Una joven investigadora argentina había prestado mucha atención a los relatos de su abuela y, años después, tuvo la oportunidad de construir a partir de ellos un libro, un rescate del teatro en idish, «una pasión» de los judíos del país sudamericano, un fenómeno -aseguró la autora- para nada marginal.
Detrás del libro Broyt Mit Teater: Historia del teatro judío en Argentina, que publicó la editorial Eudeba, está Paula Ansaldo, doctora en Historia y Teoría de las Artes por la Universidad de Buenos Aires (UBA).
También es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y del Instituto de Artes del Espectáculo de la UBA, además de formar parte del Núcleo de Estudios Judíos (IDES).
Conversando con IsraelEconomico, Paula contó que el libro es resultado de una investigación doctoral «que estuvo motivada por mi deseo de visibilizar y recuperar este episodio fundamental pero muchas veces olvidado» de las historias del teatro y de la cultura judía en Argentina.
«Conocía el fenómeno gracias a mi abuela, que había sido espectadora de ese teatro», recordó Ansaldo, quien desarrolló trabajos académicos también en universidades de Estados Unidos, como Harvard y la University of Pennsylvania.
Si bien la primera influencia llegó desde los relatos de su abuela, «cuando empecé mi proyecto lo primero que me sorprendió fue descubrir la magnitud del desarrollo del circuito teatral en idish que había funcionado en el país durante la primera mitad del siglo XX».
Un capítulo «fundamental»
Paula señaló que a medida que avanzó en la investigación fue «descubriendo que el teatro judío de la Argentina no había sido un fenómeno marginal, sino un episodio fundamental» en la historia de los escenarios locales, con «un fuerte impacto en el desarrollo del teatro nacional».
De hecho, afirma en su libro, el teatro en idish «funcionó como una suerte de corriente modernizadora que contribuyó a introducir en el campo teatral argentino nuevas concepciones», además de «repertorios, poéticas de actuación y estéticas modernas que aún no se habían difundido en los escenarios» de Buenos Aires.
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La autora descubrió registros de obras en idish ya desde 1901 en Argentina, aunque es en la década del ’30 del siglo pasado cuando el país, en particular su capital, se posicionó como un centro teatral judío de importancia internacional.
¿Cuáles fueron los orígenes de este fenómeno? Por un lado, por supuesto, la masiva llegada de inmigrantes judíos a la Argentina, que terminaron conformando una de las comunidades hebreas más grandes del mundo.
Por otro lado, apunta Paula Ansaldo, en esos años el teatro en idish que se desarrollaba en los principales centros teatrales de la época, como Varsovia y Nueva York «empieza a sufrir una fuerte declinación».
En Europa, más que nada por motivos sociopolíticos: el ascenso del nazismo y luego la guerra. Y en Estados Unidos porque las audiencias comienzan a decaer debido a las limitaciones impuestas a la inmigración judía a partir de 1924, además de la asimilación idiomática y cultural de las nuevas generaciones de judíos norteamericanos.
Grandes actores y actrices, de gira
A esas razones se sumó la competencia cada vez mayor de los espectáculos de Broadway, a la aparición del cine sonoro y a la crisis económica de 1929, que «llevaron al cierre de teatros y a la reducción de la temporada teatral judía», explica la autora.
Esta combinación de factores empujó a muchos actores y actrices del género a salir de gira por «otros lugares del mundo en donde las comunidades judías todavía estaban en pleno crecimiento, como era el caso de la Argentina».
Con ese marco, el negocio de este tipo de espectáculos en Argentina «se organizó en función de un star system, un sistema que se sostenía gracias al actor central y la estrella que venía del extranjero, completando el elenco con actores locales», destaca Paula.
Así fue que llegaron a la Argentina grandes artistas judíos europeos y norteamericanos, como Jacobo Ben-Ami, Molly Picon, Maurice Schwartz y Joseph Buloff.
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– ¿Y cómo refleja la historia del teatro en idish a la comunidad judía argentina?
– Era verdaderamente una pasión de los judíos argentinos. Hay un dicho popular que da título al libro y afirma que los judíos comen su broyt mit teater, su pan untado con teatro. Para los inmigrantes recién llegados, era un lugar de encuentro donde combatir el desarraigo al recordar las costumbres y tradiciones propias, y compartir la lengua materna.
Una actividad familiar y formadora
Ir al teatro era además una actividad familiar de la que participaban todos sus integrantes, independientemente de su edad. Los menores no pagaban entradas, por eso los teatros judíos estaban llenos de chicos y, en este sentido, el teatro judío funcionaba como una escuela de yiddishkayt, de judeidad.
– ¿Cuáles son las razones de la desaparición de este circuito de teatro en idish?
– La escena del teatro judío en Argentina comenzó a declinar durante los años 60. Múltiples razones pueden explicar esta crisis. En primer lugar, las audiencias de habla idish comenzaron a disminuir, pero también menos actores eran capaces (o querían) de actuar en esta lengua.
La mayoría de los jóvenes actores judíos, cuya primera lengua era ahora el español, empezaron a abandonar las compañías de teatro judío para trabajar en el teatro nacional, el cine y la televisión. Otro factor fue la falta de obras y temas nuevos en el repertorio teatral judío.
Un final, en los ’60
A pesar de que el proceso tuvo lugar en Argentina muchos años más tarde que en otros centros teatrales idish, la decadencia en Estados Unidos y Europa afectó profundamente la escena teatral judía local, que se basaba en las visitas de las estrellas extranjeras y sus repertorios.
Para la década de 1960, las visitas de las estrellas invitadas eran cada vez menos frecuentes y la mayoría de los teatros judíos presentaban los mismos actores y las mismas obras que habían sido populares durante la época dorada pero que ahora parecían anticuadas para la sensibilidad de las nuevas generaciones de judíos latinoamericanos.
Así, el alejamiento de la juventud, la falta de obras originales, la ausencia de nuevas generaciones de artistas -locales o extranjeros- que pudieran renovar la temporada y la imposibilidad de llenar las butacas vacías que iban dejando los fieles espectadores de antaño finalmente llevaron a la decadencia del teatro judío en la región.
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