Cuando todavía no se había convertido en uno de los interceptores de cohetes más famosos del mundo, la Cúpula de Hierro tuvo un visitante de lujo, el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien conoció a una de las baterías del sistema el 20 de marzo del 2013
Obama había llegado ese mismo día al aeropuerto Ben-Gurion para su visita oficial a Israel, la Autoridad Nacional Palestina y Jordania.
Apenas aterrizado fue recibido por el entonces presidente de Israel, Shimon Peres, y por el primer ministro, Benjamin Netanyahu.
Pocos minutos después de bajar del avión, el mandatario norteamericano se trasladó junto a Netanyahu a una batería del Kipat Barzel (como se llama en hebreo la Cúpula de Hierro o Iron Dome) en el propio aeropuerto.
Se trató, en efecto, del primer acto oficial de esa gira de Obama por Medio Oriente.
Los detalles del sistema fueron presentados a Obama por el militar que en aquel momento ocupaba la jefatura de estado de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), el teniente general Benny Gantz.
Para Obama se trataba de «un gran trabajo»
En un reporte de la época, el servicio de prensa de la Fuerza Aérea de Israel (FAI) señaló que Obama «escuchó las explicaciones» de Gantz, quien luego se convertiría en ministro de Defensa, cargo que ocupa actualmente, y se reunió con soldados asignados a baterías Cúpula de Hierro «en todo el país».
«Están haciendo un gran trabajo», dijo Obama a los soldados, según destacó el artículo de prensa de la FAI.
Para ese entonces, al igual que sucede con otros proyectos militares israelíes, la Cúpula de Hierro contaba con financiación del Pentágono y del sistema de defensa de Estados Unidos.
De hecho, pocos días antes del viaje de Obama el Congreso estadounidense ya estaba trabajando en una ley que autorizaría a la Casa Blanca a disponer fondos para apuntalar el desarrollo de este sistema de interceptación de misiles de corto alcance.
Un proyecto para «interceptar cohetes, misiles y proyectiles de corto y mediano alcance»
La «Iron Dome Support Act» introducida el 13 de marzo a través de un proyecto patrocinado por la diputada demócrata Susan Davis, de California, establecía que el presidente iba a estar en condiciones de «proporcionar asistencia al gobierno de Israel para la adquisición, mantenimiento, mejora y sostenimiento del sistema de defensa antimisiles Iron Dome».
¿El objetivo del proyecto? «Interceptar cohetes, misiles y proyectiles de corto y mediano alcance lanzados contra Israel», indicaban desde la cámara baja del Congreso norteamericano.
Algunos meses después, a principios de agosto del 2014, en medio de la guerra con el grupo radical islámico Hamas en la Franja de Gaza, el Congreso estadounidense aprobaba una medida para autorizar 225 millones de dólares en fondos de emergencia para la Cúpula de Hierro.
«El dinero se utilizará para reponer el arsenal de misiles interceptores Cúpula de Hierro, muchos de los cuales se utilizaron para derribar cohetes de corto alcance disparados desde Gaza hacia áreas pobladas de Israel en el actual conflicto de tres semanas», señaló en aquel momento la agencia de noticias Reuters.
Un importante eslabón de la cooperación militar con Estados Unidos
Los fondos que la Casa Blanca y el Pentágono destinaron al desarrollo del Kipat Barzel tienen una lógica: Estados Unidos está interesado en contar con el sistema para proteger a sus tropas en el exterior y de hecho ya está trabajando en su versión del interceptor.
En octubre del año pasado, las FDI entregaron a Estados Unidos la primera de las dos baterías prometidas para el ejército norteamericano. «Estoy orgulloso de que este sistema avanzado también protegerá a las tropas de Estados Unidos», declaró entonces el ministro Gantz.
Poco antes, en agosto, la firma que desarrolló el Kipat Barzel, la israelí Rafael, firmó un acuerdo con la norteamericana Raytheon, una de las empresas de defensa más poderosas del mundo, para poner en marcha una joint venture para fabricar baterías en Estados Unidos.
«Esta será la primera fábrica de Iron Dome fuera de Israel, y ayudará al Departamento de Defensa de Estados Unidos y a sus aliados en todo el mundo a obtener el sistema para la defensa de sus miembros del servicio y la infraestructura crítica», afirmó en aquel momento Sam Deneke, uno de los vicepresidentes de Raytheon.
Ocho años después de la visita de Obama a una de las baterías del sistema de interceptores, la Cúpula de Hierro está salvando incontables vidas en Israel y sigue siendo uno de los grandes eslabones en la cadena de cooperación militar con Estados Unidos.