A principio de este mes se cumplió una década de la primera interceptación lograda por el sistema Cúpula de Hierro (o Kipat Barzel, en hebreo), capaz de derribar los cohetes y otros proyectiles que se lanzan desde la Franja de Gaza o El Líbano contra el territorio de Israel
El día del estreno de la batería, el 7 de julio del 2011, había comenzado con un triste episodio: desde Gaza, militantes del grupo Hamas dispararon un misil antitanque contra un autobus escolar de la región de Sha’ar Hanegev, en el sur de Israel, causando la muerte de un joven de 16 años.
Tras el ataque, la batería que se había instalado en una zona boscosa al sur de la ciudad de Ashkelon entró en operaciones. «Nos sentamos en la sala de gestión de intercepciones y vimos un objetivo real en nuestras pantallas por primera vez, era el momento que habíamos anticipado durante meses», recordó el teniente coronel Maor, en aquel momento comandante de la batería.
«El sistema confirmó que los misiles disparados eran munición viva, el teniente coronel Maor se sentó en el puesto del comandante y yo me paré detrás de él para administrar la inteligencia que estábamos recibiendo», relató por su lado el mayor Noy (los apellidos se mantienen en anonimato por razones de seguridad).
«Por la radio se hizo un silencio absoluto», continuó el mayor. «Todo estaba ocurriendo de la manera que habíamos practicado en el entrenamiento, solo que esta vez, fue real y por primera vez, disparamos misiles y destruimos nuestros objetivos», describió el oficial, citado en un reciente artículo del website de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
La excitación y la alegría por haber derribado el misil lanzado desde Gaza duraron poco. «Estábamos muy emocionados, pero después de unos segundos comenzamos a prepararnos para las próximas intercepciones ya que el evento no había terminado», dijo por su lado Maor.
En efecto, «ese mismo fin de semana interceptamos más cohetes», rememoró.
Las autoridades militares israelíes reconocen que no es sencillo cubrir las dotaciones de soldados que operan las batería de los Kipat Barzel, entre otras cosas porque hay que tener nervios de acero para llevar a cabo las acciones de interceptación de misiles.
Para ocupar las posiciones en las primeras baterías, los pioneros de este sistema debieron pasar por un duro proceso de selección y entrenamiento. Como parte del equipo de la primera batería, «participamos en todas las pruebas de desarrollo», contó Maor, quien ahora está al frente de un sistema Cúpula de Hierro en el norte del país.
Para estar listos para operar el sofisticado equipo, «estudiamos los fundamentos del sistema de armas con los ingenieros que lo diseñaron», recordó.
Ahora, mirando hacia atrás, en aquel momento «entendimos la importancia del evento, pero no tanto sus implicaciones a largo plazo, estábamos enfocados en nuestros próximos objetivos», admitió el teniente coronel.
El mayor Noy agregó: «sabíamos que era un gran logro, pero no lo extraordinario que era en realidad y no previmos el nivel de atención que generaría» el sistema, que en la actualidad está siendo evaluado por el ejército de Estados Unidos, por ejemplo.
«Una década después, puedo decir que la interceptación fue histórica, que hemos recorrido un largo camino desde entonces y que la Cúpula de Hierro tiene ahora capacidades con las que solo podíamos soñar hace diez años», concluyó Maor.