Se trata del mayor Shlomo Abgaz, quien de Etiopía llegó a ocuparse de la defensa de la base de Haifa… vía Jerusalén
Shlomo llegó a Israel siendo un niño, hace treinta años, nada menos que en el marco de la célebre Operación Salomón, el puente aéreo clandestino que llevó a Israel desde el país africano a más de 14.000 personas de religión judía en apenas 36 horas en mayo de 1991.
El mayor Abgaz comenzó su carrera en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en la unidad 212 o Sayeret Maglan, conformada por combatientes de élite especializados en operaciones en territorio enemigo.
Según las FDI, después del servicio militar, Abgaz se tomó unas largas vacaciones en América del Sur, como hacen cientos de soldados israelíes tras la conscripción.
Luego volvió al país y decidió sumarse a la fuerza naval de las FDI, con la tarea de comandar la defensa de la base en Haifa, en el norte del país.
Crecido en una de las aldeas de la zona de Gondar, en Etiopía, Shlomo recuerda claramente el día que voló a Israel junto a su familia.
«Esa mañana fui a la escuela y jugué con mis amigos -rememora-. Mientras estaba fuera de casa, la gente de la embajada vino y se llevó a mis padres: cuando regresé a casa estaba vacía».
Por suerte, el vecino que vio lo sucedido «me dijo que mis padres se habían ido» con los enviados israelíes y «corrí hasta la embajada».
«Cuando llegué al edificio había mucha gente allí, miles de personas estaban esperando, empecé a mirar a todos lados, gritando los nombres» de los miembros de su familia.
«Hasta que por el rabillo del ojo vi la cara de mi hermano», continuó.
Por la noche, siguió el mayor Abgaz, «nos subimos al bus que nos llevó a los aviones, y el sábado por la mañana aterrizamos en el aeropuerto Ben Gurion», indicó en referencia al 25 de mayo de 1991, el segundo y último día de la Operación Salomón.
«Recuerdo el silencio en el que subimos al avión -añadió el ex comando-, todos seguimos al hombre que nos conducía como buenos niños, y cuatro horas después bajamos todos y besamos el suelo«.
La fiesta del Sigd se celebra cincuenta días después de Iom Kipur, y se trata de una celebración durante la cual «expresamos el anhelo por Jerusalén, y también ayunamos para purificarnos para el nuevo año», explica el mayor.
Abgaz recuerda también los festejos del Sigd en Etiopía, cuando, junto a su familia, subían a una montaña de la zona para orar y alegrarse. Y para desear «el próximo año en Jerusalén», dice.
Años después, Shlomo y su familia pudieron finalmente rezar en Jerusalén, la que visitaron por primera vez al poco tiempo de aterrizar en Israel.
Desde entonces, la visita a la ciudad sagrada es un ritual cada Sigd para los Abgaz, aunque este año debieron postergarlo a causa de la pandemia de coronavirus.
Una vez más, el mayor recitó una plegaria y se prometió «el año que viene en Jerusalén». Aunque ahora es más fácil porque se trata simplemente de un corto viaje en autobús desde Haifa.