¿Un sello bíblico antiguo? ¿Una ciudad cananea de hace 5.000 años? ¿Una antigua iglesia bizantina? ¿Un martillo de hace catorce siglos? Todo eso, y más, se puede hallar en el radio de unos pocos kilómetros solamente en un país: Israel
Las actividades arqueológicas son intensas y constantes en el país, adonde es muy común encontrar equipos de expertos en historia antigua excavando en los lugares más insólitos.
En su canal de YouTube, el Ministerio de Exteriores de Israel destacó en estos días cuatro de los más «increíbles» descubrimientos arqueológicos recientes.
El «ranking» comienza con un antiguo sello bíblico encontrado en Jerusalén, bajo el Muro de los Lamentos, y que los arqueólogos ubicaron temporalmente hacia el siglo 7 antes de la era cristiana.
Hecho en arcilla y con unos 2.600 años de antigüedad, este instrumento llegó a nuestros tiempos para contarnos que fue utilizado en los tiempos del Primer Templo para «sellar documentos importantes», según destaca el video-reportaje.
Los expertos descubrieron que el sello lleva impresa la leyenda «Perteneciente a Adoniyahu, mayordomo real».
El puesto de mayordomo real «aparece varias veces en la Biblia y se usa para el ministro de más alto nivel en la corte», destacó el arqueólogo Eli Shukron, citado por la prensa israelí.
Ese título aparece, por ejemplo, en el libro del Génesis en referencia a un funcionario de alto poder del patriarca José en sus tiempos en Egipto.
La lista sigue con Ein Esur, la ciudad de la Edad de Bronce encontrada en la zona de Harish, al sur de Haifa. Se trata de los restos de una metrópolis que albergó nada menos que a 6.000 personas en los tiempos de los cananeos.
Los arqueólogos consideran que se trata de una de las primeras ciudades construidas en el Medio Oriente.
«La excavación reveló dos asentamientos -contó la doctora Dina Shalem, de la Autoridad Arqueológica Israelí-. El primero data de hace unos 7.000 años y era una colonia agrícola muy grande», señaló.
El segundo asentamiento levantado en el mismo lugar, continuó Shalem, fue construido «dos mil años después y se convirtió en una de las primeras ciudades conocidas en esta parte del mundo», y que creció rápidamente gracias a la cercanía de fuentes de agua y de las rutas comerciales de la época.
Además del sello bíblico y de la ciudad cananea, el video-reportaje del Ministerio de Exteriores destacó el hallazgo de una antigua iglesia bizantina en Beit Shemesh, unos treinta kilómetros al oeste de Jerusalén.
La iglesia contiene mosaicos y ventanas de vidrio que «quitan el aliento» por su hermosura, señalaron. Los arqueólogos descubrieron que fue construida en la época del emperador bizantino Justiniano I para honrar a «un misterioso mártir».
Finalmente, un descubrimiento que llegó de una manera muy típica en Israel: gracias a aficionados excavando por diversión.
Se trata de un martillo y clavos de hace 1.400 años encontrados en la zona de Kiryat Ata, también cerca de Haifa.
Son herramientas utilizadas por «residentes judíos en la localidad de Usha y fueron encontrados por una familia que participaba de una excavación» durante el último Sucot, en octubre de este año, contó la nota.
El video-reportaje concluye con una frase que, en Israel, es más una promesa que una pregunta: ¿Qué será lo próximo que encontraremos?