Hay que empezar por reconocer que, en efecto, Lamarr se casó nada menos que seis veces. Y que en su autobiografía «Ecstasy and Me: My Life as a Woman» (1966) se relatan numerosas aventuras románticas (y otras no tan románticas, solamente apasionadas)
La bella Hedy había nacido el 9 de noviembre de 1914 en Viena, en ese entonces parte del imperio austrohúngaro, como Hedwig Eva Maria Kiesler. Su padre, Emil Kiesler, era un banquero judío cuya familia provenía de Galitzia, de la ciudad ahora llamada Lviv, en Ucrania.
Su madre, Gertrud Lichtwitz, tocaba el piano y también era judía: su familia, de un buen pasar económico, tenía sus raíces en Budapest. Sin embargo, en algún momento se convirtió al catolicismo.
De acuerdo con la biografía de la actriz escrita por Stephen Michael Shearer, «Beautiful: The Life of Hedy Lamarr» (2010), Gertrud crió a su hija en el catolicismo, aunque no la hizo bautizar.
El perfil de la actriz en el website del Jewish Women’s Archive (JWA) apunta precisamente que «uno de los muchos aspectos contradictorios de la historia de vida de la estrella de cine e inventora Hedy Lamarr es su identidad judía».
Cuando ya estaba instalada en Hollywood, escribe Ruth Barton, a Lamarr le gustaba describir su niñez como «una especie de paraíso perdido», lleno de cultura y privilegios.
En Hollywood, la actriz no mencionaba que era judía
Lo que no mencionaba era su condición de judía. «Era tan reservada sobre este aspecto de su identidad que sus hijos desconocían su herencia, a pesar de que crecieron conociendo a su abuela materna, quien se mudó a Estados Unidos para estar con su hija en 1942», señala el perfil del JWA.
A diferencia de lo que dice Shearer, Barton afirma que Lamarr se convirtió al cristianismo para casarse en 1933 con su primer marido, Fritz Mandl, cuya vida también tuvo colores de novela: era el hijo de Maria Mohr Graz, la mucama de su padre, Alexander Mandl.
Un poderoso empresario del sector de las armas, Alexander -que era judío- terminó por casarse con Maria, quien crió a Fritz en la fe católica. A pesar de ser hijo de un padre judío, el joven Mandl acabó por acercarse al fascismo y al nazismo que emergían en Europa en aquellos años.
Esas simpatías políticas y su temperamento terminarían por destrozar el matrimonio con Lamarr.
El mismo año en que se casó con Mandl, Hedwig protagonizó el filme checo «Extase» (Éxtasis), en el cual la actriz aparecía desnuda por unos pocos segundos y simulaba un orgasmo (cuenta la leyenda que fue engañada por el director y filmada con un lente telefoto).
Una escala en Londres cambió su vida: allí conoció a Louis B. Mayer
Según rumores de la época, Fritz gastó una fortuna para comprar todas las copias del filme. La propia Lamarr contó en su autobiografía de 1966 que debió disfrazarse de mucama para escapar de su marido: se fugó a París y desde allí obtuvo el divorcio, en 1937.
Desde la capital francesa, Lamarr se escabulló hacia Londres, adonde el destino la llevó a toparse con el mítico productor Louis B. Mayer (también judío, nacido Lazar Meir), quien le ofreció sumarse a los estudios Metro-Goldwyn-Mayer por 125 dólares a la semana.
A la actriz le pareció poco dinero, pero por si acaso se embarcó en el mismo buque que llevó a Meyer de regreso a Estados Unidos. En el trayecto a Nueva York hicieron un trato: el productor le pagaría 500 dólares por mes, y ella debía cambiar su nombre, a Hedy Lamarr.
Meyer no quería que su potencial nueva estrella quedara relacionada con el escandaloso filme erótico checo.
Una vez que pisó California, el brillo de la actriz vienesa no dejó de encandilar. Primer fue un protagonista en Algiers (1938), compartiendo cartel con Charles Boyer, luego fue «I Take This Woman» (1940), con Spencer Tracy, y en ese mismo año trabajó en «Boom Town», junto a Clark Gable.
A esa altura, Lamarr ya era presentada por la maquinaria de propaganda de Hollywood como «la mujer más hermosa del mundo», aunque no era ninguna mentira que su intensa belleza -«exótica», para muchos en la Meca del Cine- le permitía aspirar a ese reinado.
Su gran éxito llegaría varios años después, en 1949, con «Samson and Delilah», producida y dirigida por Cecil B. DeMille y donde encarnó a la bíblica seductora que descubrió el secreto de la fortaleza de Sansón, uno de los últimos jueces israelitas.
