En los años ’80, en Israel decidieron que era un buen momento para desarrollar un avión de combate industria nacional: el resultado fue el Lavi, un excelente jet que, sin embargo, no sobrevivió a las condiciones políticas y económicas de la época.
Hacia febrero de 1980, con las lecciones de la Guerra de Yom Kipur todavía muy presentes, el gobierno encargó a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) que presentaran las especificaciones para un nuevo avión de combate.
El nuevo aparato debía remplazar a los Skyhawk, fabricados por la estadounidense McDonnell Douglas y grandes protagonistas de la guerra de octubre de 1973.
Eran los tiempos en que la Fuerza Aérea de Israel (FAI) recién comenzaba a pasar de su preferencia por los aviones franceses a los norteamericanos, una tendencia que se consolidó con el tiempo y que ahora se expresa en la fuerte presencia de los F-16 y los F-35 de Lockheed Martin en los cielos del país.
Pero, en los años ’80, los dirigentes israelíes todavía consideraban, muy seriamente, la posibilidad de crear un avión de combate en el país.
Un proyecto nacional
Si bien ya estaba la experiencia del Nesher, por ejemplo, las aeronaves desarrolladas en Israel eran básicamente «upgrades» de máquinas francesas.
El Lavi debería cambiar eso, se trataba de un proyecto Made in Israel desde la mesa de diseño de los ingenieros hasta la planta de fabricación.
En octubre de 1982, después del proceso de evaluación, Israel decidió poner en marcha el proyecto del avión industria nacional, que contaría con un motor de la norteamericana Pratt & Whitney, actualmente parte del poderoso conglomerado Raytheon.
La tarea de desarrollar el avión fue entregada a la entonces Israel Aircraft Industries (IAI, actualmente Israel Aerospace Industries), siempre un elemento clave de la industria de defensa en el país y hoy la mayor empresa local del sector.
Los expertos de IAI pusieron manos a la obra y diseñaron un avión que en su momento fue revolucionario: pequeño, con una cabina tándem, fabricado con nuevos materiales que lo hicieron más liviano que otros aparatos de cuarta generación del momento.
Al ser más liviano, el Lavi podía despegar con una carga más pesada de proyectiles, una capacidad ideal para su principal misión, la de las operaciones aire-tierra.
Aprobado por los pilotos
Muchas características del avión fueron diseñadas y fabricadas en base a recomendaciones de pilotos de combate de la FAI.
Por ejemplo, un sistema de «auto-análisis» de problemas a bordo, que permitía a los pilotos concentrarse más en la batalla que en el mantenimiento del aparato.
Al ser más pequeño y producido con muchos materiales innovadores que redujeron los costos, las autoridades israelíes esperaban contar con un amplio mercado de exportación para el Lavi.
El proyecto insumió alrededor de 1.500 millones de dólares y, según se estimaba, cada aparato debería costar unos 11 millones de dólares cada uno.
En un primer momento, el proyecto del Lavi contó con financiación de Estados Unidos, de donde llegaba además alrededor del 40 por ciento de los insumos para la fabricación del avión.
Pero, con el paso de los meses, desde Washington empezaron a llegar mensajes desalentadores, hasta que finalmente Estados Unidos se retiró del proyecto.
Recordado con admiración y nostalgia
Una de las razones principales: la industria militar norteamericana no veía con buenos ojos apoyar el desarrollo de aviones que pudieran competir con sus propios equipos.
En Israel, el proyecto del avión de combate encontró además una fuerte oposición política, en especial por los crecientes gastos que insumía el desarrollo del Lavi.
En efecto, se estima que -también en parte por la inversión en el nuevo avión- el gasto israelí en defensa había saltado hacia 1984 hasta un astronómico 24 por ciento del producto bruto interno.
IAI llegó a producir tres de los cinco prototipos planeados del Lavi, uno de los cuales realizó el primer vuelo de prueba el 31 de diciembre de 1986, durante 26 minutos y con rotundo éxito.
A pesar de ello, el 30 de agosto de 1987, bajo el peso de la presión de Estados Unidos y de los recortes presupuestarios, el gobierno canceló el proyecto Lavi, un avión que, en Israel, todavía muchos recuerdan con una mezcla de orgullo y nostalgia.