Nacida en Odessa el 19 de febrero de 1888, cuando la ciudad formaba parte del Imperio Ruso, Rachel Lubersky (más tarde Cohen-Kagan) estaba llamada a escribir parte de la historia del país, a convertirse en la primera gran feminista de Israel.
Rachel estudió matemáticas en la Universidad de Odessa y luego se casó con Noah Cohen, un médico de Tashkent. Según recuerda un artículo de la Biblioteca Nacional de Israel (BNI), ambos viajaron en 1919 a bordo del «Ruslan», un barco que marcó el comienzo de la Tercera Aliá.
Una vez instalada en lo que era entonces el mandato británico de Palestina, Rachel se unió a la WIZO (Women’s International Zionist Organization), donde se destacó tanto que fue elegida presidenta tras la muerte de Henrietta Szold.
Además, era la enviada de la WIZO al Comité Nacional, el brazo ejecutivo de la Asamblea de Representantes de los días previos a la creación del estado de Israel.

También fue la representante de la organización femenina ante el Consejo Popular Sionista, el organismo que sería, el 14 de mayo de 1948, el encargado de proclamar la independencia de Israel.
Se podría decir que Rachel se encontraba en el lugar justo en el momento preciso: ella fue una de las dos únicas mujeres que firmaron la Declaración de la Independencia. ¿Quién fue la otra? Una tal Golda Meir.
«Todavía falta un buen grado de madurez por parte de los varones», se quejaba en 1949
«Cuando una persona siente que un sueño se hace realidad y su corazón se llena de alegría, puede treparse a los tejados», intentó explicar, años después, la sensación que la embargó en aquel histórico momento.
«Hasta el día de hoy, me resulta difícil expresar con palabras lo que sentí ese día», confirmó durante una entrevista.
De todas maneras, con la creación del estado, para Rachel las cosas no se terminaban sino que empezaban un nuevo capítulo, el del avance de los derechos de la mujer.

Enseguida formó parte de los esfuerzos para formar una alianza entre la WIZO y el partido feminista laico Unión de Mujeres Hebreas por la Igualdad de Derechos en Erez Israel, y fue con esa coalición que entró a la Knesset, el parlamento unicameral.
Un poco de madurez
Antes de las elecciones, en una entrevista con el diario Haaretz citada en el artículo de la BNI, la dirigente protestaba porque, «hasta el día de hoy, el público masculino considera la aparición de una mujer» en el parlamento como «un fenómeno muy especial».
«Todavía falta un buen grado de madurez por parte de los varones», apuntaba Cohen-Kagan al diario.
En el destacado perfil que le dedica el website del Jewish Women’s Archive, la organización recuerda que «la carrera de Kagan en la Knesset estuvo salpicada de importantes logros y contribuciones legislativas».

Como miembro de aquella primera Knesset, la parlamentaria por WIZO inició, en 1951, la deliberación sobre la Ley de la Familia y la Igualdad de la Mujer, «un proyecto de ley muy detallado» que trataba «los temas generales de la igualdad de los sexos en la sociedad y en la familia», señaló el Archivo.
Y si bien su proyecto no fue adoptado en su totalidad, la Knesset aprobó una Ley de Igualdad para la Mujer y, varios años más tarde, en 1973, adoptó la Ley de Propiedad Común, basada en el proyecto de ley de Kagan de 1951, destaca el artículo, de Wendy Zierler.
En su rol de legisladora, se ocupó de temas que, lamentablemente, todavía siguen siendo de actualidad.
«Las mujeres no tenemos una prerrogativa, tenemos la obligación de luchar por nuestros intereses»
Por ejemplo, subraya Zierler, la líder feminista de Israel presentó «propuestas para una sentencia mínima para los golpeadores de esposas» y para «una solución al problema de las ‘agunot'», las judías separadas que no pueden obtener un divorcio religioso legal de sus maridos.
Como no podía ser de otra manera, fue una decidida impulsora del reclutamiento de jóvenes mujeres en las filas de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).

«¿No tenemos qué proteger?», le preguntó a sus colegas varones en la Knesset. «En teoría -les explicó- puede haber igualdad de sexos, pero en la práctica las mujeres no tenemos una prerrogativa, tenemos la obligación de luchar por nuestros intereses» desde las filas del ejército.
«Bendecida con una vitalidad poco común -cuenta Zierler-, una reserva inagotable de energía y, lo que no es menos importante, un excelente sentido del humor«, Kagan «se mantuvo productiva y activa hasta sus 90 años».
Viajaba regularmente desde su residencia en Haifa a Tel Aviv y Jerusalén «para asistir a las reuniones ejecutivas de WIZO y dedicarse a sus buenas obras», agregó.
Su llama finalmente se apagó el 15 de octubre de 1982, cuando tenía 94 años edad. Pero la herencia de esta gran feminista de Israel sigue presente en el creciente número de legisladoras, ministras y oficiales militares que se distinguen en el país.