Nació en Lituania en el día de Purim de 1893, la cuarta de cinco hermanos en una próspera familia judía sionista, y años después se convirtió en una mujer extraordinaria, pero luego olvidada: la primera viajera israelí que recorrió el mundo sola.
Schlomit (Frida) Flaum fue educadora y, lo más importante, una aventurera, en una época en la que a las mujeres no se les permitía lanzarse a la aventura y mucho menos salir a recorrer el planeta por su cuenta.
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A pesar de que su figura cayó en el olvido rápidamente, en la Biblioteca Nacional de Israel (BNI) se atesora un ejemplar del libro de viajes que recopiló detalles de sus recorridos por Europa, el Medio Oriente y Estados Unidos.
En Bat Israel Nodedet (La hija errante de Israel), publicado en Jerusalén en 1935, Flaum compartió con sus lectores las historias que encontró durante sus viajes, y también dejó entrever los colores de su alma: curiosidad y mucha soledad.
«Solo se la menciona de pasada, en raras ocasiones, en las memorias de quienes ayudaron a sentar las bases de la educación infantil en la Tierra de Israel, o aparece simplemente como nota al pie en los estudios históricos de la época», señala la profesora Nurit Govrin.
Una viajera olvidada, pero quizás no tanto
En un artículo sobre la aventurera israelí y el libro que Govrin publicó sobre ella (La viajera olvidada), la autora Yael Ingel reconoce que cuando se lee sobre aquellas «extraordinarias aventuras» cabe «preguntarse si sus memorias contienen exageraciones».
Sin embargo, añade Ingel, «la investigación de la profesora Govrin confirma que las descripciones de Flaum son totalmente precisas, incluyendo sus extraordinarios encuentros, entre ellos una entrevista documentada con la estrella infantil Shirley Temple».
La vida de Flaum, señala el artículo publicado en el sitio de la BNI, «fue sin duda extraordinaria, pero también estuvo marcada por una profunda tristeza: a pesar de sus logros, Flaum da la impresión de ser una mujer profundamente solitaria».
Aquella mujer nacida en Lituania «nunca se casó, no tuvo familia propia y, quizás lo más importante, no forjó amistades duraderas ni significativas, al menos ninguna que conozcamos hoy».

De todas maneras, destaca Ingel, en su libro, «tranquiliza a los lectores al describir su soledad como algo que la fortaleció y la motivó: ‘No tuve tiempo para sentir mi soledad’«, aseguró la histórica aventurera.
De Damasco a Roma
A través de las páginas de Bat Israel Nodedet, Flaum cuenta sobre su experiencia de dos años como maestra de jardines de infantes de la comunidad judía en Siria, poco después de la Primera Guerra Mundial.
Allí aprendió a hablar árabe y comenzó a desarrollar su personalidad, un estilo de vida independiente que era «quizás aceptable para los varones» pero «considerado altamente poco convencional e inapropiado para una mujer joven y soltera de esa época», señala Ingel.
Después de dejar Damasco y durante quince años, Flaum «viajó extensamente por todo el mundo a un ritmo tan vertiginoso que puede resultar difícil de seguir», añade la autora del artículo.
Visitó museos, se reunió con figuras destacadas y recorrió la naturaleza, «documentando meticulosamente cada detalle en sus memorias». Sin embargo, y para alimentar el misterio que la rodearía luego, «Flaum no explica cómo logró financiar esos extensos viajes».
Entre los muchos encuentros notables de la viajera aparece una reunión de 1920 en Roma con Maria Montessori, la renombrada educadora y médica italiana que desarrolló el método educativo que lleva su nombre y enfatiza el aprendizaje independiente de los niños.
«Hablamos extensamente sobre la Tierra de Israel… ¡Qué emocionada estaba ante la perspectiva de que esta extraordinaria educadora visitara nuestro país!», escribió Flaum en su diario de viaje.
De Nueva York a la India
También pasó por Estados Unidos, donde tenía familiares. Allí pasó un tiempo en la Universidad de Columbia y conoció a personalidades enormes como Marie Curie y Albert Einstein.

La visita a Estados Unidos marcó decididamente la vida de Flaum. En medio de «un itinerario ajetreado» que incluyó una reunión con Thomas Edison en su laboratorio, cuenta Ingel, la viajera asistió en Nueva York a una conferencia del célebre poeta indio Rabindranath Tagore.
En su diario de viaje, Flaum aseguró que la impresión que causó Tagore «fue inmensa», que el poeta «no pronunció un discurso» sino que «educó» a los asistentes a su charla en la Gran Manzana.
Como era una persona que no solo escribía sino que también actuaba en consecuencia, la escritora marchó a la India, donde vivió dos años y conoció al propio Tagore (con quien luego mantendría una larga correspondencia), además de Gandhi y otras figuras que marcaron profundamente su vida.
Según cuenta el profesor israelí Shimon Lev, autor de otro libro sobre la viajera, De Lituania a Santiniketan, Flaum pasó dos años en el colegio Visva Bharati, establecido apenas unos meses antes.
En la prestigiosa institución fundada por Tagore, Schlomit enseñó alemán a los estudiantes mientras aprendía algo de sánscrito y bengalí.
«Tras quince años fascinantes pero solitarios, Flaum regresó a la Tierra de Israel -señala por su parte Ingel-. Reanudó su carrera docente y publicó varias traducciones y artículos, que finalmente quedaron en el olvido».
Hoy, Schlomit sería una «influencer»
Flaum falleció en 1963 a los 70 años en el hospital Shaare Zedek, en Jerusalén. «Muy pocos la recordaban, y quienes sí lo hacían recordaban principalmente su peculiar estilo de vestir, que a menudo llamaba la atención», apunta el artículo.
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Para Ingel, «si Flaum viviera hoy, fácilmente podría haber mantenido una cuenta popular de TikTok o Instagram, compartiendo fotos cautivadoras de los lugares espectaculares que visitó, como las pirámides o los bulliciosos mercados de Damasco».
O selfies con las personas famosas que entrevistó, desde Gandhi a Shirley Temple.