Esta es la historia de Zahara, la legendaria piloto de la independencia de Israel.
Con apenas 19 años de edad, Zahara Levitov tomó parte en 1946 de una mítica operación del Palmaj -la fuerza de élite de la Haganá– para destruir once puentes utilizados por las fuerzas británicas para conectarse desde el territorio de Palestina con El Líbano, Siria, Transjordania y Egipto.
Pocos meses después, cuando le faltaba poco para cumplir 21 años y ya se había convertido en una de las pilotos de las fuerzas independentistas, el avión de Zahara cayó en Jerusalén y su historia se convirtió en una leyenda, la de una de las pioneras de la aviación militar israelí, pero también la de una joven cuya vida estuvo marcada por el amor y la valentía.
La Biblioteca Nacional de Israel (BNI) publicó en su website una serie de impactantes fotografías de Zahara, la mayoría de ellas pertenecientes al archivo del Palmaj.
Es una buena oportunidad para repasar la historia de esta piloto nacida el 27 de octubre de 1927 en Tel Aviv.
Zahara, hija de Yehuda y Zeita, pasó parte de su infancia en el kibutz Kiryat Anavim, en los montes de Judea, en lo que hoy es el centro de Israel, y en Tel Aviv, adonde asistió a la escuela primaria.
Luego, mientras cursaba la escuela secundaria, siempre en Tel Aviv, se unió a la Haganá, la organización de autodefensa judía que jugaría un papel fundamental en la lucha por la independencia. En poco tiempo, la joven pasó a las filas del Palmaj, formada por los mejores combatientes de la fuerza.
Una noche oscura en Ajziv
Tal era su prestigio que Zahara fue asignada a uno de los comandos despachados para destruir los puentes que utilizaban las fuerzas coloniales británicas. En su caso fue el puente ferroviario en Ajziv, sobre el Mediterráneo, cerca de la frontera con El Líbano, apenas 25 kilómetros al sur de Tiro.
«Era una noche oscura» cuando los combatientes del Palmaj descendieron una pendiente y se acercaron a su objetivo, relató Amit Naor en el artículo de la BNI.
«Ya habían vislumbrado el objetivo de la operación, el puente Ajziv, pero justo cuando lo vieron, también ellos fueron detectados» y comenzaron a recibir disparos de los soldados que custodiaban el puente, continuó.
Cuenta Naor que, aparentemente, una bala enemiga «detonó los explosivos que llevaban para hacer estallar el objetivo», y que «el resultado fue terrible: catorce combatientes del Palmaj murieron» en la operación.
Un amor en armas
A causa del estallido, Zahara sufrió una herida en un ojo, pero igualmente se las arregló para llegar hasta un kibutz cercano, Matzuva, adonde se escondió en el dormitorio de los niños. Su pequeña estatura, esa vez, la ayudó de manera decisiva: los policías militares británicos no lograron descubrirla.
Para ese entonces, Zahara ya era comandante de un escuadrón del Palmaj y estaba enamorada de un compañero de armas, Shmulik Kaufman.
Ambos formaban una pareja ideal, eran inteligentes, bien parecidos y soldados de primer nivel, pero la tragedia los esperaba a la vuelta de la esquina.
En efecto, cuando se había decidido que la pareja iba a marchar a estudiar en Estados Unidos (Shmulik economía y Zahara medicina), el joven Kaufman murió durante un entrenamiento al estallar una granada defectuosa.
«Después de varios meses, Zahara, con el corazón roto, viajó a Estados Unidos» para comenzar sus estudios de medicina, señala el artículo de la Biblioteca. Gracias a sus excelentes calificaciones y una carta de recomendación, a Zahara se le abrieron las puertas de nada menos que la Universidad de Columbia.
Un curso secreto de piloto de avión, en California
El destino, sin embargo, tenía otros planes: cuando la joven se enteró del desastre del Convoy de los 35, la fallida caravana de reabastecimiento de enero de 1948 que debía asistir a los kibutzim de Gush Etzion y que terminó con la muerte de todos sus integrantes -muchos de los cuales eran sus amigos de la Haganá-, Zahara decidió dejar los estudios y volver a su país.
Antes, sin embargo, realizó un curso secreto para pilotos en California. Zahara fue una de las dos únicas mujeres que tomaron parte de esas clases.
Sus jefes de la Haganá la recibieron con entusiasmo y rápidamente la designaron subcomandante de uno de los escuadrones estacionados en el aeródromo de Sde Dov, en Tel Aviv.
Poco se sabe de las operaciones que llevó a cabo Zahara como piloto, porque -se supone- muchas de ellas fueron secretas. Pero en agosto de 1948, pocos meses después de la creación del estado de Israel, la joven combatiente voló a Jerusalén para reunirse con el padre de Shmulik, con quien quería preparar un memorial para su amado.
Tenía programado volar de regreso a Tel Aviv el 3 de agosto de 1948 con el piloto Emanuel Rothstein, «pero un desperfecto provocó que el avión se estrellara en el Valle de la Cruz, en Jerusalén, matando a ambos pilotos», señaló el informe de Naor.
En los años posteriores a su muerte, y mientras crecía su leyenda, «Zahara» fue uno de los nombres más populares para las niñas nacidas en el flamante estado de Israel.