Su autobiografía de 1966, preparada por dos reporteros en base a entrevistas, presentó una imagen frívola de Lamarr
La biografía preparada por Shearer -considerada por muchos críticos la historia «definitiva» de Lamarr- afirma que muchos de los relatos en «Ecstasy and Me» (escrito en realidad por Cy Rice y Leo Guild en base a largas horas de entrevistas con la actriz) son exagerados.
«No es de extrañar que Lamarr entablara una demanda, sin éxito, en un intento por detener la publicación» del libro, que la diva calificó de «ficticio, falso, vulgar, escandaloso, calumnioso y obsceno», apunta un extenso reportaje de la revista estadounidense Vanity Fair.
La nota, publicada en diciembre de este año, recuerda que Lamarr le dijo en 1969 al presentador televisivo Merv Griffin: «ese no es mi libro».
«Desdeñosa del torbellino social de Hollywood», escribió Hadley Hall Meares en Vanity Fair, Hedy «prefería pintar o nadar con su buena amiga Ann Sothern».
«‘Cualquier chica puede ser glamorosa’, dijo más tarde. ‘Todo lo que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida'», señaló la reportera citando una famosa frase de Lamarr.
«Ecstasy and Me», continúa el artículo, presenta los años glamorosos de Lamarr en la época de oro del cine de Hollywood como «tiempos de interminables relaciones sexuales» para la hermosa mujer llegada desde Viena.
Pero según Richard Rhodes, autor de » Hedy’s Folly: The Life and Breakthrough Inventions of Hedy Lamarr, the Most Beautiful Woman in the World» -citado en Vanity Fair-, «las verdaderas pasiones de Lamarr eran sus inventos».
Y así finalmente llegamos al costado de la vida de Hedwig Eva Maria Kiesler que fascina al mundo en este nuevo siglo.
Sus investigaciones la llevaron a la creación de la «técnica de transmisión en el espectro ensanchado» -que derivarían luego en los sistemas inalámbricos de la actualidad- y a ganarse recientemente el apodo de «la mujer que inventó el Wi-Fi».
Todo comenzó en 1940 durante una charla con uno de sus vecinos de Hollywood, el compositor George Antheil, con quien discutió la idea de una comunicación a través de «una frecuencia en constante cambio sincronizada entre emisor», explicó un artículo del diario español El Mundo.
«Uniendo la experiencia de Antheil en el uso de pianos sincronizados para sus composiciones y el genio matemático de Lamarr, ambos crearon un mecanismo similar a los rollos de pianista que sincronizaba los cambios de emisor y receptor entre 88 frecuencias», añadió el periódico.
A pesar del éxito en Hollywood y de sus inventos, la actriz aseguraba: «nunca me he sentido satisfecha»
Antheil y Lamarr presentaron una aplicación el 10 de junio de 1941 y la patente fue concedida el 11 de agosto de 1942. Lamarr cedió la invención a las fuerzas armadas de Estados Unidos, «con la esperanza de que se usase para crear torpedos que los alemanes no fueran capaces de detener», sigue el informe.
"I am a very simple complicated person"
— Gal Gadot (@GalGadot) November 9, 2021
Happy birthday to the incredible Hedy Lamarr!
I'm so fascinated by this moving actress, ground-breaking inventor and overall inspiring woman, and I cannot wait to share with you her story
???? pic.twitter.com/TacBBh46Ln
Sin embargo, los jefes militares no supieron apreciar la tecnología, que parecía estar demasiado adelantada a su época. En efecto, recién fue aplicada en 1962 durante la crisis de los misiles soviéticos en Cuba.
La tecnología les valió a Lamarr y Antheil el ingreso al prestigioso Salón de la Fama de Inventores Nacionales de Estados Unidos, pero recién en el 2014. Muy tarde para el músico, muerto en 1959, y para la actriz, que falleció el 19 de enero del 2000 en Florida, a los 85 años de edad.
Ya hacía muchos años que había dejado de actuar: su última película cinematográfica fue «The Female Animal», de 1959, y después de eso se recluyó en su mansión, adonde pasaba horas hablando por teléfono.
Durante el 2020 se confirmó que la actriz israelí Gal Gadot encarnará a Lamarr en una miniserie para la plataforma de streaming Apple. Será una buena ocasión para conocer algo más de la mujer que alguna vez dijo: «nunca me he sentido satisfecha».
«Tan pronto como he hecho una cosa, estoy hirviendo dentro de mí para hacer otra», se justificó la hermosa inventora vienesa.