Esta semana se cumplen treinta años de la Operación Salomón, el masivo puente aéreo que el gobierno y las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) llevaron a cabo en 1991 para traer a miles de judíos etíopes a casa, en la Tierra Santa
Se trató de un histórico operativo secreto del que tomaron parte la Fuerza Aérea de Israel (FAI) y la aerolínea de bandera El Al para traer al país a un total de 14.325 judíos de Etiopía aquejados por duras condiciones de vida, la persecución religiosa y la guerra civil.
Treinta y cinco vuelos sin escalas, a cargo de los Hércules de la FAI y los Boeing 747 de El Al, recorrieron el espacio entre Israel y Etiopía durante treinta y seis horas entre el 24 y el 25 de mayo de 1991.

Como prueba de la masividad del operativo, uno de los vuelos de El Al mantiene el record de más pasajeros en un avión: salió desde Etiopía con 1.086 personas a bordo y llegó a Israel con 1.088.
¿Qué sucedió en el trayecto? Dos de las inmigrantes etíopes dieron a luz durante el vuelo, y sus hijos -al haber nacido a bordo de un avión israelí– arribaron a Tel Aviv siendo ya ciudadanos de su nuevo país.
Con una pequeña ayuda del presidente Bush…
Salomón fue la tercera operación de aliá masiva desde Etiopía, después de las misiones bautizadas Moisés y Josué, de 1984 y 1985, respectivamente. En aquellos años resultaba extremadamente difícil sacar del país africano a los judíos etíopes, y las misiones lograron trasladar menos de 9.000 personas.
Para 1991, la diplomacia israelí, con una importante ayuda del entonces presidente de Estados Unidos, George H. W. Bush, aprovechó la tambaleante situación del gobierno etíope, encabezado por el controvertido Mengistu Haile Mariam, para relanzar los esfuerzos para relanzar la campaña de aliá.

En cuanto a los fondos para impulsar la operación, las organizaciones judías norteamericanas pusieron manos a la obra y, en una operación de recaudación de fondos, reunieron 35 millones de dólares en pocas horas.
En la actualidad, alrededor de 150.000 ciudadanos israelíes son de origen etíope
«Este aniversario histórico de la Operación Salomón sirve como un recordatorio crucial para Israel y los judíos de todo el mundo, de que todos somos responsables, los unos de los otros», afirmó en estos días la directora general de la Agencia Judía, Amira Ahronoviz.
«También muestra, una vez más, que cuando el pueblo judío global se une colectivamente en torno a una causa, nada es imposible«, añadió la funcionaria, citada por la prensa israelí.
Además de cambiar para siempre la cara de Israel, adonde viven y brillan actualmente más de 150.000 ciudadanos de origen etíope, la Operación Salomón dejó incontables historias, más allá del famoso avión que llegó con más pasajeros de los que habían partido.

En la madrugada del 24 de mayo de 1991, recordó, por ejemplo, el encargado de la misión por la Agencia Judía, Avi Mizrachi, miles de personas empezaron a llegar al aeropuerto internacional de Adis Abeba para empezar la odisea del viaje a Israel.
Allí esperaban los aviones de la FAI y de El Al, a los que se habían quitado los asientos para hacer lugar al mayor número posible de pasajeros. La prioridad era transportar personas, no equipaje, y la Agencia Judía había instruido a los inmigrantes: dejen todo, traigan solamente sus elementos religiosos.
«Tuvimos que confiscar las maletas y dejarlas a un lado, no fue una elección fácil», confesó Mizrachi en una entrevista con el Jewish News Syndicate (JNS). «Esas familias no tenían nada, por lo que quitarles algo se sentía cruel, pero era lo que teníamos que hacer si queríamos que todos estuvieran seguros en el avión», resumió el entonces funcionario.
Los más jóvenes ayudaron a sus padres y abuelos a aprender hebreo
Cuando llegaron a Israel no solamente tuvieron que construirse una nueva vida material, sino adaptarse a una sociedad avanzada y sofisticada.

«Yo fui responsable de ayudar a mis padres con el idioma hebreo y con la adaptación a la vida aquí», contó Racheli Tadesa Malkai, quien llegó en uno de los vuelos de la Operación Salomon y es ahora una exitosa empresaria israelí.
También entrevistada por el JNS, Racheli dijo que «la generación anterior tuvo más dificultades para aclimatarse a la vida en Israel», por lo que «los de las generaciones más jóvenes tuvimos que cuidarlos».
Racheli, quien también lidera una organización no gubernamental que trabaja para empoderar mujeres israelíes de origen etíope, es apenas una de las historias de éxito de aquellos inmigrantes que llegaron al país en las décadas del ’80 y el ’90.
El próximo capítulo lo escribirán los cientos de inmigrantes etíopes que llegaron a Israel entre el 2020 y este año, incluso en medio de la pandemia de coronavirus, mostrando que, como dice Ahronoviz, aquí «todos somos responsables, los unos de los otros».