La gimnasta artística húngara Agnes Keleti, que logró escapar del Holocausto para convertirse en una reina olímpica con nada menos que diez medallas (la mitad de ellas, doradas), falleció este jueves en Budapest a los 103 años de edad.
Para fines de la década del ’30 del siglo pasado, Agnes se perfilaba como una de las grandes promesas del deporte húngaro, pero el avance del nazismo hizo trizas esas primeras esperanzas: fue expulsada de su club de gimnasia en 1941 por ser judía y debió esconderse.
También le puede interesar: Adiós al sobreviviente de Auschwitz que vistió a los presidentes de Estados Unidos
Su padre, al igual que gran parte de su familia, murió en el campo de exterminio de Auschwitz, pero su madre y su hermana sobrevivieron gracias a las operaciones de rescate montadas por el diplomático sueco Raoul Wallenberg, un Justo entre las Naciones.
En medio de la violencia nazi y la guerra, Agnes compró un documento de identidad que la mostraba como cristiana y trabajó de mucama en el interior de Hungría.
Más adelante recordaría que, durante el sitio soviético de Budapest, cuando finalizaba el conflicto mundial, tuvo que tomar parte en la recolección de cuerpos para ser enterrados en fosas comunes.
Un renacimiento después de la guerra
Después de la guerra, sin embargo, renacieron las esperanzas: comenzó a practicar cello y retomó los entrenamientos. Para 1952 ya formaba parte del equipo olímpico húngaro que viajó a los juegos de Helsinki y se volvió con cuatro medallas (una de oro, una de plata y dos de bronce).
Su gran momento llegaría cuatro años después, en las olimpíadas de 1956 en Melbourne, donde arrasaría con nada menos que seis preseas: cuatro de oro y dos de plata.
Para seguir leyendo: Llegó a Israel el "último judío de Afganistán"
Además de ser la atleta más exitosa de los juegos en Australia, es la deportista judía con más medallas olímpicas después del nadador estadounidense Mark Spitz (que cerró su carrera con once, entre México y Munich).
Los juegos de Melbourne fueron un momento clave en la vida de Agnes no solamente en lo deportivo: ese mismo año, las fuerzas soviéticas invadieron Hungría y Keleti, junto a decenas de otros atletas de la delegación, decidió pedir asilo y se convirtió en ciudadana australiana.
Un año después emigró a Israel, donde se pudo reunir con su madre y su hermana y siguió compitiendo hasta que se retiró y pasó a trabajar como entrenadora. De hecho, se considera a Keleti una de las grandes impulsoras de la exitosa gimnasia artística israelí.
Regreso a Budapest
En el 2015, Agnes Keleti decidió que era tiempo de volver a Budapest, donde pasó sus últimos años junto a uno de sus hijos. Pocos días antes de cumplir los 104 años (Keleti nació el 9 de enero de 1921) fue internada por una pulmonía que resultó mortal.
«Crecí pensando que mi madre era la Mujer Maravilla», le contó su hijo Rafael a la publicación estadounidense Jewish Telegraphic Agency en el 2019.
También le puede interesar: Huyó del antisemitismo, y creó una golosina mítica en Argentina
Agnes, añadió, «dirigía la casa, nos enseñaba música, nos ayudaba con las tareas, cocinaba comidas tan sabrosas que todos los hijos de los vecinos querían quedarse a cenar».
«Y en su tiempo libre -completó Rafael-, era una celebridad internacional y local que viajaba para entrenar atletas en los Juegos Olímpicos».













