Esta es la extraña historia de un hombre que llegó a Jerusalén y quiso convencer al mundo que era el rey de Israel… en 1942.
Convencido de que uno de sus antepasados era Isaac Abarbanel -el famoso filósofo y financista judío que sirvió como tesorero del rey Afonso V de Portugal durante el siglo XV y cuya familia era considerada descendiente del rey David-, este audaz dentista polaco se lanzó a la «conquista del trono»
Samuel Solnik había nacido en 1910 en Kalisz, en el centro de Polonia, sobre el río Prosna, hijo de Herman, un autor y activista sionista local, y de Gitel, una maestra.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Samuel se mudó a París, para estudiar para dentista en la Sorbona.
Ante el avance de los nazis, según relata un artículo del blog de la Biblioteca Nacional de Israel (BNI), el joven polaco escapó hacia Suiza, y desde allí salió a la Palestina bajo mandato británico a principios de la década de 1940.
El dentista y futuro aspirante a rey de Israel se instaló rápidamente en Jerusalén, adonde llevaba una vida económicamente holgada.
Sin embargo, todo cambió cuando, según relata el artículo del investigador Shai Ben-Ari, se topó con «documentos que, él creía, demostraban un rumor familiar de larga data: que los Solnik eran descendientes de la familia» Abarbanel.
Se trató de una serie de papeles que -genuinos o no- llegaban en el lugar justo y el momento apropiado, cuando los líderes sionistas estaban fuertemente divididos entre el ala izquierda de David Ben-Gurion y la derecha de Zeev Jabotinsky y Menahem Begin.
El dentista se tomaba muy en serio sus ambiciones
«Solnik se dispuso a intentar convencer a sus compañeros hebreos de que habían estado perdiendo el tiempo con sus interminables disputas políticas y tonterías partidistas», escribió Ben-Ari.
«¿Para qué molestarse» con esos enfrentamientos «si los líderes sionistas «tenían ante ellos al candidato perfecto para supervisar el renacimiento de la soberanía judía en la antigua patria, nada menos que un heredero vivo al trono del rey David?», añade el artículo con tono divertido.
En efecto, la historia de Solnik no puede menos que despertar una sonrisa. Pero el dentista se tomó muy en serio sus ambiciones, tanto que publicó en 1942 un libro sobre su «linaje real», titulado «El reino de Israel: El reino de la Casa de David a la luz de nuestra realidad actual».
A través de las páginas del libro, el dentista quiso presentar «pruebas» de su conexión de sangre con David y aseguraba que «hay familias que viven entre nosotros, con papeles que prueban su linaje que se remonta a la época de los reyes de Israel».
Entre esas familias, por supuesto, figuraban los Solnik, quienes -según el audaz aspirante al trono- eran una rama de descendientes de Abarbanel que tomaron su apellido de la ciudad griega de Salónica, adonde se habían instalado en siglos pasados.
El «aspirante al trono» usaba trajes elegantes y un automóvil caro
El libro estaba incluso ilustrado con un supuesto sello real de los Solnik, que convenientemente incluía la figura de un clásico león hebreo.
Si bien «El reino de David» no tuvo éxito editorial, Ben-Ari señala que Solnik había desarrollado contactos con políticos y otros miembros de la élite de Jerusalén, los cuales -al parecer- fueron seducidos por los «trajes elegantes, el cabello peinado hacia atrás y el automóvil caro» del dentista, en un momento en que esas máquinas «eran un bien escaso» en la ciudad.
Tras el fracaso del libro, Solnik hizo otro intento en 1946, cuando elevó ante el Comité de Investigación Anglo-Estadounidense reunido en Jerusalén una propuesta para superar los obstáculos para la creación del estado judío a través de la coronación de un rey de Israel: su hijo Emmanuel.
La propuesta fue descartada por los delegados británicos y estadounidenses -quienes ni siquiera recomendaron la creación del estado- y Solnik se resignó a retirarse a su vida de exitoso dentista, pero ahora en la bella ciudad de Netanya, al norte de Tel Aviv y sobre el Mediterráneo.
Más tarde, Solnik emigró a Canadá, adonde pasó alrededor de dos décadas y dejó una amplia familia. En 1969 regresó a Israel y falleció dos años después a causa de un derrame cerebral, dejando para siempre atrás sus aspiraciones al trono del rey David.