes de Casablanca que era también una base del Mossad ya era solamente un recuerdo.