Se acaban de cumplir cuarenta y cuatro años de la Operación Entebbe, la increíble misión de rescate militar de decenas de rehenes en el aeropuerto ugandés que no solamente resolvió el drama sino que impactó para siempre la imaginación de todo el mundo
Todo comenzó el 27 de junio de 1976, cuando un grupo de dos miembros del grupo extremista Frente Popular para la Liberación de Palestina y otros dos de las Células Revolucionarias, una organización armada ultraizquierdista de Alemania, secuestró un avión de Air France que llevaba 248 pasajeros desde Tel Aviv a París.
El vuelo fue capturado por los extremistas después de haber hecho escala en Atenas, y desviado el avión hacia Entebbe, el principal aeropuerto de Uganda, vía Benghazi, en Libia.
Los secuestradores, que contaban con el apoyo del dictador que controlaba Uganda, Idi Amin, dejaron en libertad a 148 personas, las que no eran israelíes ni judías, y las mantuvieron en cautiverio en uno de los edificios de la terminal aérea.
De esa manera, los noventa y cuatro pasajeros israelíes o judíos, junto a los doce miembros de la tripulación, quedaron en manos de los secuestradores, quienes reclamaban a cambio de los rehenes la liberación de cincuenta y tres dirigentes o militantes de grupos extremistas palestinos.
Lo que siguió fue inspiración para incontables libros y varias películas que contaron en detalles cómo se llevó a cabo el rescate que, en realidad, fue bautizado Operación Rayo.
Afortunada, e increíblemente, uno de los arquitectos que trabajó en la construcción del aeropuerto de Entebbe era israelí, y contaba todavía con los planos de los edificios.
Además, gracias a los lazos de cooperación que en el pasado habían mantenido Israel y Uganda, el gobierno de Jerusalén contaba con amplia información sobre la situación en el país africano.
De manera temeraria, el gobierno encabezado por el primer ministro Itzjak Rabin y el ministro de Defensa, Shimon Peres, ordenó a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) poner en marcha un plan para ejecutar lo antes posible.
En pocos días se organizó la misión militar que desplazó un centenar de comandos israelíes hasta Entebbe a bordo de un avión Hércules que logró esquivar los radares y llegar hasta una de las pistas de aterrizaje el 4 de julio de 1976.
Todo ocurrió rápidamente desde allí: algunos comandos se subieron a unos automóviles de lujo similares a los que utilizaba la comitiva de Idi Amin y logró acercase a los soldados ugandeses que protegían a los extremistas.
Después de un feroz intercambio de disparos, los comandos alcanzaron el lugar adonde estaban retenidos los pasajeros y tripulantes, abatieron a los terroristas y comenzaron la operación de repatriación.
«Como todos los soldados al final de una batalla, te revisas a ti mismo, te aseguras de que todo esté bien, lentamente comienzas a darte cuenta de que acabas de ser parte de una operación extraordinaria, y ahora te diriges a casa», describió ese momento Giora Zussman, uno de los líderes de los comandos Sayeret Matkal que participaron de la operación.
Las escenas de regocijo en Israel a la llegada de los rehenes todavía emocionan desde las viejas fotografías en blanco y negro.
Operación Rayo fue altamente exitosa aunque tuvo un costado trágico, ya que tres rehenes y el comandante de la misión, el teniente Yonatan «Yoni» Netanyahu (hermano de Benjamin, el actual primer ministro de Israel), murieron por los tiroteos.
«Después de la operación, la mayoría de los soldados de la unidad, incluido yo mismo, avanzamos con nuestras vidas e inmediatamente volvimos al anonimato y la rutina cotidiana«, contó hace algunos años otro de los líderes de la misión, el entonces capitán Danny Arditi.
Sin embargo, los nombres de todos ellos, y del resto de los participantes de esta historia, todavía se recuerdan nítidamente.