La derrota del martes de esta semana del Maccabi Haifa frente al Benfica portugués en el arranque de la Champions League es un buen resumen de la situación de los clubes de Israel: una bendición y una maldición al mismo tiempo. Pero, ¿por qué juegan los equipos israelíes en las copas europeas?
No es muy difícil de imaginar: aunque los Acuerdos de Abraham parecen estar abriendo el camino a una normalización, todavía hoy sigue siendo prácticamente imposible para los equipos israelíes de fútbol jugar en canchas de los países árabes.
La principal razón es, por supuesto, la seguridad. Con varias de las naciones de la Confederación Asiática de Fútbol (AFC, por su sigla en inglés) Israel ni siquiera tiene relaciones diplomáticas.
En muchos de esos países, incluso con los que Israel tiene lazos internacionales normales, parte de la población desaprueba cualquier contacto con el país, en particular a causa del conflicto con los palestinos.
Se trata de una historia que se remonta a los años de la creación del estado de Israel y que afecta la participación de los atletas nacionales no solamente en el fútbol sino en prácticamente todos los deportes.
Si hablamos del balompié, el deporte más popular del país, Israel fue uno de los países fundadores de la AFC, pero el conflicto militar alrededor de la independencia en 1948 y luego la Guerra de Suez de 1956 empeoraron rápidamente el ambiente regional.
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De hecho, en las eliminatorias para el Mundial de 1958, que se celebró en Suecia, Israel arrancó la primera ronda de la zona Asia y África en un grupo con Turquía, que se negó a jugar y se retiró.
Así fue que avanzó a la siguiente ronda en un nuevo grupo con Egipto, Indonesia y Sudán. Indonesia y Egipto también se negaron a jugar «y se retiraron del torneo», recuerda el analista Andrew Pereira en el blog del diario Times of Israel.
Se trata de una historia que se remonta hasta los años de la creación del estado de Israel
Tras la salida de esos dos países, «la presión del gobierno sudanés» logró que el conjunto africano no jugara contra Israel y, por lo tanto, «se clasificó automáticamente para la Copa del Mundo de 1958», señala.
Para intentar salvarse del escándalo, la FIFA obligó a Israel a jugar un repechaje con Gales, que terminó con dos derrotas y con los sueños de israelíes de llegar al torneo en Suecia.
El aislamiento siguió en 1964, cuando Israel organizó la AFC Asian Cup, que terminó venciendo, pero con once de los dieciséis países que debían participar afuera del torneo por razones políticas.
La única participación israelí fue en el mundial de 1970 en México, al cual llegó de manera bastante extraña, ganando la calificación por la confederación Asia-Oceanía, de la cual todavía formaba parte.
Una breve pero fulgurante alegría comenzó a gestarse cuando Israel ganó el grupo 2 de la confederación Asia-Oceanía al derrotar dos veces a Nueva Zelanda en setiembre y octubre de 1969 en partidos disputados en el estadio de Ramat Gan, en los alrededores de Tel Aviv.
Del grupo formaba parte también Corea del Norte, que se negó a jugar sus partidos con Israel.
En la final con el ganador del grupo 1, Australia, Israel obtuvo una victoria 1-0 en Ramat Gan el 4 de diciembre y empató 1-1 en Sydney, el 14 del mismo mes, obteniendo el fabuloso ticket para México 70.
Cuando llegó el momento del sorteo, los israelíes chocaron contra la realidad de un «grupo de la muerte» en México, que compartieron con nada menos que dos potencias como Italia y Uruguay.
La ilusión duró poco: la selección perdió 0-2 con Uruguay y asombró con los empates 1-1 con Suecia y 0-0 con Italia, pero no le alcanzó para seguir adelante y cerraron su participación el mundial, el único, hasta ahora, del que tomó parte el equipo azul y blanco.
Cuatro años después de la excursión mexicana, en 1974, Israel fue excluido de las competiciones de la AFC, que aprobó por 17 a 13, con seis abstenciones, una propuesta de Kuwait apoyada por otros países musulmanes.
Ese fue básicamente el comienzo del «exilio futbolístico» de la selección y de los equipos de Israel: para la Copa del Mundo de 1978 (Argentina), el combinado nacional ya jugó la clasificatoria fuera de su región, en este caso con los países de la Confederación de Fútbol de Oceanía (OFC).
Jugar en la UEFA tiene su lado positivo, y otro bastante desalentador
Para los mundiales de 1982 (España) y 1986 (otra vez México), Israel jugó en las rondas de clasificación de la UEFA europea y la OFC, respectivamente. En 1990 (Mundial de Italia) quedó bastante cerca al pasar de fase en la OFC, pero perdió el repechaje con Colombia.
El peregrinaje llegó a su fin en 1991, cuando la UEFA «adoptó» a Israel, primero de manera provisoria y luego formalmente en 1994, cuando el país consiguió la membresía plena de la confederación europea.
Veinte años después de haber dejado la confederación asiática, la selección y los equipos israelíes pasaron a competir en la élite del fútbol mundial. Precisamente, su bendición y maldición al mismo tiempo.
¿Por qué? Al participar de los torneos y de las clasificaciones para las copas internacionales de la UEFA, el fútbol israelí se codea con los más grandes equipos del mundo y con varias potencias nacionales.
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— ISRAEL FA (@ISRAELFA) August 17, 2022
Por ejemplo, en la clasificatoria para Qatar, Israel compartió grupo con la potente selección de Dinamarca, mientras que en el camino al mundial del 2018 en Rusia tuvo que enfrentar a dos colosos: España e Italia.
De esta manera, la selección enfrenta a muchos de los mejores, pero el boleto para un mundial aparece muy, muy lejano.
Lo mismo ocurre en las copas europeas, en especial la Champions. Maccabi Haifa se está dando el lujo de jugar con el Benfica portugués y, muy especialmente, con el PSG francés de Leo Messi, Neymar y Kylian Mbappé y la Juventus.
Según los comentaristas israelíes, avanzar en la Champions es una «misión imposible» para el equipo de Haifa. Para peor, el último antecedente de una participación de un equipo israelí en la Champions tampoco deja mucho lugar a la ilusión.
En efecto, Maccabi Tel Aviv perdió los seis partidos que disputó contra Chelsea, Porto y Dínamo de Kiev en la edición 2015-2016 del famoso torneo europeo.