Después de cientos de partidos disputados por atletas de todo el continente y una inauguración que contó con la presencia del presidente argentino, Javier Milei, concluyeron en Buenos Aires unas Macabeadas panamericanas muy especiales, celebradas con Israel en guerra.
La 15a edición de este encuentro deportivo continental, que forma parte del universo de los capítulos regionales de los Juegos Macabeos que se llevan a cabo en Israel cada cuatro años, se cumplió en la capital argentina y sus alrededores entre el 27 de diciembre y el 4 de enero.
Fueron, afirmaron sus organizadores desde las redes sociales, «nueve días maravillosos, intensos, históricos e inolvidables».
Pero también, reconocieron, vividos «en un contexto adverso, con nuestros hermanos israelíes batallando una guerra tan impensada como dolorosa, con más de 100 rehenes aún en Gaza y con brotes de antisemitismo a nivel mundial».
Respeto, dolor y empatía
Ese clima fue confirmado a IsraelEconomico por uno de los «personajes» de esta edición, el argentino Marcelo Katz, el encargado de encender la antorcha macabea y participante de estos eventos del deporte judío desde hace cincuenta años.
Miembro del tradicional Club Náutico Hacoaj argentino, Katz, de 59 años, tiene en sus vitrinas nueve medallas macabeas ganadas como atleta en distintas disciplinas y otras tres como entrenador.
Las Macabeadas de Buenos Aires «se vivieron con una tremenda actitud de respeto , dolor y empatía hacia Israel y a los civiles, los soldados y los secuestrados, que en todo momento estuvieron presentes», aseguró Katz pocas horas después del cierre de los juegos.
Marcelo destacó especialmente «que hayan venido (a la Argentina) atletas israelíes, sobrevivientes de las masacres de Hamas» cometidas durante el ataque terrorista del 7 de octubre.
Ellos, recordó, «emocionaron e hicieron llorar a todos los participantes».
Además, siguió, «todos valoramos enormemente el hecho que atletas judíos de todo el mundo» hayan dado el presente en la capital argentina, adonde, aseguró, «se sorprendieron por la envergadura del evento y la comunidad que hay en Argentina», la más grande de América Latina.
«La resiliencia nos une siempre»
– ¿Las Macabeadas tomaron otra significación en una situación así?
– Los juegos siempre emocionan, siempre uno tiene ganas de volver a participar porque siempre se nos pone la piel de gallina tanto en Israel como en otros países.
La resiliencia, la actitud, la unión y el origen en común nos unen siempre y nos hace sentir que somos todos uno .
– ¿Qué significa para usted seguir con el legado macabeo?
– Para mí es parte de mi vida. Participé en diecinueve ediciones, entre panamericanas y mundiales y son cuarenta años de la primera.
Es difícil explicar lo que siento, pero puedo decir que somos todos parte de una cadena y somos los eslabones para seguir manteniendo vivo el judaísmo, en este caso desde el deporte y lo social.
Estas emociones, en particular, pasan por compartir, competir y, fundamentalmente, sembrar un futuro y que dentro de muchos años los participantes de los juegos del mañana sientan lo mismo que sentimos nosotros.