La gimnasta Linoy Ashram, la medalla de oro en Japón 2020 que se convirtió en la princesa olímpica de Israel, anunció formalmente su retiro de la competencia profesional: «logré mi sueño», aseguró
«Los atletas necesitan saber cuándo retirarse y, en lo que a mí respecta, logré mi sueño», afirmó Linoy, de apenas 22 años de edad, durante una conferencia de prensa.
«Llegué a mi cima profesional y decidí que este es el momento adecuado para seguir por el mismo camino, pero esta vez desde el otro lado de la lona», añadió la atleta en referencia a sus intenciones de trabajar como entrenadora del equipo nacional de gimnasia.
De hecho, Ashram aprovechó la rueda de prensa para elogiar a la mujer que le abrió ese camino, su coach, Ayelet Zussman.
«Si pudiera, cortaría la medalla en dos, porque una parte pertenece a mi entrenadora», dijo Linoy.
Ashram se ganó los corazones de los israelíes en agosto del 2021 cuando obtuvo en Tokio el primer lugar en el All Around de gimnasia rítmica, derrotando a las favoritas, las hermanas rusas Dina y Arina Averina.
Linoy marcó un puntaje de 107.800 a pesar de una penalidad por haber dejado caer la cinta. Su performance en los otros ejercicios le permitió lograr la medalla de oro, a pesar de los polémicos reclamos del equipo ruso.
«Hasta el día de hoy, me resulta difícil referirme a mi misma como campeona olímpica»
Esa presea dorada, la primera lograda por una atleta femenina del país, la transformó en una de las más grandes heroínas del deporte de Israel, que cuenta solamente con otras dos medallas de oro: Gal Fridman en vela en Atenas 2004 y Artem Dolgopyat en gimnasia, también en Tokio.
Nacida en Rishon LeZion, unos pocos kilómetros al sur de Tel Aviv, el 13 de mayo de 1999, Linoy comenzó su romance con la gimnasia rítmica cuando tenía seis años de edad.
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En el 2017, la ya prometedora gimnasta sufrió una seria lesión, un desgarro de menisco que -se pensó en ese momento- podía ponerla fuera de los torneos por un tiempo. Sin embargo, al año siguiente comenzó a cosechar medallas de plata y bronce en campeonatos europeos y mundiales.
Ahora, después de alcanzar la gloria deportiva en la capital japonesa, la joven israelí decidió cambiar su rumbo y dedicarse a entrenar a las nuevas promesas nacionales de la gimnasia.
Lo que no cambió es su humildad. Durante el encuentro con la prensa, Linoy confesó que, «hasta el día de hoy, me resulta difícil referirme a mi misma como campeona olímpica».
«¿Realmente sucedió?», se volvió a preguntar meses después de obtener la histórica medalla.