El salvaje proceso de la Inquisición española, impulsado en 1478 por los reyes católicos Isabel I y Fernando II, causó la muerte o la expulsión de miles de judíos: pero después del desastre, muchos de sus descendientes buscaron «volver a casa» a través de la Biblia de los Conversos.
Algunos de los perseguidos -personas de fe judía que en general se habían convertido al cristianismo para evitar ser torturadas o asesinadas- emigraron a otros países en Europa. Otros lograron escapar al nuevo mundo de las Américas.
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Pero después de muchos años de aislamiento del judaísmo, muchos de ellos decidieron que era hora de volver a la fe de sus antepasados, a pesar de que no tenían conocimientos del judaísmo y ni siquiera conocían el alfabeto hebreo.
«Los recuerdos de la infancia, las historias familiares y las tradiciones discretamente conservadas animaron a estos ‘nuevos cristianos’ a intentar reconectarse con sus raíces en sus nuevos hogares adoptivos», relató una investigación de la Biblioteca Nacional de Israel (BNI).
A lo largo del siglo XVI, cuenta el autor del informe, Daniel Lipson, comunidades de conversos comenzaron a imprimir libros judíos en español y en portugués. Inicialmente, precisó, esas obras incluían textos judíos fundacionales, y luego obras sobre filosofía judía y libros de poesía.
La reina Ester y un periódico de Amsterdam
El investigador recordó que se conservan, por ejemplo, un libro de gramática portuguesa y una obra de teatro basada en el Libro de Ester, ambos impresos por conversos durante este período.
Más adelante, en el siglo XVII, los conversos publicaron el que se considera el primer periódico judío del mundo, la Gazeta de Amsterdam, que se publicaba en la capital holandesa y estaba destinado principalmente a los comerciantes judíos.
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Pero el punto de partida de este proceso, apuntó Lipson, se encuentra en la ciudad de Ferrara, en el norte de Italia, donde los conversos se establecieron en el siglo XVI. Allí crearon las primeras imprentas dedicadas a las obras de los conversos españoles y portugueses.
El trabajo editorial se trasladó posteriormente a Venecia y, en el siglo XVII, a Amsterdam, donde permaneció durante unos 200 años.
Poco después de la llegada de los conversos a Ferrara en 1552, un miembro español de la comunidad, llamado Yom-Tob Atias, publicó un sidur, el libro de oraciones judías. En 1553, Atias y otro residente de Ferrara, Abraham Usque, publicaron una Biblia completa en español.
La Biblia de Ferrara, recuerda el artículo, estaba destinada, en primer lugar, a los conversos que querían estudiar el texto sagrado «pero no tenían conocimientos suficientes, si es que tenían alguno, del hebreo».
Y había otra versión, para otro público: el cristiano hispanohablante, destaca Lipson.
Una Biblia para dos tipos de lectores
«En el pasado, algunos estudiosos supusieron que, para satisfacer las necesidades de ambos tipos de lectores, la Biblia de Ferrara se imprimió en dos versiones similares, y que las diferencias reflejaban las expectativas de los dos públicos destinatarios -señala-. En cualquier caso, la Biblioteca Nacional de Israel posee un ejemplar de cada versión».
La versión «cristiana» afirma que fue impresa por Jerónimo de Vargas y Duarte Pinel. La primera página incluye una larga dedicatoria al duque Ercole II d’Este, que gobernaba Ferrara en el momento de la publicación y otorgaba a los judíos derechos igualitarios.
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Por su parte, la versión judía fue impresa por los mismos editores, pero aparecen con sus nombres hebreos: Yom-Tob Atias (algunos afirman que era el padre de Jerónimo de Vargas) y Abraham Usque.
Lipson indicó que, en la década del ’50, el profesor Stanley Rypins llevó a cabo un examen exhaustivo de las copias existentes de la Biblia de Ferrara.
«Encontró 49 copias diferentes en todo el mundo y demostró que existían muchas diferencias entre ellas, aunque la mayoría de ellas eran pequeñas e insignificantes», abundó el autor del artículo.
Las nuevas ediciones
En 1996, el estudioso de literatura y teatro Moshe Lazar publicó una edición facsímil exacta de la Biblia de Ferrara, con una tirada de 1.000 ejemplares. Antes, en 1992, para el 500 aniversario de la expulsión de los judíos de España, había publicado una edición crítica de la Biblia de los Conversos.
Lazar contó que, para preparar esa edición, localizó unos sesenta ejemplares de esta Biblia.
Esos libros, «y otros que podrían seguir circulando y no se sabe dónde se encuentran en lugares remotos del mundo -completó Lipson-, ayudaron a los conversos de España y Portugal a regresar al judaísmo en el siglo XVI».