Llegó a vivir 101 años y hasta el último día aseguró que no tuvo nada que ver con los crímenes del nazismo, pero un nuevo documental volvió a revisar la vida de Leni Riefenstahl y encontró a la cineasta de Hitler culpable, aunque sea de manera indirecta, de hechos aberrantes.
Para producir su película Riefenstahl, que se presentó en el festival de Venecia 2024, el director alemán Andres Veiel contó con acceso al archivo de la propia cineasta, un tesoro de de 700 cajas con anotaciones, cartas, fotografías y hasta grabaciones de conversaciones telefónicas.
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En su reseña sobre el documental, el conocido crítico estadounidense Owen Gleiberman escribió en la revista Variety que el filme «presenta más pruebas de las que hemos visto hasta ahora de que Riefenstahl estaba arraigada en el régimen» nazi.
«Sin embargo -opinó el comentarista-, las pruebas siguen siendo circunstanciales».
Por el contrario, un artículo de The Guardian hizo foco en las pistas que señalan que el trabajo de la directora de Triumph des Willens (El triunfo de la voluntad, de 1935) y Olympia (Olimpíada, 1938) tuvo consecuencia concreta en la vida, y en la muerte, de prisioneros judíos y gitanos.
Una terrible historia de la Polonia ocupada
El documental, destacó el diario británico, «aporta nuevos detalles sobre las afirmaciones de que la cineasta fue testigo de una de las primeras masacres de judíos polacos» mientras trabajó brevemente como reportera de guerra.
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Leni Riefenstahl, recordó The Guardian, siguió a Hitler a Polonia al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en setiembre de 1939, y asistió a «la atrocidad que tuvo lugar en Końskie, una ciudad en el centro-sur» del país invadido por los alemanes.
Una carta de 1952 hallada en sus archivos «parece afirmar que Riefenstahl podría incluso haber sido indirectamente responsable de las muertes», añadió el informe.
Se trata de una carta escrita por un oficial de menor rango a su ex marido, Peter Jacob, un mayor de la Sturmabteilung, el ala paramilitar del partido nazi, donde se hace referencia a un reporte del ejército sobre la masacre.
Siempre según la misiva, como parte de esa visita a la Polonia ocupada, la directora se dispuso a filmar una escena en la plaza del mercado de Końskie. Y, antes de rodar, reclamó que «los judíos» fueran «retirados de allí».
Cuando los comentarios de la ya famosa artista y propagandista del régimen fueron recogidos por un cabo, se transformaron dramáticamente en «desháganse de los judíos».
Una mimada del Führer
En la carta se reconoce que, a causa de las palabras de Riefenstahl, algunos de esos judíos polacos «intentaron huir y se produjeron disparos» que derivaron en matanza.
«Si esta afirmación es cierta, las direcciones que dio Riefenstahl jugaron un papel en la muerte de los judíos en Końskie», dijo Veiel, citado por el diario de Londres.
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«Los sentimientos de culpa resultantes -agregó- podrían explicar su vehemente negación de haber presenciado siquiera el crimen».
Riefenstahl, una mimada de Hitler y la encargada de llevar al cine la dura pero impactante estética del fascismo alemán, siempre negó haber participado en hechos relacionados con el Holocausto.
Su figura fue objeto de un demoledor ensayo de Susan Sontag, Fascinating Fascism (1974), donde la escritora estadounidense apunta a la alemana como una fuente del peligro de la aceptación y reconversión de la estética nazi.
Un público dividido
Pero no hubo ensayos ni documentales que llevaran a la propagandista y amiga de Hitler a admitir alguna conexión con las maldades del régimen de Berlín que produjo la eliminación sistemática de millones de personas.
Antes del estreno del filme, Veiel y su productora, Sandra Maischberger, propusieron «replantear la visión de Riefenstahl como una gran artista que explotó el deseo de Hitler de utilizar su talento para impulsar su propia carrera», señaló The Guardian.
Sin embargo, también reconocieron esperar «una reacción negativa» al documental, a causa del «alto aprecio» que, increíblemente, «todavía se tiene por Leni Riefenstahl en el mundo del cine».