La relación del jugador con el país comenzó en 1986, cuando la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) consiguió una fecha para jugar un amistoso contra la selección de Israel, como parte de las preparaciones para el mundial de México de ese año
El entonces entrenador del equipo sudamericano, Carlos Bilardo, era muy resistido en Argentina. La selección había clasificado para México 86 de manera agónica y los partidos amistosos no parecían ser una buena señal: 0-2 frente a Francia y 0-1 contra Noruega.
Pero después llegó el partido contra el seleccionado israelí, que se disputó en el estadio Ramat Gan de Tel Aviv el 4 de mayo de 1986, pocas semanas antes de que comenzara el mundial.
Los argentinos vapulearon al conjunto israelí por 7-2, incluyendo dos goles de Maradona, en una actuación memorable. Aunque más memorable fue para el propio Bilardo, conocido por sus simpáticas supersticiones.
En efecto, la victoria frente a Israel fue el arranque del funcionamiento arrasador del seleccionado que luego se quedaría con la copa en tierras mexicanas, consagrando a Maradona como el mejor jugador del planeta.
Obviamente, Bilardo quiso repetir la cábala antes del mundial de 1990 en Italia y convenció a la AFA de organizar otro amistoso en Israel.
Diecisiete días antes del debut frente a Camerún en el estadio San Siro, en Milán, Argentina venció 2-1 a Israel, con goles de Maradona y Caniggia.
Poco antes del partido, parte de los jugadores fueron recibidos por el entonces primer ministro israelí, Itzjak Rabin, entre ellos Maradona, quien además realizó una muy publicitada visita al Muro de los Lamentos, en Jerusalén.
Con una kipá cubriendo su cabeza, Diego se apoyó emocionado sobre la superficie del Kotel y dejó la tradicional nota entre los pliegues de sus rocas. ¿El pedido en el papel? Seguramente volver a ganar el campeonato del mundo, un deseo que se frustró en la recordada final contra Alemania.
Ya con otro entrenador, Alfio Basile -también conocido por su afición a las supersticiones-, Argentina volvió a jugar frente a Israel en 1994, pocos días antes del Mundial de Estados Unidos, ganando 3-0 pero sin goles de Maradona: marcaron Gabriel Batistuta, dos veces, y Claudio Caniggia.
La participación de Argentina en el mundial estadounidense es recordada precisamente por el momento que muchos comentaristas señalan como el comienzo de la debacle personal de Maradona, su suspensión por presunto doping con la sustancia conocida como efedrina.
Su carrera como deportista continuaría luego en el equipo argentino de Boca Juniors y un errático desempeño como director técnico de conjuntos de su país, de los Emiratos Árabes Unidos y de México.
También tuvo un controvertido paso al frente de la selección argentina, en el periodo 2008-2010, mundial de Sudáfrica incluido.
Pero ya nada era igual, cada vez más su vida personal eclipsaba su maravillosa imagen de futbolista, bajo la sombra de uno de sus grandes problemas de salud, la adicción a las drogas.
Justamente, en enero del 2000 el astro argentino fue internado de urgencia en una clínica uruguaya, al parecer después de haberse descompuesto tras consumir cocaína. Y, el 18 de ese mes, viajó a Cuba para un tratamiento de rehabilitación que duraría varios años.
Para muchos, es precisamente esa «etapa cubana» la que cambió decididamente al futbolista, que siempre había sido un rebelde, pero nunca demasiado radical en sus posiciones políticas.
El paso por La Habana, la amistad con el líder cubano Fidel Castro y, luego, con el presidente venezolano Hugo Chávez, colocaron a Maradona en el sector de cierto populismo de izquierda latinoamericano.
Desde allí se acercó también a organizaciones pro-palestinas, lo que lo habría llevado a cortar sus lazos -aunque mínimos y tibios- con Israel.
Cuando falleció el jugador, el 25 de noviembre del 2020 -en medio de polémicas fallas de atención médica-, la emisora qatarí Al Jazeera no dudó en recordarlo con una de las clásicas frases de sus últimos años: «en mi corazón soy palestino».
«El futbolista argentino, fallecido a los 60 años, expresó con orgullo su apoyo a Palestina en varias ocasiones», afirmaba la cadena televisiva.
Según Al Jazeera, «Maradona ha sido aclamado como un socialista de izquierda antiimperialista, que ha apoyado a los movimientos progresistas», y que era amigo de Castro, Chávez y el líder boliviano Evo Morales.
Para esos tiempos, Maradona ya sufría serios problemas de salud y, según muchos allegados, las duras consecuencias de décadas de adicción a las drogas y otros desarreglos.
Antes de su «etapa cubana», por ejemplo, Maradona había sido cercano a todos los presidentes de Argentina, de cualquier color político. Y también un amigo de Israel y admirador de Estados Unidos.
Quizás lo mejor sea dejar todo eso de lado y recordarlo mirando alguna de sus jugadas memorables, preferentemente el increíble segundo gol a la selección de Inglaterra en México 86.