El rescate de los rehenes que un grupo de terroristas alemanes y palestinos mantenía secuestrado en el aeropuerto ugandés era, para muchos, una verdadera misión imposible, hasta que los comandos israelíes llevaron a cabo la Operación Entebbe.
Los soldados que se atrevieron a volar unos 4.000 kilómetros a baja altitud, esquivando radares, llegaron a Entebbe el 3 de julio de 1976 y, después de una operación relámpago de menos de una hora, al día siguiente estaban de regreso en Israel con más de cien rehenes liberados.
Detrás dejaron asombrado a un mundo que no había previsto una resolución tan espectacular y exitosa.
«Ningún país se hubiera atrevido a intentar una operación así, ya que realmente era una misión imposible», escribió el periódico británico Daily Mail cuando se conoció el resultado del rescate.
«Pero Israel se atrevió y ganó», resumió el diario londinense.
Por su parte, el diario israelí Yediot Ahronot tituló, ese mismo día: «Uno de los ejemplos más brillantes de una operación realizada por cualquier ejército» del mundo.
«Israel se atrevió y ganó»
El 4 de julio de 1976, la misión en Entebbe «se convirtió en una de las operaciones de comando más conocidas de la historia», escribió el especialista israelí en asuntos de inteligencia Ronen Bergman.
Al comentar el libro «Operation Thunderbolt: Flight 139 and the Raid on Entebbe Airport», del historiador Saul David, la columnista Clare Mulley afirmó que la Operación Entebbe cumplida por los comandos israelíes «posiblemente estableció el estándar para la lucha contra el terrorismo».
Hace cuarenta y cinco años, «cuando un promedio de tres aviones eran secuestrados en todo el mundo cada mes, no había una política internacional de no negociación con los terroristas», recordó Mulley en un artículo en el periódico The Spectator.
En semejante escenario, añadió, «pocos esperaban que Israel asaltara el aeropuerto de Entebbe para rescatar a los rehenes».
Lo único que estaba en claro, era que, en Entebbe, «cualquier operación de rescate requeriría precisión absoluta, así como gran coraje y convicción», señaló la comentarista.
Quienes preparaban el rescate contaban con muy pocas fuentes confiables de información de inteligencia
En efecto, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se enfrentaban no solamente con un objetivo a miles de kilómetros y altamente peligroso dada la presencia de las decenas de rehenes civiles, sino también la difícil tarea de reunir la inteligencia necesaria para la misión relámpago.
Hace 45 años, 4 terroristas secuestraron un avión civil con 248 pasajeros y obligaron al piloto a aterrizar el avión en Entebbe, Uganda.
— FDI (@FDIonline) July 3, 2021
Esta es la historia de la misión, contada por el ex director del Mossad, Tamir Pardo, quien fue oficial de las FDI en la Operación Entebbe. pic.twitter.com/SqzYc7Xuxp
«Uno de los mayores problemas que tuvimos fue que operamos con una claridad mínima durante toda la misión, ya que no teníamos ninguna fuente de información confiable«, reconoció, por ejemplo, el teniente coronel Avi Mor, navegante de uno de los aviones que volaron a Uganda.
Además del coraje de los comandos, las FDI contaron con un ingenioso e inteligente equipo de planificación liderado por Ehud Barak y, lo que resultó no menos importante, una gran dosis de suerte.
Se recuerda especialmente, por ejemplo, que una empresa israelí de construcciones, Solel Boneh, había trabajado en las tareas iniciales de diseño del aeropuerto de Entebbe y que entregaron copias de los planos al equipo de Barak.
También se contó con la preciosa información que compartieron oficiales de la aviación militar de Israel «que habían pasado un tiempo en Uganda como instructores de vuelo y pilotos de una conexión aérea de corta duración» entre los dos países, se lee en el libro de Saul David.
Un navegador de la fuerza aérea, que estaba entre los rehenes en Entebbe, calculó la distancia entre Israel y Uganda y dijo que «de ninguna manera» podían llegar allí los comandos
Todos estos preparativos frenéticos se llevaban a cabo mientras los rehenes en Entebbe buscaban sobrevivir a la angustia y a las duras condiciones bajo las que eran mantenidos por los secuestradores.
Entre los cautivos se encontraba Uzi Davidson, un navegador de la Fuerza Aérea de Israel que había subido al avión de Air France junto a su esposa, Sara, y sus dos hijos, para pasar unas vacaciones en París.
Sara Davidson contó, en una entrevista con la emisora BBC, que los rehenes hablaban todo el tiempo sobre qué desenlace podría tocarles en esta pesadilla. Y sobre la posibilidad de un rescate.
A medida que se acercaba la fecha del ultimatum que los secuestradores habían impuesto para que Israel y otros países liberaran a cincuenta y tres terroristas, algunos pasajeros «se dirigieron a Uzi» para conocer su opinión, recordó el artículo de la BBC.
«Le preguntaron, basándose en su experiencia en la Fuerza Aérea, cuáles eran las posibilidades de ser rescatados» rememoró Sara cuando le preguntaron sobre la Operación Entebbe.
Uzi, siguió la mujer, «calculó la distancia entre Israel y Uganda y les dijo ‘de ninguna manera'» podían llegar hasta allí los soldados israelíes.
Pocos días después, los comandos arribaron y sorprendieron a los secuestradores en Entebbe, a los soldados ugandeses, a los rehenes y al mundo con la audaz misión de rescate.