Un profesor del Instituto Weizmann, de Israel, pasó tres semanas en la localidad andina peruana de La Rinconada, considerada la población estable más alta del mundo, para estudiar los efectos de la falta de oxígeno en los seres humanos
Además de las difíciles condiciones de vida y de la contaminación ambiental, los residentes de este asentamiento, mineros que buscan oro en la cordillera de los Andes, deben luchar con el poco oxígeno existente a una altitud de 5.300 metros por encima del nivel del mar.
Hasta allí llegó el profesor Gad Asher, del Departamento de Ciencias Biomoleculares del Weizmann, para sumarse a los científicos franceses de la Expedition 5300, que se puso en marcha para tratar de comprender mejor las enfermedades relacionadas con la deficiencia de oxígeno y luego aplicar lo aprendido en otras áreas, como la tecnología y la exploración del espacio.
El trabajo de Asher consistió puntualmente en estudiar cómo los propios miembros de la expedición se adaptaron a la extrema escasez de oxígeno.
Asher y su equipo en el Weizmann ya llevaron a cabo una investigación pionera que revela los efectos del oxígeno en los «relojes» biológicos del cuerpo, que están presentes en cada célula y operan en ciclos de aproximadamente 24 horas, o circadianos.
Hace tiempo que se sabe que los relojes circadianos, que regulan los ciclos de sueño, la secreción de muchas hormonas y una serie de otras funciones del cuerpo, están influenciados por la luz solar, los alimentos y la temperatura.
Pero el equipo de Asher, explican desde el instituto israelí, «fue el primero en descubrir» que también se pueden «resetear» esos «relojes» por los niveles de oxígeno en el aire.
Esas investigaciones se realizaron en cultivos celulares y en ratones. En cambio, la Expedición 5300 en La Rinconada le ofreció a Asher la oportunidad de explorar cómo los niveles de oxígeno afectan los relojes circadianos en humanos.
Según recuerdan desde el Weizmann, el profesor Asher se unió a la expedición francesa durante tres semanas de febrero de este año, durante su segunda incursión en La Rinconada.
Aunque los científicos pararon durante unos días en la ciudad de Puno, a orillas del lago Titicaca, a una altitud de 3.800 metros, para aclimatarse a La altitud, cuando llegaron a La Rinconada todos se vieron afectados por los problemas de la falta de oxígeno.
Entre los síntomas se destacaron una fatiga que bordeaba el agotamiento y, en algunos casos, apnea del sueño típica de la enfermedad de montaña severa.
Bajo estas duras condiciones, describió un artículo del Weizmann, los científicos «aceptaron la intrusión constante que implicó participar en el experimento de Asher».
Con la ayuda de los miembros de la expedición, el profesor israelí «recolectó sus muestras de sangre, y las suyas propias, cada cuatro horas durante un período de 24 horas, primero a su llegada al Perú, al nivel del mar, y luego a altitudes de 3.800 y 5.300 metros».
Una vez que las muestras de sangre sean transportadas al Instituto Weizmann, «Asher las analizará para ver si la privación de oxígeno ha afectado la expresión rítmica de genes y los niveles de metabolitos ligados a los relojes circadianos», añadieron.
«Dado que hasta el 40 por ciento de los genes humanos siguen un patrón rítmico y circadiano, Asher planea examinar si este patrón es alterado por la escasez de oxígeno», explicaron.
¿Cuál puede ser la utilidad del estudio del profesor Asher? Varias enfermedades, como el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y la apnea obstructiva del sueño, están relacionadas con caídas periódicas en la ingesta de oxígeno, y sus síntomas tienden a seguir patrones cíclicos diarios.
Eso «sugiere que pueden estar relacionados con interrupciones en los relojes circadianos«, dicen los expertos del Weizmann.