Estuvo olvidado durante siglos, arrasado por la discriminación y el avance urbano, pero el cementerio judío de Montjuic, en Barcelona, fue declarado Bien Cultural en el 2009 y es ahora uno de los puntos de interés para los turistas que llegan a visitar la popular ciudad española
De todas maneras, durante todo ese tiempo, el cementerio de alguna manera «resistió» al tiempo, pero de una manera cruel: las tumbas fueron saqueadas y las lápidas «reaprovechadas» en la construcción de muchos edificios que ahora son históricos.
El cementerio está ubicado en la elevación que ahora lleva aquel mismo nombre, Montjuic, o Monte de los Judíos, en catalán.
Con su historia destrozada por las persecuciones, la expulsión de los judíos de la península ibérica y la Inquisición, el cementerio -más allá de las lápidas en los muros en la ciudad- logró ser en una pequeña parte rescatado gracias a la campaña de un grupo de arquitectos y de dirigentes comunitarios de la zona.
«Antes de la extrema violencia sufrida por ser acusados de la epidemia de la peste, a mitad del XIV, de los aproximadamente 30.000 habitantes de Barcelona, 4.000 eran judíos», explicaba Dominique Tomasov Blinder, una arquitecta especialista en patrimonio judío y parte de la campaña.
Entrevistada en el 2017 por la publicación española El Periódico, Tomasov Blinder remarcaba que ese número representaba «el 12 por ciento de la población» barcelonesa de la época.

Por eso no asombra en absoluto que la comunidad judía de la época contara con un gran cementerio, ubicado en la ladera nororiental de la montaña (y que no se debe confundir con el actual camposanto local).
Según relata el artículo de El Periódico, los judíos de Montjuic que sobrevivieron a las matanzas antisemitas de 1391 que comenzaron en Sevilla y llegaron hasta Barcelona «o se marcharon o se convirtieron al catolicismo».
Los judíos formaban el 12 por ciento de la población de Barcelona cuando llegaron las matanzas de 1391
Después de eso, «la comunidad judía no se recuperó, y el cementerio pasó a manos reales», añade la nota de Helena López.
Y fue entonces que comenzó el saqueo de las tumbas del cementerio judío de Barcelona «para despejar las tierras para poder darles otros usos», señala.
«Las lápidas, con inscripciones en hebreo, pueden reconocerse en alguna construcción de la época: se las llevaron de la montaña y fueron reaprovechadas», destacó la arquitecta.
Por ejemplo, en mayo del 2022, un artículo del diario barcelonés La Vanguardia señalaba la existencia de una «misteriosa piedra hebrea de la sede de la Acadèmia de les Bones Lletres», en el barrio Gòtic.

Esa «no es la única piedra con inscripciones hebreas» que se puede ver en los muros de ese barrio, apuntó el periodista Xavi Casinos.
«Hay varias en las plazas de Sant Iu y del Rei que forman parte del Palau del Lloctinent, en la calle de los Comtes», precisó.
En ese caso, recordó el informe, «se sabe que procedían del antiguo cementerio judío de Montjuïc, en lo que hoy es el Mirador de l’Alcalde».
«Tras el ataque a la judería de Barcelona de 1391, los bienes de la población hebrea de la ciudad pasaron a ser propiedad de la Corona, incluido el cementerio, cuyas piedras fueron reutilizadas en la construcción de nuevos edificios», escribió Casinos, en sintonía con los comentarios de Tomasov.
Si bien esas lápidas que forman parte de la estructura de numerosos edificios históricos de Barcelona son obviamente irrecuperables para su uso original, la arquitecta destacó que la campaña para que el cementerio fuera reconocido como Bien Cultural de Interés Nacional rindió otros positivos frutos.
En el siglo XIX, los dueños de las tierras donde estaba el cementerio todavía «donaban» lápidas
En efecto, las acciones para lograr esa denominación impidieron que se levantaran sobre las tierras del camposanto «un restaurante y los jardines previstos a principios de este siglo, cuando se hicieron las obras de mejora de accesibilidad de la zona», abunda el artículo.
Por cierto, también ayudó el hecho de que, durante las excavaciones previas a esta obra se «encontraron restos de 500 sepulturas allí enterradas, que allí siguen».
En un artículo en el blog del Museu Nacional d’Art de Catalunya (en el que se pueden apreciar abundantes fotos de las lápidas «reaprovechadas»), el experto Jordi Casanovas cuenta que el cementerio judío ya era un punto de interés en Barcelona en el siglo XIX.
Se trataba, eso sí, de una atracción para entusiastas de la naturaleza y de los restos arqueológicos romanos y judíos en la zona.
De todas esas visitas a la montaña, señala Casanovas, «la más conocida fue probablemente la del 12 de noviembre de 1874, cuya crónica de la mano de Josep Fiter i Inglés apareció publicada en la revista La Rondalla primero y poco después en las Memòries de l’Associació Catalanista d’Excursions Científicas».
Se trató -continuó el investigador- de una excursión «muy bien programada» que contó «con el permiso de algunos de los propietarios de los terrenos donde antiguamente existía la necrópolis».
Recientemente se encontró la lápida de la tumba de un rabino
Curiosamente, los dueños de los terrenos se sintieron lo suficientemente generosos como para celebrar la exitosa excursión con la «donación de cinco lápidas localizadas en el curso de aquella visita».
Explica la historia de las comunidades judías medievales de Cataluña, con una atención especial a la de Girona. Destaca la colección única de lápidas hebreas medievales procedentes del cementerio judío de Montjuïc. pic.twitter.com/iowGR32eCU
— @Cultura_Hola (@cultura_hola) March 3, 2022
Los descubrimientos relacionados con la necrópolis de Montjuic -al parecer tan populares en el siglo XIX- continúan hasta nuestros tiempos, como demuestra el hallazgo, a principios del 2021, de una lápida hecha para la tumba donde fue enterrado un rabino.
La piedra del cementerio judío de Barcelona fue encontrada por un paseante en la avenida Miramar de la montaña.
«Después de una intervención arqueológica de urgencia, la pieza fue recuperada» y llevada al Centre de Conservació de Bens Mobles del Museu d’Història de Barcelona para su «limpieza minuciosa», reportó en aquel momento el diario El País.
«Posiblemente -indicó el periódico- la lápida fue lanzada montaña abajo cuando fue localizada, quizá durante la primera mitad del siglo XX, en el transcurso de las obras de construcción del actual Tiro Olímpico (hacia 1907), o acaso con la construcción del primer Parque de Atracciones» en los ’30.
«En ambos casos se trataría de lugares situados justo por encima del terreno donde se ha localizado la lápida», concluyó.
Evidentemente, Barcelona -que ahora cuenta con una comunidad judía de unas 5.000 personas- nunca pudo deshacerse de su pasado hebreo, que sigue presente en Montjuic y en los muros antiguos de la ciudad.