Las judokas Raz Hershko, de Israel, y Tahani Alqahtani, de Arabia Saudita, compartieron este viernes un histórico y deportivo saludo tras su combate en los juegos olímpicos de Tokio 2020.
Se trató de un fuerte contraste con el gesto de otros dos judokas árabes -Fethi Nourine, de Argelia, y Mohamed Abdalrasool, de Sudán- que prefirieron no presentarse a sus citas en el tatami para evitar enfrentar más adelante a un rival israelí.
El encuentro entre Hershko y Alqahtani, que terminó con una victoria para la israelí -quien luego perdió con la campeona, la japonesa Akira Sone-, representó también un momento histórico para Arabia Saudita, adonde el deporte femenino viene avanzando lenta pero efectivamente.
«Arabia Saudita demuestra que, a través del deporte, podemos ir más allá de las diferencias y hacer del deporte una fuerza para unir al mundo», afirmó la Federación Internacional de Judo (FIJ), que destacó esta historia en su website.
Ayudando a construir «un mundo mejor»
«Una vez más, el judo hace historia y ayuda a construir un mundo mejor, donde el respeto es el valor central de las relaciones humanas», agregó la federación.
Conciente del valor simbólico del encuentro entre Hershko y Alqahtani, la federación dijo que «toda la comunidad deportiva elogia y aplaude» a las autoridades sauditas por «apoyar y proteger la decisión del atleta» de enfrentar a su rival israelí.
En efecto, apenas se supo que Alqahtani iba a enfrentar a la atleta de Israel, un debate se encendió en Arabia Saudita y se esparció por las redes sociales, donde algunos pedían a la joven que emulara a los judokas Nourine y Abdalrasool.
Muchos otros, en cambio, la impulsaban a seguir el espíritu olímpico y presentarse.
Finalmente, las dos jóvenes deportistas pudieron compartir el tatami en el Nippon Budokan sin problemas, se saludaron amistosamente y, de paso, Alqahtani «se convertió en un modelo a seguir, que representa valores y empoderamiento», resumió la federación de judo.