Un buzo israelí descubrió bajo las aguas del Mediterráneo, cerca de la costa frente al moshav Beit Yanai, al norte de Netanya, los restos de un barco mercante con una enorme carga de objetos de marfil que nunca llegó a puerto… hace 1.800 años.
Se trata del cargamento marítimo más antiguo de su tipo conocido en el Mediterráneo oriental, compuesto por capiteles corintios decorados con motivos de plantas, señalaron desde la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI).
El barco llevaba además capiteles parcialmente tallados y un enorme arquitrabe de mármol de unos seis metros de largo. Al parecer, estos valiosos elementos arquitectónicos estaban destinados a un magnífico edificio público, un templo o tal vez un teatro, especularon los expertos.
Todo comenzó cuando Gideon Harris, un experimentado nadador de profundidad, se puso en contacto con la AAI para informar sobre las columnas antiguas que observó mientras buceaba en el mar en la playa de Beit Yanai.
Gracias a las tormentas
«Sabíamos de la existencia de este cargamento naufragado desde hace mucho tiempo», pero «pero no conocíamos su paradero exacto ya que estaba cubierto por arena, por lo que no pudimos investigarlo», apuntó Koby Sharvit, director de la Unidad de Arqueología Subacuática de la AAI, que recibió el reporte de Harris.
Tormentas recientes en la zona, dijo Sharvit, «deben haber dejado al descubierto el cargamento y, gracias al importante informe de Gideon, hemos podido registrar su ubicación y llevar a cabo investigaciones arqueológicas preliminares que llevarán a un proyecto más profundo».
Por la posición, el sitio y el ángulo en el lecho marino, es evidente que el barco que transportaba la carga naufragó después de que la tripulación se encontró con una tormenta en las aguas poco profundas y echó el ancla en un esfuerzo desesperado por evitar que encallara.
«Edificios públicos majestuosos»
«Tales tormentas a menudo estallan repentinamente a lo largo de la costa del país -recordó Sharvit-, y debido al limitado potencial de maniobra de los barcos, a menudo son arrastrados a aguas poco profundas y naufragan».
El experto señaló además que, en base al tamaño de los elementos arquitectónicos y los objetos de marfil, «podemos calcular las dimensiones» de la nave: «estamos hablando de un barco mercante que podría transportar una carga de al menos 200 toneladas».
«Estas finas piezas son características de edificios públicos majestuosos y de gran escala», destacó el experto.
Incluso en la Cesarea romana, «estos elementos arquitectónicos estaban hechos de piedra local cubierta con yeso blanco para que parecieran mármol», pero, en este caso, «estamos hablando de mármol genuino», remarcó Sharvit.
La teoría de los expertos israelíes señala que probablemente el cargamento de mármol provenía de la región del Egeo o del Mar Negro, en Turquía o Grecia, y puesto que fue descubierto al sur de Cesarea, habría estado navegando hacia «uno de los puertos de la costa levantina meridional, Ashkelon o Gaza, o posiblemente incluso Alejandría, en Egipto».
Sharvit dijo que el informe de Harris llevó a resolver un misterio de larga data: ¿los elementos arquitectónicos importados del período romano se trabajaron completamente en sus tierras de origen o fueron traídos parcialmente tallados y completados en su sitio de destino?
Artistas especializados
El hallazgo de este cargamento resuelve el debe, ya que pone en evidencia que los elementos arquitectónicos salieron del sitio de la cantera como materia prima básica o artefactos parcialmente trabajados y que fueron elaborados y terminados en el sitio de construcción.
Esas tareas finales, añadieron los arqueólogos, podrían haber sido cumplidas por artesanos locales o traídos al sitio desde otros países, de manera similar a los artistas especializados en mosaicos que viajaban de un sitio a otro siguiendo proyectos encargados.
Como de costumbre en estos casos, que son habituales en Israel, Harris recibió un certificado de reconocimiento por su acción de buen ciudadano al informar sobre los objetos de marfil.
«El informe de Gideon personifica el valor de la conciencia de un ciudadano sobre las antigüedades y, aún más, la importancia de reportarlas» a las autoridades, resumieron desde la AAI.