La Marina de guerra de Israel cuenta con cinco sofisticados submarinos de la Clase Dolphin en operación, dotados todos con armamento de alta tecnología estadounidense, alemana y local y, que, según muchos analistas, son los «delfines nucleares» del país.
Los Dolphin comenzaron a delinearse en los planes de las Fuerzas de Defensa de Israel ya en 1988, para remplazar a los ya anticuados sumergibles de la Clase Gal, diseñados en Alemania y construidos en Gran Bretaña.
No se sabe con certeza si los jefes militares de Israel tenían en mente dotar a los nuevos submarinos con armas atómicas, pero lo que sí estaba claro era que Alemania iba a cooperar ampliamente en la producción de los navíos, los futuros «delfines nucleares».
El gobierno alemán había quedado mal parado con Israel a causa de sus políticas relajadas en cuanto a la venta de armamentos en la región, lo que había permitido al régimen iraquí de Saddam Hussein adquirir armas químicas y aventurarse en el terreno nuclear.
Los israelíes sufrieron esa capacidad iraquí durante la Guerra del Golfo de 1991, cuando las fuerzas de Hussein llegaron a lanzar misiles contra el país, donde cada día se temía que alguno de esos cohetes tuviera una cabeza química o biológica.
Para «reparar» esa culpa, Alemania accedió a subvencionar por completo la construcción de los dos primeros submarinos y cubrir la mitad del costo del tercero, que fueron armados en los astilleros HDW, en Kiel, y Nordseewerke, en Emden.
Israel ya cuenta con cinco submarinos clase Dolphin, y espera el sexto
Después de varios años de trabajos, esos tres primeros submarinos, bautizados Dolphin, Leviatán y Tkuma, se hicieron operativos en 1996, 1997 y 1998, respectivamente.
Luego vendría la segunda tanda, los submarinos de la Clase Dolphin II, armados en los astilleros HDW. En este caso, los sumergibles entraron en operaciones en el 2014 (el Tanin) y en el 2016 (Rahav).
El sexto submarino, el Drakon, fue encargado en el 2011 a los astilleros de Alemania.
Dolphin, Leviatán y Tkuma se movilizan con propulsión diesel-eléctrica, tienen 57 metros de largo, cuentan con sonares y radares de última generación y están equipados con diez tubos para torpedos (seis de 533 mm y cuatro de 650 mm).
Por su lado, Tanin y Rahav fueron provistos con sistemas de Propulsión Independiente de Aire (conocidos como AIP, por su sigla en inglés), que les permiten permanecer sumergidos mucho más tiempo que los de la Clase Dolphin convencionales.
Esa capacidad eventualmente les permite, por ejemplo, navegar sumergidos desde el puerto de Eilat, en el extremo sur de Israel, hasta el Golfo Pérsico sin tener que salir a superficie en ningún momento.
Todos estos detalles de sistemas y armamentos convencionales (los submarinos pueden llevar a bordo misiles Harpoon y torpedos Seahake) son públicamente conocidos, a diferencia de la presunta capacidad nuclear de los sumergibles Dolphin.
Analistas internacionales dan por descontado que estos submarinos llevan armas nucleares
En la cruda lógica de la guerra, los países que se sienten amenazados por enemigos con probables capacidades nucleares buscan desde siempre contar con la posibilidad de «second strike», es decir, de una segunda chance de atacar una vez que ya fueron agredidos, una ulterior cláusula disuasoria.
Nadie jamás confirmó en Israel que los submarinos Clase Dolphin cuenten con misiles con cabezas nucleares, pero es un hecho que dan por descontado los expertos militares de todo el mundo.
Según el analista Kyle Mizokami, los submarinos israelíes estarían en condiciones de disparar cabezas nucleares en misiles Popeye Turbo.
La capacidad de «segundo ataque», señaló Mikozami en National Interest, se basa «en el principio de la disuasión nuclear y garantiza que los enemigos potenciales lo piensen dos veces antes de atacar».
Es que saben que los submarinos, estos «delfines atómicos» de Israel, «estarán listos para llevar a cabo ataques de venganza«.