Corría el año 1989 y la carrera de esta gran estrella estadounidense del tenis estaba llegando a su fin: y el privilegio de ser el escenario del último título logrado por Jimmy Connors le correspondió a Tel Aviv, en Israel.
El 21 de octubre de 1989, Connors, en ese momento de 37 años de edad, venció en la final al entonces poco conocido tenista local Gilad Bloom (2-6, 6-2, 6-1). Se trató del título ATP número 109 del norteamericano.
De hecho, con esa abrumadora cifra, Connors sigue ostentando el récord de trofeos de singles del circuito, por encima del suizo Roger Federer, quien llegó a los 103.

Cuando llegó a jugar el torneo de Tel Aviv, el estadounidense ya había dejado atrás sus momentos de mayor gloria, pero todavía estaba en condiciones de enfrentar a los más jóvenes.
«Jimbo» estaba en buena forma y lo había demostrado al obtener su título 108 en la etapa previa a Tel Aviv, en el torneo de Toulouse, adonde derrotó nada menos que a John McEnroe en la final (6-3, 6-3).
A los 37 años, Jimmy Connors demostró en Tel Aviv que todavía estaba en buena forma
Cuando llegó a Tel Aviv, «Connors estaba lleno de confianza», señala una crónica del sitio especializado TennisMajors. Después de que Brad Gilbert fuera derrotado en la primera ronda, «Connors se convirtió en el favorito para el título».
Su camino tuvo una victoria sobre el israelí Amos Mansdorf que le permitió pasar a la final con Bloom, quien en ese momento se encontraba en el puesto 181 del mundo.

«Para asombro general, Connors perdió el primer set con bastante fuerza (6-2) ya que Bloom no parecía abrumado por su primera final ATP, ni por el hecho de que se enfrentaba a su ídolo de la infancia», recuerda el artículo de Alexandre Sokolowski en TennisMajors.
«Sin embargo -añade-, el ex número 1 del mundo cambió de táctica en el segundo set, entrando a la red con más frecuencia para presionar más a su oponente sin experiencia: esa estrategia dio sus frutos rápidamente y Connors ganó fácilmente los siguientes sets 6-2, 6-1″.
Años después, en una columna del 2018 para The New York Tennis Magazine, Bloom rememoró sus sensaciones de aquel día que parecía estar destinado a convertirse en un «cuento de hadas» para el israelí.
Cuando ganó el primer set, «miré el estadio lleno, el marcador y comencé a preparar mi discurso ganador y a calcular cuántos puntos de ranking obtendría, incluso pensé en qué restaurante iba a celebrar», contó el tenista.
«Pero Connors tenía un plan diferente -admitió Bloom-… Simplemente elevó su nivel de juego» y terminó ganando su título 109, el último de su carrera. El estadounidense, finalmente, se retiró en 1992.