Esta es la historia de un periodista italiano, un sagaz reportero de agencia de noticias, que estuvo en el lugar indicado en el momento preciso para hacer la pregunta que «derribó» el Muro de Berlín.
Riccardo Ehrman, durante largo tiempo corresponsal en la capital de la República Democrática Alemana (RDA), falleció el 14 de diciembre del 2021 a los 92 años de edad, pero tuvo la oportunidad de disfrutar la admiración y el respeto de sus colegas
Cada vez que lo entrevistaban, Ehrman respondía con palabras parecidas, y con gran modestia: «solo hice la pregunta precisa en el momento adecuado».
El periodista, nacido en Florencia en 1929, trabajó en Canadá y en Nueva York antes de ser enviado por ANSA a Berlín Oriental a mediados de los ’70. Luego pasó a cubrir la corresponsalía en Nueva Delhi, para regresar a Alemania en 1985.
Para 1989, Ehrman era un experto en el «lenguaje» de los jerarcas comunistas, una capacidad que desarrollaron muchos buenos periodistas destacados en Moscú y en los países en la órbita comunista.
Había que saber «leer» los gestos, los silencios y el verdadero alcance de las palabras contenidas en los comunicados y reportes oficiales o pronunciadas durante actos públicos y ruedas de prensa.
El corresponsal era un experto en el «lenguaje» de los jerarcas comunistas
Con ese bagaje concurrió el reportero al encuentro de la prensa con el portavoz del gobierno de la RDA, Günter Schabowski, aquel jueves de noviembre de 1989.
En caída libre desde las fraudulentas elecciones de mayo de aquel año, el gobierno encabezado por el sucesor de Erich Honecker, Egon Krenz, hacía lo imposible para mantenerse en pie, pero era muy difícil no solamente por la crisis política y económica sino por el creciente éxodo de ciudadanos.
En efecto, cada vez más alemanes orientales lograban escapar del país a través de las ahora porosas fronteras con la entonces Checoslovaquia.
Cuentan las historias de la época que algunas escuelas debieron suspender las clases por la repentina ausencia de decenas de alumnos, y que lo mismo sucedía en universidades y fábricas.
Para evitar la sangría de habitantes, y neutralizar las crecientes protestas, el gobierno de Krenz decidió poner en práctica una nueva serie de regulaciones que iban a permitir a los ciudadanos de la Alemania comunista viajar al exterior con menos restricciones.
Se suponía que ese era uno de los temas de los que iba a hablar el vocero Schabowski en la conferencia de prensa. Pero hubo un problema: los jerarcas que habían diseñado las nuevas regulaciones no le comunicaron los detalles.
La conferencia de prensa había comenzado «aburrida»
El alivio para los viajes al exterior -se supo después- debía entrar en vigor en la madrugada del 10 noviembre.
«Como todas las conferencias de prensa del país comunista, la de ese día fue muy aburrida durante las primeras dos horas -le contó Ehrman al diario chileno La Tercera en el 2019-. Schabowski hablaba de todo lo que se podía mejorar» en el país, añadió.
Después de esperar pacientemente, el periodista italiano pudo finalmente tomar la palabra y preguntar. «¿No cree que fue un error promulgar una ley de viajes que no cambia absolutamente nada la situación que ya existía?», inquirió el corresponsal de ANSA.
El atribulado portavoz entonces anunció: «tengo algo que decir». Buscó en su bolsillo -siempre según el relato de Ehrman-, sacó un pequeño trozo de papel y aseguró que, desde ese momento, «todos los ciudadanos de la RDA podían viajar donde quisieran sin necesidad de pasaporte o de visado», rememoró.
«¿A partir de cuándo?», repreguntó el corresponsal. Y el vocero contestó: «a partir de ahora mismo, sin más dilación».
Ehrman entendió enseguida lo que había pasado, se trataba de un anuncio de alcance enorme, ya que desde hacía muchos años era prácticamente imposible para los alemanes orientales conseguir pasaporte, mucho menos viajar al exterior.
Era un virtual reconocimiento de que había llegado el final. Así que Ehrman corrió hacia la máquina de telex y transmitió la bomba noticiosa a la sede en Roma: «El Muro ha caído», señalaba el titular que despachó desde Berlín, porque el anuncio equivalía en efecto al derrumbe de las fronteras.
El despacho desde Berlín marcó para siempre la carrera de Ehrman
La incredulidad de los jefes de servicio en la capital italiana mantuvieron congelado el despacho de Ehrman por unos minutos, hasta que el director de la agencia en aquel momento, Sergio Lepri, le dio la luz verde.
El resto es historia. El cable de ANSA rebotó a través de otras agencias internacionales y, enterados de la noticia, miles de residentes de la sección occidental de Berlín marcharon hacia los pasos fronterizos, adonde los soldados comunistas ya no hicieron nada para impedir que pasaran al otro lado.
En las horas siguientes, una multitud estimada en alrededor de cien mil personas se reunió a bailar y festejar sobre el muro propiamente dicho (que se había comenzado a construir en 1961), frente a las cámaras de televisión llegadas desde todo el mundo.
Para Ehrman, el bravo y oportuno corresponsal italiano, aquel despacho marcaría para siempre su carrera, pasó a ser conocido como «el periodista que derribó el Muro de Berlín». Pero su historia había comenzado mucho antes.
Destino: Berlín
Judío nacido en el seno de una familia de origen polaco (otra versión dice que había llegado de Ucrania), Ehrman fue encerrado a los 13 años de edad en uno de los campos de prisioneros montados por el régimen de Mussolini.
Se trataba del campo de Ferramonti di Tarsia, cerca de Cosenza, en Calabria, levantado para encarcelar a disidentes y ciudadanos pertenecientes a minorías étnicas. Se estima que unos 3.800 judíos fueron detenidos allí.
Liberado por las tropas británicas en setiembre de 1943, pocos años después comenzó a estudiar Derecho y a trabajar para la agencia Associated Press.
Luego pasó a ANSA y en 1976 partió como corresponsal a Berlín, adonde lo esperaba una cita con la Historia y el título inoxidable del «periodista italiano que derribó el Muro» que dividía la capital alemana.