Por Eliahu Hamra, rabino de AMIA (Argentina)
En la festividad de Purim celebramos la salvación del pueblo judío de la aniquilación en el siglo IV antes de la era cristiana. La historia judía retrata a Mordejai, uno de los protagonistas principales de Purim, como un hombre extraordinario, un estudioso de la Torá y un líder judío.
En medio de los complejos acontecimientos del palacio, sus intrigas y conspiraciones, Mordejai emergió como una potencia política y, con el tiempo, llegó a ocupar el cargo de virrey.
Es presentado como un hombre de renacimiento, respetado y admirado por su pueblo. Sin embargo, el Talmud revela un hecho menos conocido: no todos estaban de acuerdo con la prominencia pública que había alcanzado.
Particularmente interesante es la conclusión de la Meguilá: «Mordejai el judío fue el virrey del rey Ajashverosh, grande entre los judíos y apreciado por la mayoría de sus hermanos…» (Ester 10:3). Esto sugiere que algunos (aunque fueran pocos) tenían ciertas reservas con respecto a su figura.
El Talmud también plantea otra cuestión intrigante: Mordejai es mencionado entre los líderes judíos que regresaron a la Tierra de Israel desde Babilonia/Persia para reconstruir la comunidad.
En el libro de Ezrah, Mordejai aparece en quinto lugar en la lista de líderes, mientras que en el libro de Nehemías figura en el sexto. Esto parece indicar un descenso en su rango.
¿Qué ocurrió aquí?
El Talmud relata que algunos no estaban de acuerdo con el nuevo rol público de Mordejai. Antes de involucrarse en la política, era miembro del Sanedrín, el tribunal supremo compuesto por setenta y un sabios. Era un hombre totalmente dedicado al estudio de la Torá.
Pero, de repente, asumió un papel político. Y la realidad es que la actividad comunitaria desvía a la persona del estudio puramente espiritual. Un líder comunitario debe preocuparse por el bienestar de todos y acompañar a personas de distintos niveles, no solo a los eruditos que se formaron en la casa de estudios.
Esa responsabilidad no permite a alguien dedicarse exclusivamente a la Torá.

Algunos de sus colegas en el Sanedrín no estuvieron de acuerdo con su cambio de vida. Aunque Mordejai seguía siendo temeroso de Dios como siempre, consideraban que había sacrificado su devoción absoluta al estudio de la Torá en favor de la política.
Para algunos judíos, eso fue un error. En ese sentido, al asumir un liderazgo político, habría descendido un escalón en el ámbito religioso. Sin embargo, Mordejai y la mayoría del Sanedrín tenían otra perspectiva. ¿Por qué?
El Midrash (Taná Debei Eliahu Rabá, capítulo 11) dice: «Los miembros del Sanedrín debían ceñirse cinturones de hierro a la cintura, alzar sus vestimentas (para no ensuciarlas) y enseñar al pueblo el camino correcto».
Una enseñanza profunda
El Sanedrín estaba compuesto por individuos excepcionales, gigantes espirituales e intelectuales, cuya función era reunirse en el Monte del Templo en Jerusalén, un lugar sagrado que les confería aún más autoridad espiritual.
Sin embargo, el Midrash enfatiza que los miembros del Sanedrín tenían la obligación de abandonar el Monte del Templo, descender al pueblo y enseñarle Torá.
En otras palabras, los rabinos del Sanedrín no debían conformarse con sus logros espirituales.
Ciertamente, tenían la responsabilidad de estudiar, rezar y elevarse a mayores alturas espirituales; pero, al mismo tiempo, tenían la obligación de liderar, incluso si esto entraba en conflicto con su dedicación al estudio.
Mordejai tomó una decisión. Podía haberse aislado y haber dedicado cada respiro al estudio de la Torá. Sin duda, eso era lo que deseaba hacer. Pero no pensó en «¿qué quiero yo?», sino en «¿qué quiere Dios de mí?». Vio que el pueblo necesitaba un líder y asumió la tarea.
Esto es liderazgo verdadero. Los líderes auténticos no son aquellos que buscan dominar o imponerse sobre otros. Son aquellos que prefieren enfocarse en el autocontrol antes que en el control de los demás.
Todo individuo prefiere la tranquilidad y la privacidad. Pero cuando una persona reconoce la necesidad de cuidar del bienestar colectivo, debe asumir la responsabilidad de llenar ese vacío.
Vivimos tiempos difíciles. Aún cincuenta y nueve de nuestros hermanos languidecen en los túneles de Hamas, veinticuatro de ellos aún con vida. De quienes regresaron, aprendimos que la fuerza para resistir incluso en las condiciones más duras viene de la solidaridad y la ayuda mutua.
Por ello, debemos aprender de Mordejai que no solo debemos pensar en nuestras necesidades personales, sino dirigir nuestros pensamientos hacia los demás. La ayuda al prójimo es la esencia de la festividad de Purim, en la que estamos llamados a enviar alimentos unos a otros y a dar regalos a los necesitados.
Que el ejemplo de Mordejai nos inspire a poner nuestras fuerzas al servicio de los demás, recordando que el verdadero líder judío nace del compromiso con el prójimo y la responsabilidad compartida en tiempos de necesidad.