Como ocurre todos los años antes de las principales fiestas de la tradición judía, en este caso Rosh Hashaná, los responsables del Muro de los Lamentos, en Jerusalén, organizaron la remoción y limpieza de los papeles con plegarias colocados entre las piedras por fieles de todo el mundo.
La limpieza se llevó a cabo de acuerdo con las directrices halájicas, con guantes y herramientas de madera desechables, con el objetivo de hacer espacio para las nuevas notas de los fieles y visitantes que se espera que lleguen al Kotel en los próximos meses.
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Después de seis meses de la limpieza anterior, realizada en vísperas de Pésaj, los encargados de la remoción cumplieron con la costumbre: las notas con los pedidos y oraciones se colocaron en bolsas especiales que se enterrarán junto con libros sagrados desgastados.
Se trata de un proceso conocido como genizá, que se aplica a los textos sagrados en desuso. Primero se acumulan en un depósito y, cuando se ocupa todo el espacio, los libros se queman de manera ritual, para disponer así de manera digna de cualquier papel con el nombre divino.
Rezando por los heridos y los secuestrados
Shmuel Rabinowitz, el rabino del Muro y los lugares sagrados, supervisó personalmente la limpieza como lo hace cada año, y ofreció oraciones por el regreso seguro de los secuestrados el 7 de octubre del 2023, el día del brutal ataque del grupo islamista Hamas contra el sur de Israel.
También rezó por el bienestar de los soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y por la curación de los heridos, señaló un comunicado de la organización que supervisa la zona del Kotel, la Fundación del Patrimonio del Muro de los Lamentos.

Las oraciones fueron también «por la paz y la seguridad para el pueblo de Israel, así como por las multitudes de visitantes y fieles que colocaron sus oraciones entre las piedras», añadió el texto.
Rabinowitz dijo que las notas dejadas este año en las piedras del Kotel «están llenas de lágrimas de familias en duelo, familias de rehenes, soldados heridos, civiles evacuados, familias de soldados y más».
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«Que el año y sus maldiciones terminen, y que el año y sus bendiciones comiencen, concédenos paz en la tierra y unidad entre nosotros, esta es la petición de todos nosotros», apuntó el rabino en su plegaria.
Desde la fundación recordaron que la costumbre de dejar papeles con pedidos en el Muro comenzó hacer unos trescientos años. Las notas se encuentran a lo largo de todo el Kotel y también entre las piedras expuestas en los túneles alrededor del Muro de los Lamentos.
Notas que llegan desde muy lejos
Muchas de las plegarias, cerca de 3.000 por mes, llegan desde todo el mundo a través del sitio de internet de la fundación, donde se recogen en un formulario online y luego se convierten en notas que se colocan en los intersticios del muro.
En los últimos meses llegaron así notas desde Estados Unidos, Brasil, Colombia, Canadá, Rusia, Sudáfrica, Argentina, Inglaterra, Alemania, Ucrania, India, México, Venezuela, Ecuador, España y más países.
Cada nota, remarcaron los responsables de este sitio sagrado, «tiene una historia detrás». Durante el último año, precisaron, hubo «un aumento significativo en el número de notas de oración enviadas por ciudadanos israelíes».
Algunas fueron enviadas desde hospitales donde se encuentran internados soldados israelíes, «expresando sus sinceros deseos y peticiones personales por el éxito» de las FDI, «el regreso de los rehenes y la curación de los heridos».
Una revisión piedra por piedra
Rosh Hashaná, el año nuevo judío, comenzará al anochecer del 2 de octubre. Será el comienzo del año 5785 del calendario lunar hebreo.
Para esta ocasión, además de la limpieza y remoción de los papeles con las plegarias, la fundación del Muro de los Lamentos llevó a cabo una de sus periódicas revisiones de las piedras propiamente dichas.
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Es una inspección «exhaustiva y minuciosa» que se lleva a cabo dos veces al año, antes de Pésaj y de Rosh Hashaná, «para garantizar la seguridad de los miles de fieles que visitan la Plaza del kotel.
Según explicaron, la realiza un equipo dirigido por ingenieros bajo supervisión rabínica y en colaboración con la Autoridad de Antigüedades de Israel. «El equipo examina cada piedra, verificando su estabilidad y nivel de mantenimiento», puntualizaron.