Con una altura de 1,64 y pesando solamente 70 kilos, Edward Lawrence Levy no parecía ser el candidato perfecto para una carrera deportiva. Sin embargo, este maestro de una escuela hebrea de Inglaterra terminó convirtiéndose en un ejemplo del «judío muscular»
Nacido en 1851 en Londres, Levy ganó en febrero de 1891, cuando ya tenía 40 años de edad, el primer Campeonato Británico de Halterofilia Amateur.
Luego, entre 1891 y 1894, estableció nada menos que catorce récords mundiales de levantamiento de pesas.
Levy definía su contextura física como «poco heroica», y un artículo periodístico de la época lo describió como «un hombre muy bajo que presenta una cabeza calva con una cara con anteojos dorados y una barba espesa». Ninguna referencia a sus músculos.
Sin embargo, el educador inglés, quien vivió la mayor parte de su vida en Birmingham, no era el tipo de persona «que dejaba que la estatura física o cualquier otra cosa se interpusiera en su camino», recordó Zack Rothbart, uno de los divulgadores de la Biblioteca Nacional de Israel (BNI).
De hecho, además de ser un «forzudo» pionero, Levy cumplió «una serie vertiginosa de otros logros», apuntó Rothbart.
Entre otras cosas, el bigotudo y patilludo Edward escribió numerosos libros, fundó una escuela y numerosas organizaciones, y brindó conferencias hasta su vejez «sobre temas que iban desde el pensamiento talmúdico hasta el humor judío».
«Gran parte de mi felicidad en la vida la obtuve gracias a las pesas que se venden por dos peniques la libra»
Para el investigador de la BNI, Levy es uno de los mejores ejemplos que anticiparon al «judaísmo muscular», el concepto surgido a fines del siglo XIX de la mano de pensadores como Max Nordau.
En su discurso en el Segundo Congreso Sionista, celebrado en Basilea, en Suiza, el 28 de agosto de 1898, Nordau habló de la necesidad de crear un «nuevo judío» con la fuerza mental y física para lograr la creación (o re-creación) de un país para el pueblo de Israel.
Rothbart señaló que son pocos los datos sobre la infancia de Edward.
A partir de algunos detalles en su autobiografía (que terminó siendo un libro muy difícil de conseguir) y de la investigación de David Fahey («E. Lawrence Levy and Muscular Judaism, 1851-1932»), apenas se sabe que nació en Londres y que su padre murió cuando él tenía seis años.
Las cosas se ponen más claras al llegar a la adolescencia: a los 16 años se convirtió en uno de los primeros maestros en un internado, encargado de enseñar Hebreo y Religión, Clásicos, Francés y otras materias.
«Había muchachos en la academia que tenían mi misma edad, pero, gracias a que yo tenía patillas, barbas y bigotes de forma prematura y precoz, nadie, excepto el director, lo sabía», rememoró Levy en sus escritos.
Además de enseñar, ser crítico de teatro, escribir y fundar y servir como miembro activo en muchas organizaciones, el interés de Levy en la gimnasia creció a medida que se extendía un «boom» de los forzudos en Inglaterra.
Al llegar a los 40 años, decidió probar suerte en ese terreno. Y se quedó con el primer campeonato británico amateur de levantamiento de pesas.
Para muchos, Levy fue un precursor del «nuevo judío» que proponían los sionistas
Más adelante, este «judío muscular» ganó la primera competencia mundial de levantamiento de pesas, venciendo a atletas de Alemania, Austria e Italia.
Según Rothbart, ese triunfo lo convirtió «oficialmente en el primer campeón internacional» de esa disciplina.
Levy apuntaría mas adelante: «una gran característica de los dos campeonatos que gané» y a la que no podía «dejar de referirme, y es la gran alegría que sentí como judío al ganar estos eventos».
Levy falleció en 1932 después de una vida extraordinaria. Antes tuvo tiempo de describirla, destacando, en primer lugar: «no tengo dinero, nunca lo tuve y nunca lo tendré».
«Gran parte de mi felicidad en la vida la obtuve gracias a las pesas que se venden por dos peniques la libra -resumió Edward-. Nuestra felicidad mundana, el éxito que alcanzamos, afortunadamente, no depende de las libras, chelines y peniques«, completó.