Si bien la Guerra de Iom Kipur se combatió en el mes de octubre de 1973, en Israel se recuerda el aniversario según el calendario hebreo, en coincidencia con el día más sagrado para los judíos, la jornada de expiación y purificación: una buena descripción de aquel conflicto bélico
Es apropiado decir que, en términos territoriales y estrictamente militares, la guerra terminó en una victoria para Israel, ya que, al avanzar el conflicto y montarse el contraataque, las tropas de Jerusalén llegaron a estar a pocos kilómetros de Damasco y El Cairo.

Sin embargo, tras el cese del fuego, la guerra dejó una profunda herida en la estructura militar y de inteligencia israelí por haber fracasado en prevenir el ataque «sorpresa», lanzado por Egipto y Siria en el día del ayuno en el que el país se detiene casi por completo.
Para algunos comentaristas se trató de una costosa victoria militar y un «empate» político a nivel internacional.
Israel venía de una extraordinaria victoria en la Guerra de los Seis Días en 1967, en la que el pequeño país logró derrotar a las tropas combinadas de Jordania, Egipto y Siria, recuperar Jerusalén y conquistar la Franja de Gaza, el Sinaí y Judea y Samaria.

Muchos historiadores y comentaristas afirman que fue precisamente ese resonante triunfo el que provocó que los militares israelí se «durmieran en los laureles» y que no pudieran predecir con claridad otros ataques.
En ese sentido, en estos días se desclasificaron documentos que mostraron más detalles sobre el hecho de que la cúpula militar israelí ignoró por lo menos durante diez horas un reporte de inteligencia que podía haber cambiado el rumbo de la guerra.
En efecto, un cable luego conocido como el «mensaje dorado» advertía a los jefes de la Inteligencia israelí que los ciudadanos soviéticos estacionados en Egipto y Siria estaban abandonando esos países, adonde muchos de ellos se desempeñaban como asesores militares, algo que indudablemente señalaba la cercanía del estallido de la guerra.

El cable llegó un día antes de la ofensiva de las naciones árabes, pero los encargados de evaluar los reportes de los espías prefirieron dejarlo de lado, por al menos diez horas.
Recién a la mañana siguiente se distribuyó la información entre los generales, como parte de un informe que -al parecer- incluía también datos provistos por el espía (o doble agente) egipcio Ashraf Marwan, confidente del entonces presidente Anwar Sadat, y retratado en el reciente filme «The Angel», según el cual existía un «99 por ciento» de chances de agresión.
Más allá de los graves errores que impidieron prevenir el ataque, las Fuerzas de Defensa de Israel lograron repeler a los ejércitos árabes y mantuvieron la integridad territorial, pero a un enorme costo sólo comparable con la Guerra de Independencia: se estima que entre 2.688 soldados israelíes cayeron en batalla.

Ese número causó un enorme impacto en la sociedad y en las fuerzas militares de Israel, que a partir de ese momento comenzaron a invertir fuertemente en reequipamiento y, en especial, en tareas de inteligencia, una tendencia que continúa firme hasta estos días.
Además, la intensidad y el costo del conflicto llevaron finalmente a Egipto y a Israel a pensar finalmente en dejar de lado los enfrentamientos armados, lo que terminó derivando en el histórico tratado de paz de 1979, que también sigue vigente hasta la actualidad, después de la devolución del Sinaí.
En coincidencia con un nuevo Iom Kipur, el aniversario número 47 de la guerra agrega para los israelíes otro motivo de profunda reflexión, como ocurre todos los años.