Muchísimo antes de los reality shows y de los concursos televisivos de cantantes, los israelíes estuvieron fascinados por el campeón mundial de la Biblia, un modesto y tímido empleado de una escuela para ciegos que sufría parálisis cerebral.
Es la historia de Amos Haham, quien resultó en 1958 el vencedor del primer Concurso Bíblico Nacional, en Jerusalén, y de su versión Internacional.
Pero Amos no era una persona común, y su recorrido en la vida es una muestra de valor, obstáculos y dedicación con un gran condimento de casualidades.
Nacido en Jerusalén en 1921, cuando tenía apenas un año edad Haham sufrió un traumático accidente que le provocó parálisis cerebral y una discapacidad para hablar.
Para evitar que Amos sufriera maltratos por parte de otros niños en la escuela, su padre, el doctor Noah Haham, también un gran conocedor de la Biblia que había llegado desde Austria en 1913, decidió que era mejor educarlo en casa.
De todas maneras, las cosas marchaban relativamente bien en aquella Tierra de Israel bajo mandato británico cuando falleció la madre de Amos, Naomi Shapiro, que trabajaba como farmacéutica en el kibutz Degania.
Amos tenía solamente 15 años cuando murió su madre. Y 22 cuando falleció su padre.
Sin ninguna experiencia escolar o laboral, el joven quedó prácticamente a la merced de la ayuda del estado y de los amigos de la familia. Uno de ellos, el educador Feivel Meltzer, le consiguió un empleo en una escuela para ciegos de Jerusalén.
Haham ayudó a preparar una edición de la Biblia en Braille
Amos cumplía con pequeños trabajos y también ayudaba a los niños ciegos a estudiar la Biblia y otras materias. Como compensación recibía comidas y un poco de dinero.
Mientras trabajó en la escuela para ciegos, Haham participó de la preparación de una Biblia en sistema Braille, en especial leyendo los textos sagrados al encargado de tipear los caracteres especiales.
Si bien su empleador «apreciaba mucho su dedicación» en el instituto para ciegos, «día tras día Amos esperaba impaciente que terminara su turno para poder regresar a su pequeña y modesta habitación, donde sus únicas posesiones eran sus libros», relata un perfil de Amos publicado en el blog de la Biblioteca Nacional de Israel.
Al llegar a casa, «estudiaba minuciosamente la Biblia, su libro favorito de todos», apunta el artículo del investigador Chen Malul.
Una vez más, los días de Amos parecían estar envueltos en una relativa -si bien austera y dura- normalidad. Pero algo ocurrió que iba a sacudir para siempre su vida.
El entonces primer ministro de Israel, David Ben-Gurion, seguía buscando las maneras de fortalecer la identidad judía de los habitantes del flamante país, que había logrado su independencia en mayo de 1948.
Dentro de otros varios experimentos, el jefe de gobierno impulsó la creación de un concurso nacional sobre la Biblia, que era también una de sus lecturas favoritas y conocía muy bien.
Lo que más le preocupaba del concurso era conseguir «un traje decente»
El certamen tendría primero una edición nacional para adultos -a diferencia de la versión de la actualidad, que apunta a niños y adolescentes- y luego una mundial para personas de cualquier religión, no solamente judíos.
Haham, que a esa altura era ya un experto autodidacta en cuestiones de las escrituras sagradas, se sorprendió al enterarse del concurso.
«No se veía a sí mismo como un posible participante, pero sus vecinos, muy conscientes de la profundidad de su conocimiento de la Biblia, lo empujaron a anotarse», cuenta Malul.
«Pasó con éxito la primera ronda de selección que se llevó a cabo por escrito y fue invitado a la siguiente etapa: el concurso nacional», recuerda el artículo.
Pero, «lo que preocupaba a Haham no era su conocimiento bíblico sino su situación financiera, es decir, cómo iba a conseguir un traje decente para el majestuoso evento. Al final un vecino se ofreció a prestarle uno».
Aquella primera edición de la competencia se llevó a cabo el 4 de agosto de 1958 «y despertó una enorme expectación entre el público israelí». En el país todavía no se había inaugurado el sistema de televisión y la única radio nacional, Kol Israel, transmitió en vivo el evento a través de su única señal.
Los israelíes, que estaban cautivados por la transmisión, escucharon a Haham exhibir un conocimiento «impresionante, respondiendo a todas las preguntas con facilidad y precisión».
Después de consagrarse campeón, fue recibido por el primer ministro, David Ben-Gurion
Malul señala que, «después de ganar cómodamente el concurso nacional, avanzó a la siguiente etapa: el Concurso Bíblico Internacional que se llevó a cabo ese mismo mes», dos semanas después, y que también lo vio vencedor.
Un emocionado Ben-Gurion le otorgó a Haham el primer premio e inmediatamente después lo invitó a su oficina donde hablaron, por supuesto, sobre la Biblia.
Con la victoria, la vida de Amos cambió por completo. Comenzó estudios académicos por primera vez y se convirtió en un reconocido erudito que incluso escribió artículos para la conocida serie de comentarios bíblicos Da’at Miqra y para la Enciclopedia Hebrea.
Pocos años después del resonante triunfo en el concurso, Amos se casó con su novia, Devora, en una ceremonia de la que participó el propio Ben-Gurion. La pareja tuvo un hijo, el profesor Noah Haham.
Convertido en una verdadera celebridad, la rutina diaria del campeón mundial de la Biblia fue durante varios años un torbellino.
Décadas antes de Google, el erudito funcionaba como un «motor de búsqueda» consultado por abogados que buscaban resolver disputas familiares o jefes militares que querían una figura animal citada en la Biblia para el escudo de su batallón.
El aislamiento «parece al principio ser la salida más fácil, pero termina en depresión y decadencia»
Conversando con los investigadores de la Biblioteca Nacional, Noah, el hijo de Amos, reveló que su padre se tomaba su trabajo muy en serio y la fama con mucho humor.
«Es más fácil para la gente llamarme en lugar de buscar el versículo bíblico» necesitado para dilucidar algún asunto, le decía el ganador del concurso a su único hijo.
Pero Amos era conciente de todos los aspectos que rodeaban su situación. «Hay hechos que ni el más resonante aplauso de todos los ciudadanos del país cambiará» y «ser discapacitado es uno de esos hechos», escribió ya en 1958.
«Toda persona con discapacidad puede seguir uno de dos caminos: uno es el aislamiento, escapando de la vida activa y dependiendo de los demás», una opción que «parece al principio ser la salida más fácil, pero termina en depresión y decadencia», afirmó.
Ese, confesó Haham, quien falleció en agosto del 2012, a los 90 años de edad, «había sido mi camino desde el día en que pude decidir las cosas por mí mismo».
Sin embargo, «en mi corazón siempre sentí que ese no es el camino correcto, que hay otro, un camino de integración completa a la vida mientras se desarrollan cualidades y talentos que están escondidos en cada persona y que pueden servir como una especie de sustituto de lo que se perdió y no se puede recuperar», concluyó el primer campeón mundial de la Biblia.